- San Fermin Ikastola ha cumplido esta semana cincuenta años. Lo ha hecho en unas circunstancias extraordinarias como consecuencia de la pandemia del coronavirus: con el centro cerrado y el alumnado trabajando desde casa, con el apoyo del personal docente. Aplazados los actos previstos para conmemorar este medio siglo, sirvan estas líneas para repasar la historia de la mayor ikastola de Navarra, un centro educativo de referencia.

San Fermin Ikastola se puso en marcha el 2 de abril de 1970 tras la escisión producida en la primera ikastola creada en Navarra después de la guerra: Uxue Ikastola. Aquel centro había nacido en 1965 bajo el amparo de la Sociedad de Amigos del País/Euskalerriaren Adiskideen Elkartea. Inició su andadura en la misma sede de la sociedad -un piso de la calle Pozoblanco de Iruñea-, con Mikela Gastesi de andereño y solo cuatro niños, a los que se unieron otros ocho durante el curso.

En los siguientes años aumentó notablemente el alumnado hasta superar los 300 niños y niñas en 1969. Con sede administrativa en el número 3 de la plaza de San José, en aquel curso las aulas estaban distribuidas en la avenida Bayona, Torre Irrintzi (en el piso que ocupa ahora Euskalerria Irratia) y calle Monte Lakartxela. Para entonces, Jorge Cortés-Izal controlaba la gestión del centro, con Luis Mari Lasa y Fernando Zibiriain como principales apoyos.

Espejo de una sociedad que vivía tiempos convulsos, la tensión entre promotores, la sociedad que amparaba a la ikastola y el profesorado acabó en una escisión dolorosa y traumática, aunque beneficiosa si la analizamos con la perspectiva que da el tiempo. Y es que de aquella ruptura surgieron las dos mayores ikastolas navarras: San Fermin y Paz de Ziganda.

La escisión se consumó en marzo de 1970, cuando los partidarios de romper relaciones con los Amigos del País crearon San Fermin Ikastola, que se llevó a la mayoría del alumnado: 270. Las familias del resto (37 niños y niñas) decidieron seguir al amparo de dicha sociedad y poner en marcha Paz de Ziganda.

El 2 de abril de 1970, esos 270 alumnos se trasladaron al Seminario Misionero del Verbo Divino de Cizur Menor, a ocho aulas alquiladas a los frailes de dicha congregación. Aquel era un enorme centro en un paraje aislado, todavía sin desarrollar urbanísticamente. "Pasamos de tener como patio la terraza de un piso a disponer de un espacio terriblemente grande, y más para los ojos de una niña pequeña", recuerda Patricia Epalza, actualmente profesora del centro que inauguró como alumna hace cincuenta años.

No fue sencilla la legalización de la nueva ikastola. El Ministerio de Educación pedía el visto bueno del gobernador civil. Y al poncio de la época, el aragonés Gerona de la Figuera, obviamente no le gustaba el nombre de ciertos promotores. (Ez izena, ez izana, noski). "Algunos de esa ikastola estarían mejor en la cárcel", debió comentar al respecto el representante de Franco en Navarra.

Así que la estrategia fue buscar la mediación de personas cercanas a la ikastola y consideradas respetables por las autoridades de la época. Esa labor la realizaron ante el gobernador Miguel Javier Urmeneta, exalcalde de Iruñea y entonces diputado foral, y el empresario Estanis Aranzadi, cuyo hijo del mismo nombre era alumno de San Fermin. Las familias habían elegido presidente a Ramón Urmeneta, hermano de Miguel Javier, y vicepresidente a Javier Cunchillos. El gobernador se comprometió a dar luz verde a la ikastola siempre que esos puestos los ocuparan, respectivamente, Miguel Javier Urmeneta y Estanis Aranzadi. La junta aceptó aquella imposición meramente formal, sin valor práctico alguno.

Al inicio del curso 1970-71 llegó al centro su primer director: Jesús Atxa. Natural de Aretxabaleta, de 50 años, para entonces tenía un recorrido vital lleno de andanzas. Tras estudiar para jesuita y vivir en América, había estado implicado en muchas iniciativas culturales, con el impulso del euskera siempre como objetivo: movimiento de ikastolas en Gipuzkoa y Bizkaia, edición de libros, creación de la Feria del Libro y Disco Vasco de Durango€

Además de ser una persona clave en los primeros años de San Fermin, Atxa impulsó otras ikastolas navarras en aquella época. "Era un hombre de amplia cultura y gran inquietud intelectual -señala Mertxe Berasategi, exdirectora de San Fermin-. Tenía la preparación profunda de los jesuitas y, sobre todo, vivía mirando siempre al futuro".

Desde el inicio de su andadura en Zizur Txikia, la matrícula seguía creciendo y las aulas alquiladas en el Verbo Divino no eran suficientes. Eso obligaba a diseminar el alumnado en otras ubicaciones, como un local de la plaza de Santa Cecilia o el de la calle Monte Lakartxela.

En 1978, la junta liderada por Javier Barcos acabó con ese problema al llegar a un acuerdo con los responsables del Verbo Divino para comprarles el seminario, negociación iniciada dos años antes con Carlos Garaikoetxea como presidente. El precio se fijó en 89 millones de pesetas (535.000 euros): diez a pagar en mano, el resto a través de un préstamo. La cifra era una fortuna para la época, aunque ahora nadie duda de lo acertado de la decisión. Por cierto, en aquella negociación actuó como representante del Verbo Divino un fraile de Ezkaroz que pronto adquiriría gran notoriedad pública: Gabriel Urralburu.

También desde el punto de vista académico fue aquel un año especial, al convertirse San Fermin en el primer centro navarro que ofrecía Bachillerato en euskera. Eso permitió al alumnado seguir estudiando en euskera más allá de los catorce años, cuando acabada la entonces vigente EGB tenía que abandonar el centro y también su idioma vehicular de enseñanza.

No es que todo fueran alegrías durante esos años. En San Fermin había familias favorables al modelo público de enseñanza que, ante el anuncio del Ayuntamiento de Pamplona de crear una ikastola municipal, decidieron abandonar el centro. Eso ocurrió en enero de 1978, a la vuelta de las vacaciones de Navidad. La ikastola perdió 165 alumnos, aunque el susto no tuvo graves consecuencias. De hecho, los buenos datos de matriculación del curso siguiente dejaron a muchas familias fuera del centro, algunas provenientes precisamente de la ikastola municipal.

A la vista de la imposibilidad de atender la demanda existente, los propios dirigentes de San Fermin promovieron en 1980 la creación de una tercera ikastola en Iruñerria. Ese fue el origen de Jaso Ikastola, la única realmente ubicada en Pamplona: primero en Etxabakoitz y ahora en Mendebaldea.

En 1990, San Fermin completó el ciclo 3-18 años al conseguir el permiso para ofrecer UBI o COU (Curso de Orientación Universitaria), convirtiéndose en la primera ikastola navarra en hacerlo.

En 1995, la ikastola de Cizur Menor celebró su 25º aniversario con dos retos inminentes: reformar el centro, un tanto obsoleto, y prepararse para el nuevo Bachiller diseñado por la LOGSE. La junta presidida por Izaskun Arratibel planteó un ambicioso proyecto que modernizó las instalaciones y ofreció un Bachillerato de tres recorridos. El entonces director, Joxean Gabilondo, recuerda que "la ikastola salió reforzada de aquel desafío, como muy pronto se reflejó en la matriculación".

A comienzos del siglo XXI, San Fermin Ikastola vivió una profunda renovación en su equipo, con la jubilación de un número importante de profesionales, al tiempo que ampliaba el alumnado con la cuarta línea también en la ESO y Bachillerato. Son unos años en los que, bajo la dirección de Pilar Vicente, se cambia el modelo de gestión y se desarrollan interesantes proyectos pedagógicos, entre ellos intercambios con centros extranjeros, nuevas tecnologías, plan energético y mejora de la convivencia. En este sentido, destaca el premio del Concurso Nacional de Buenas Prácticas de Convivencia organizado por el Gobierno de España, que San Fermin Ikastola ganó en 2008 con su proyecto Elkarbizitzen ikasten (Aprendiendo a convivir).

En 2013 se realizó otra importante obra para dotar de un edificio nuevo al alumnado de Infantil y ESO. Para entonces, San Fermin tenía claro que en el primer ciclo había que apostar por la Pedagogía de la confianza, uno de cuyos objetivos es ofrecer un entorno especialmente agradable para el alumnado. Con esa filosofía se diseñaron las instalaciones destinadas a los más pequeños.

San Fermin Ikastola, cooperativa de padres y madres, es hoy una ikastola de 1.600 alumnos y 160 profesionales. Las familias tienen la oportunidad de implicarse, junto a gestores docentes y resto de personal, en algo tan importante como la educación de sus hijos e hijas. Con la calidad educativa como objetivo fundamental y poniendo a la persona en el centro, quiere seguir formando a personas arraigadas en su tierra, abiertas al mundo, respetuosas, críticas y dispuestas a hacer de la nuestra una sociedad mejor. Un reto tan ambicioso como ilusionante para todos los que forman San Fermin Ikastola.

Zorionak, beraz, San Fermin Ikastola osatzen eta osatu duten ikasle, guraso eta langile guztiei! Aunitz urtez! Eta zorionak ere, aurten mende erdia beteko duten Nafarroako beste ikastolei: Paz de Ziganda, Lizarra eta Baztan Ikastolei!

El autor es periodista y expresidente de San Fermin Ikastola

El Ministerio de Educación pedía el visto bueno del gobernador, quien opinaba que "algunos mejor estarían en la cárcel"

Cooperativa de padres y madres, es hoy una ikastola con 1.600 escolares, 160 profesionales y la calidad educativa, objetivo principal