pamplona - Antonio Ángel Peixoto Basteiro, de 44 años de edad y que fue condenado en 2005 en la Audiencia Provincial de Pontevedra a 12 años de prisión por matar de una cuchillada a un vecino que le había insultado, volvió ayer a la cárcel (solo la había abandonado temporalmente para dar su conformidad en el juicio, ya que lleva un año en prisión provisional) con una condena en firme bajo el brazo. En esta ocasión, el acusado, que llevaba una temporada residiendo en Pamplona, fue condenado en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Navarra a cuatro años de cárcel por un delito de tentativa de homicidio al intentar matar a un joven que había acudido a exigir una deuda dineraria al polémico narcopiso que existía en la calle Descalzos 48 de Pamplona. El acusado aceptó los hechos después de que la Fiscalía le pidiera inicialmente siete años de prisión. Finalmente, debido a que se le aplicó la atenuante muy cualificada de actuar bajo los efectos de sustancias tóxicas que le provocan un trastorno en su comportamiento, se le rebajó la pena a 4 años.

El suceso por el que se le condenó ocurrió sobre las 2.00 horas de la madrugada del 17 de noviembre de 2018 cuando un joven de 22 años, junto con tres amigos más, se dirigió al inmueble de Descalzos 48. Dicho piso ocupado ya fue desalojado y clausurado por el Ayuntamiento de Pamplona y había generado importantes problemas de convivencia en el Casco Viejo. Los jóvenes habían acudido hasta allí a reclamar una cantidad de dinero a uno de los ocupantes del lugar. Una vez en el inmueble, la víctima empezó a silbar para que bajara la persona que le debía el dinero e incluso habló con otra que se encontraba en un balcón, preguntándole por la persona que buscaba y pidiéndole que le dijera que bajara. Fue entonces cuando el procesado, Antonio Ángel Peixoto, que también estaba en el interior del inmueble y a pesar de que las reclamaciones de la víctima no tenían nada que ver con él, bajó a la calle muy violento y le dijo al joven que era él quien iba a entregar el dinero. Así, le dio un empujón, que le fue devuelto por la víctima, y se enzarzaron en una pelea con golpes mutuos. Entonces, de forma sorpresiva, extrajo del bolsillo de su pantalón una navaja con siete centímetros de hoja y con intención de matar al joven, o bien siéndole indiferente el resultado de su acción -indica la Fiscalía- lanzó la navaja de forma directa y recta para hundirla en la cara de la víctima, llegando a causarle hasta tres heridas que no penetraron profundamente debido a que la víctima esquivaba los pinchazos. Después, el procesado se abrazó a la víctima e intentó clavarle la navaja en lugares cercanos al corazón y otros órganos vitales, si bien solo consiguió pincharle en una ocasión y ello también debido a que el joven logró con sus movimientos impedir que le clavara la navaja en más ocasiones y con mayor profundidad. El acusado no cesó en la agresión hasta que dos amigas del joven, presentes en el lugar, empezaron a tirar de él y a apartarlo. Aun entonces, el encausado les seguía y les decía que “lo iba a matar”.

el triángulo de la muerte Como consecuencia de la agresión, la víctima sufrió una herida superficial en la nariz, otra de dos centímetros en el canto interno del ojo, una de 5 centímetros en la mejilla y otra de un centímetro en el pecho. Si bien dichas lesiones no supusieron un riesgo vital para la víctima por su falta de profundidad, hubieran podido causarle la pérdida del ojo, la cercanía de la herida en la mejilla la denominado triángulo de la muerte (el área del triángulo entre el labio superior y la mayor parte de la nariz), tiene altos riesgos de infección y sangrado con aumento del riesgo vital y la herida en el pecho se produjo muy cerca del esternón con la posibilidad de que si hubiera sido más honda se produjera un neumotórax y posible afectación visceral con elevado riesgo vital.

La víctima acudió a reclamar una deuda. El joven que sufrió el intento de homicidio por parte del acusado había acudido al inmueble de la calle Descalzos 48 a reclamar una deuda. El condenado ni siquiera le conocía, pero bajó a decirle que él le daba el dinero. Y entonces le atacó.