a melodía de un acordeón que no sonaba para nadie enmarcaba ayer la desoladora imagen de un paseo Carlos III desierto. Dos semanas atrás los pamploneses y las pamplonesas miraban al cielo pidiendo a las nubes que se disiparan para permitir un vermú de sábado soleado y en condiciones o una mañana de parque y paseos con los más txikis. Ayer, las calles del centro de Pamplona mostraban su cara más triste con la mayoría de las persianas echadas, a excepción de farmacias y tiendas de alimentación, siguiendo con las recomendaciones del Gobierno.

Fue el pasado viernes, 13 de marzo, cuando la comparecencia del presidente Sánchez, quien decretó el estado de alarma, motivó el cambio de comportamiento de la sociedad. En esta línea, la situación de los comercios también cambió "de forma repentina", y es que hace un par de días apenas había media docena de establecimientos cerrados en el Ensanche de Pamplona, mientras que el día de ayer prácticamente el 90% de los comercios ya habían colgado el cartel de "cerrado", según manifestó María Jesús Pérez, gerente de Ensanche Área Comercial. A la vista de la rápida expansión del COVID-19, "los asociados, por responsabilidad social y con incertidumbre, por no tener ninguna indicación por parte del Gobierno foral que indique lo contrario", han ido cerrando sus puertas, "sabiendo el gran esfuerzo y sacrificio que ello supone", añadió Pérez.

Aún así, desde la asociación quisieron hacer un llamamiento a la ciudadanía a "realizar sus compras diarias, evitando aglomeraciones, en pequeños comercios alrededor de sus viviendas, evitando así desplazamientos innecesarios, ayudando así a frenar la pandemia y, por qué no, para repartir también mejor los costes por los efectos de la crisis".

Esta fue la decisión de Eugenio Echavarren que, a pesar de estar acostumbrado a la "comodidad" de comprar en grandes superficies "todo lo que se va buscando en una sola vez", ayer se acercó al Mercado del Ensanche para hacerse con productos que empezaban a escasear en su despensa. Para este vecino pamplonés "es de pura lógica" hacer lo que esté en nuestra mano para evitar contagios, y es que, "si uno está en su casa, puede ayudar a frenar un poquito la pandemia".

También para Iñaki Úcar, presidente de la Asociación Comerciantes de Navarra y responsable de Óptica Navarra, "esta es una desgracia que afecta a todos" y, por ello, "es deber de todos paliarla". Úcar admitió que la caída de las ventas ha sido "bestial, del 50% al 80% en algunos casos", algo que "nunca había ocurrido", y previó que los comercios navarros "aguantarían" con los pestillos echados durante 15 días sin que las empresas perdieran su rentabilidad, "pero no más". En esta línea, tanto Úcar como Carlos Albillo, gerente de la Asociación de comerciantes del Casco Antiguo de Pamplona, preocupados por el impacto económico que vaya a traer consigo la pandemia del coronavirus, apelaron a las administraciones a "adoptar medidas y prestar los apoyos necesarios para garantizar la seguridad del tejido comercial".

Aunque los costes económicos sean causantes de gran parte del malestar de los comerciantes, "la prioridad está clara y es la salud pública antes que cualquier necesidad individual". Para Teresa Taberna, que acudió ayer al Mercado del Ensanche para hacer la compra del fin de semana, la puesta en marcha de medidas más severas como la prohibición de salir de casa es "muy acertada, aunque ha llegado tarde", una opinión que comparte parte de la ciudadanía navarra.

Con razón de no salir de los hogares a no ser que sea estrictamente necesario, María Eugenia Arzaiz, del puesto Bacalao Samper del Mercado del Ensanche, explicó que sus clientes están comprando cantidades mayores a las habituales, especialmente "producto para congelar y bacalao con sal, que puede aguantar hasta un año. Arzaiz aseguró que, a pesar del fuerte movimiento de ayer, cuando se encontró con gente en el mercado media hora antes de que abriera, el boom de las compras sucedió el viernes. Desde el puesto de frutas y verduras Hermanas Beroiz, Mari Mar y Rakel coincidieron en que de lunes a jueves la semana transcurrió con total tranquilidad, pero que el viernes "la afluencia de gente fue bestial. Como en navidades, pero con la gente angustiada y sintiendo la necesidad de hacer acopio de comida", añadió Mari Mar. Las hermanas apuntaron que los últimos dos días el mercado ha recibido a una nueva clientela, que normalmente compra en las cadenas de los barrios: "Muchas clientas nos han comentado que se han encontrado las baldas de los supermercados vacías y que han acudido al mercado porque aquí no tenemos problemas de abastecimiento". Los productos imperecederos fueron los más cotizados por los clientes, así como los calabacines, zanahorias y, especialmente, las patatas, ingredientes "que se pueden aprovechar para purés o cocinar de maneras muy versátiles", concluyó Mari Mar.

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