- Muchos han llegado a vivir el confinamiento como una especie de rutina atemporal, donde no se sabe ni qué día es. No es el caso de Gustavo, que en su casa de la Rotxapea recuerda los días que se llevan desde su balcón.

"Seguimos con el contador, pero la tormenta me lo destrozó. Justo cuando iban a venir a sacar la foto, me puse a currar para arreglarlo, y lo llené de plástico del forro de los libros", explica con humor.

Ayer pudo disfrutar de un paseo con su hijo Oier, que ya ha visto que la cuarentena ha afectado a todo el mundo: "Se siente raro, porque se notaba el tiempo que llevábamos sin dar un paseo. Él ha visto que no es solo cosa nuestra, sino de todos".

Asimismo, no ha visto a tanta gente en la calle como esperaba: "Me he quedado impresionado, porque me esperaba mucha más afluencia. Varios amigos me han dicho que en sus zonas sí que había más gente, pero aquí el espacio es más amplio"