l Centro de Mando y Coordinación (CMC) es el teléfono rojo de la Policía Foral. El corazón del cuerpo autonómico late 24 horas sin detenerse aunque sople un tsunami como el actual coronavirus.

Y, de hecho, se recurre a ellos más que nunca porque resuelven dudas, tienen el Real Decreto de movilidad en la cabeza y movilizan las patrullas necesarias para cualquier tipo de incidencia, que ahora ya se imaginan sobre qué temática versan.

Por su importancia estratégica en la logística del cuerpo policial, la alta demanda de información que afrontan, sus conocimientos técnicos para manejar el sistema idéntico al del 112, y porque encadenan doce días de tutoría y guía para resolver aquellas consultas de tráfico y circulación de personas y vehículos con la actual situación, por todo ello los agentes del CMC que cumplen su jornada de trabajo realizan la misma sumergidos en un auténtico búnker. Un lugar inexpugnable.

En la estancia trabajan el jefe de la brigada, Eugenio Ros Fernández, junto a otro policía, en una oficina exterior, y dentro de la sala se van rotando en tres turnos diarios hasta ocho subinspectores y 22 agentes. Dicen que no se oye una queja pese a las condiciones más exigentes y rígidas que nunca que se relatan a continuación. Ahora mismo, para evitar al máximo los contactos y reducir el riesgo de contagio, durante los turnos de mañana y tarde hay un jefe y tres policías, y por la noche hay un efectivo menos. “La sala se encuentra restringida al máximo. No puede entrar ningún policía ajeno al Centro de Mando y Coordinación y tampoco ningún policía de la brigada al que no le corresponda su turno de trabajo. Es decir, si te has dejado la cartera y no te toca turno, no volvemos a por ella porque no vamos a entrar a exponer al resto de compañeros”, comenta Ros. Ni siquiera está accesible el lugar para el personal de limpieza. Esas tareas las ejecutan en auzolan. Cada uno desinfecta su lugar de trabajo, limpia sus pantallas y su teclado y el que le releve se encarga del barrido y del fregado. Pero también, acostumbrados a lidiar con emergencias, han previsto la suya propia. Es decir, ¿qué ocurriría si uno de los integrantes de la brigada empezara a sufrir algún síntoma de la enfermedad? Lo explica el inspector Ros: “Una semana antes de que se decretara el estado de alarma, en coordinación con SOS Navarra, se preparó una posible sala de reserva para el CMC en las propias instalaciones del 112. Este servicio no puede estar inactivo ni un minuto. Si aquí hay un positivo, se llamará al siguiente turno, acudirán a SOS, harán su trabajo y se procederá a desinfectar esta sala. Eso está previsto, no nos vamos a quedar sin respuesta”.

Y respuestas y soluciones son lo que les reclaman los interlocutores que ahora acuden a su servicio. Ellos repiten un mensaje importante. Si tienen una emergencia, llamen al 112. Las derivaciones del teléfono de SOS son preferentes para el CMC. Pero en la brigada no dan abasto. De fondo, a esta entrevista, le acompaña de continuo un pitido incesante. Son las llamadas pendientes que no pueden atender. La demanda de ciudadanos que requieren sus servicios se ha disparado. En la primera semana desde la declaración del estado de alarma recibieron 3.930 llamadas, un 93% más que la misma semana del año anterior, cuando llegaron a 2.037. Solo el miércoles 18 de marzo recibieron una cifra récord: 644 llamadas entrantes. La diferencia con el trabajo ordinario es que dichas interlocuciones no se traducen en incidentes que tengan que movilizar recursos. Es decir, que no se llama por ninguna intervención urgente para que acuda una patrulla, sino más bien para informarse o consultar dudas. “La inmensa mayoría de las llamadas actuales son consultivas, en las que se nos plantean cuestiones sobre el cumplimiento del Real Decreto y las órdenes posteriores que han ido modificándolo. Lo más habitual que se pregunta es en qué condiciones se puede acudir al trabajo, si alguien puede llevar en coche a un familiar, si puede viajar una cuadrilla de peones a trabajar en el campo en una furgoneta...”. Y el otro gran grueso del hilo telefónico lo copan los requerimientos de ciudadanos que les llaman porque alguien está incumpliendo el Real Decreto, “porque hay 4-5 personas paseando juntas el perro, porque hay una reunión de jóvenes en una bajera, porque alguien está tomando el sol... La gente está concienciada y, por lo general, cumplen. Por ello hay más indignación con quien no cumple normas”.

El inspector Ros comprende que la situación que se ha planteado lleve aparejados problemas continuos: “Es muy complicado regular toda la movilidad de un país en un Real Decreto. De hecho, el artículo 7h que dice que se permite la circulación de personas aparte de por causas de fuerza mayor o necesidad, o para adquirir alimentos o productos farmacéuticos, o para acudir al trabajo y asistir a mayores, menores o personas con discapacidad, por actividad de análoga naturaleza que habrá de hacerse individualmente lleva a problemas continuos. Todo el mundo entiende que su caso es de análoga naturaleza. Eso genera muchos problemas de aplicación de la norma. Hay que entender que son situaciones excepcionales para el ciudadano y también para los policías. Por eso también nos podemos equivocar. Hay muchas cuestiones del decreto de movilidad que están sujetas a interpretación. Si todo lo lleváramos a una interpretación estricta de la norma, muchos resultados serían ilógicos. Por eso, aquí tratamos de aplicar la lógica y resolver esas cuestiones que se nos plantean. Además, después de tantos días, es como si tuviéramos el decreto en la cabeza”.

Los avisos del teléfono pendiente siguen sonando a la espera de que alguien pueda descolgar. Con el actual mapa de la situación, el policía interviniente ya sabe que es muy probable que se le plantee alguna cuestión relativa al tráfico que está permitido o que algún vecino advierta de una actividad irregular que incumple el estado de confinamiento. En tal caso, en la sala del CMC disponen del geoposicionamiento de todas las patrullas policiales activas (cada una de las policías que trabajan en Navarra tienen también sus zonas de influencia y competencia demarcadas) para poder dar el aviso correspondiente. Y el teléfono no cesa. Ahora un camionero que ve a unos caravanistas de turismo. Allí un ciudadano que alerta que en el piso de arriba hay tal barullo que entiende que hay una fiesta. Por allá un hombre que pregunta si puede llevarle a un familiar ya que se le ha estropeado el coche y no llega a su polígono el transporte público. Y sigue, y sigue.

“En la primera semana del estado de alarma recibimos 3.930 llamadas, un 93% más que la misma semana del año anterior”

“Quien nos telefonea ahora es porque tiene dudas sobre movilidad o porque ve a alguien que incumple el decreto”

Inspector jefe del CMC