pamplona - La Universidad Pública de Navarra y la Universidad de Navarra, las dos instituciones académicas presenciales de la Comunidad Foral, acogen en sus aulas a 119 estudiantes con discapacidad. Una cifra insignificante en dos campus en los que estudian casi 20.000 alumnos de grado, máster y doctorado, pero que tiene un enorme valor por lo que significa de inclusión. Ambas universidades cuentan con planes de atención personalizada al alumnado de diversidad funcional y aspiran a romper las barreras sociales que aún existen y poder atraer a más estudiantes con discapacidad para hacer de sus espacios unos verdaderos campus inclusivos, sin límites para todo aquel que aspire a estudiar una carrera.

Su participación, esta pasada semana, en la iniciativa Campus inclusivo, campus sin límites, es sólo un ejemplo de su implicación con la discapacidad. Durante estos días han acogido a 16 jóvenes con discapacidad, les han enseñado las instalaciones, hablado de su oferta y mostrado los recursos que ofrecen para que cualquier persona pueda cursar una carrera. “Somos una universidad pública y como tal debemos ser un ejemplo en la integración de la discapacidad. Debemos ser un modelo en temas de acción social y sensibilización”, afirma la vicerrectora de Proyección Universitaria, Cultura y Divulgación de la UPNA Begoña Pérez Eransus.

En esta universidad estudian este curso 45 personas (27 hombres y 18 mujeres) con una discapacidad reconocida igual o superior al 33% (faltan los datos de doctorado, que suelen ser una media de 5). En los últimos catorce años, la media por curso de estos alumnos con discapacidad ha rondado el medio centenar, con un mínimo de 26 estudiantes en 2004-05 y un máximo de 68 en 2015-16. La mayor presencia de varones con respecto a mujeres se ha repetido en los últimos años. En lo que respecta al tipo de estudios en los que están matriculados, en torno al 80% del alumnado cursa un grado mientras que el resto hace un máster o doctorado. Estos estudiantes están exentos de pagar las tasas y precios públicos.

Ahora bien, a estos alumnos hay que sumar otros que no tienen una discapacidad reconocida del 33% pero que presentan necesidades como por ejemplo personas con trastorno por déficit de atención e hiperactividad, dislexia o cuestiones de salud mental. Este curso hay 39 personas, cifra que en el último lustro se ha mantenido bastante estable. “Nos parece importante integrar a todo el alumnado y a veces nos resulta complicado convencer de que también ellos necesitan recursos. Y es que son personas que no tienen esa discapacidad reconocida pero sin embargo necesitan apoyos”, reconoce Pérez Eransus.

En la Universidad de Navarra, por su parte, estudian 74 alumnos con discapacidad (57 de grado, 12 de máster y uno de doctorado). “No tenemos plazas reservadas pero a través de las entrevistas les tenemos en cuenta y hacemos todo lo posible porque tengan cabida”, afirma Paula Salvador, coordinadora de la Unidad de Atención a Personas con Discapacidad (UAPD). Estos estudiantes deben marcar la casilla de discapacidad cuando hacen la solicitud para realizar el examen previo. “Nos ponemos en contacto con ellos para adaptar esa prueba y conocernos y después con la facultad para que hagan la entrevista y ver las necesidades que tendrán durante el curso”, añade Salvador.

En la UAPD se encargan de solicitar materiales a Universia o Fundación ONCE, por ejemplo, y llevar el seguimiento del alumno. Además ofrecen formación al profesorado para que la atención sea la adecuada. “Las facultades y la Unidad nos coordinamos para hacer el seguimiento del alumno. Dentro de la discapacidad hay muchas diferencias y cada persona es un caso particular. En estos momentos proporcionamos sillas adaptadas, emisoras, bucles magnéticos, lupas, más tiempo en examen..., entre otros recursos”, explica Salvador.

planes personalizados Por su parte, la UPNA, que fue pionera en el trabajo para lograr la accesibilidad y la inclusión, está obligada a reservar el 5% de las plazas para el alumnado con una discapacidad igual o superior al 33% y cuenta con un programa de atención que lidera la Unidad de Acción Social . “A través de este programa se desarrollan planes personalizados que incluyen acogida, información y asesoramiento; estudio de la situación y valoración de necesidades; precisión de las adaptaciones que sea necesario realizar; dotación de ayudas técnicas (mobiliario adaptado, amplificadores y lectores de pantalla, sistemas de FM...); e información y orientación al profesorado sobre adaptaciones pedagógicas y otros apoyos”, explican desde la institución, que también trabaja con los responsables de las prácticas en empresas para asegurar las adaptaciones necesarias.

retos e inserción laboral La implicación de ambas universidades con la discapacidad está fuera de toda duda. Pero siempre hay camino por recorrer. “Creo que la sociedad empieza a visualizar que la universidad se esfuerza por ser cada vez más inclusiva y de ahí que tengamos más estudiantes”, opina la coordinadora de la UN, quien añade que “las universidades debemos intentar que el alumnado con discapacidad o en riesgo de exclusión social puedan seguir con sus estudios. Es nuestro reto”.

Desde la UPNA consideran fundamental la colaboración con etapas educativas previas. “Tenemos una reserva de plazas del 5% pero la realidad es que el número de personas que llega a la UPNA es muy bajo. Muchos estudiantes abandonan antes los estudios y otros creen que la universidad es demasiado para ellos, no conocen los recursos que tenemos a su disposición y tiran la toalla”, asegura la vicerrectora.

También le preocupa la incorporación de estas personas al mercado laboral. “La tasa de desempleo es altísima. Existen muchos prejuicios en las empresas y en el conjunto de la sociedad, y se tiende a pensar que tener una discapacidad se extiende al conjunto de las capacidades. Es clave que las empresas conozcan vía prácticas que tener una discapacidad no tiene porqué impedir hacer otras funciones”, explica Pérez Eransus, que recuerda que en la UPNA tiene un título propio pionero dirigido al alumnado con discapacidad intelectual. “Les prepara para adentrarse en el mundo laboral, hacen prácticas y tiene una tasa de empleabilidad del 50%”.