Monreal/Elo - Ayer comenzaron las labores de desbroce en una finca de Monreal para tratar de encontrar los restos de siete vecinos de Yesa fusilados y enterrados en el lugar en agosto de 1936.

A primera hora de la mañana, miembros de la Sociedad de Ciencias Aranzadi procedieron a desbrozar la maleza en las inmediaciones del paraje comprendido entre la antigua carretera N-240. (km.8) y la paralela autovía del Pirineo. Los trabajos continuarán a lo largo de todo el día de hoy a la espera de hallar los restos y proceder a su exhumación este fin de semana.

"El estado del terreno permite trabajar estos días, antes de las anunciadas lluvias de la próxima semana que dificultarían la búsqueda", argumentaba José Miguel Gastón, director del Instituto Navarro de la Memoria.

Se trata de los restos del concejal Mariano García Ilazorza, Marcos Gurrea González, guardia civil retirado, Miguel Iriarte Gallués y su hijo, Francisco Iriarte Murillo, Marcos Úbeda, obrero, Tomás Zabalza Pérez, padre de cinco hijos, y Juan Zarranz Labari, juez del pueblo, que fueron detenidos el 6 de agosto del 36 y llevados en una redada al cuartel. A las dos la mañana los llevaron a Monreal a una finca próxima a la Tejería, la mayor fosa de Navarra, donde fueron enterrados un centenar de fusilados.

SEGUNDA INTERVENCIÓN Esta es la segunda ocasión en la que se explora el terreno, después de que en la primavera de 1979 familiares de los siete asesinados intentaran una primera intervención sin éxito para recuperar sus restos. Según un informe de la asociación Amapola del Camino, la fosa todavía no localizada estaría en el paraje del Hoyo de la Legua parcela nº100, tierra de labor, después de haberse hecho algunas roturaciones y haber cambiado la situación del terreno con la concentración parcelaria.

"Es el mismo problema de siempre, carreteras y obras han modificado las tierras y cuesta dar con el sitio", explicaba Carlos Sanz García, nieto de Mariano García, al tiempo que señalaba a la derecha del viejo puente como posible ubicación.

"Un labrador descubrió sus cuerpos cuando iba al campo y allí los enterraron. Fue uno de los enterradores quien indicó el lugar, pero en aquel primer intento no se consiguió dar con ellos. Cada vez que hemos pasado por aquí antes de hacer la autovía, siempre hemos mirado hacia este lugar creyendo que están aquí ", expresaba.

Su madre, Carmen García Pellon, solo tenía ocho años cuando se llevaron a su padre. Era concejal y de izquierdas. Recuerda bien que pudo escapar. "Le ofrecieron un coche, pero lo rechazó, porque no había hecho nada malo y no quería abandonar a su familia".

Testigo directo de aquella noche del 36, en la que acompañó a su madre al cuartel a llevar la cena a su padre, ha relatado en numerosas ocasiones cómo los tenían atados con cadenas por los tobillos, en completo silencio, hasta que se los llevaron en un camión.