PAMPLONA. Navarra registra unas 3.000 personas con enfermedad inflamatoria intestinal, principalmente Crohn y colitis ulcerosa, que con motivo del día mundial de esta patología (este martes) apuestan por medidas de flexibilidad en el trabajo que les permita continuar con su vida laboral, ya que "son personas productivas y totalmente aptas para el trabajo".

El presidente de la Asociación de Crohn y Colitis Ulcerosa (ACCU Navarra), José Ángel Martínez Fonseca, ha afirmado en una nota que "la situación actual provocada por el Covid-19 ha demostrado que flexibilidad no está reñido con productividad". "Se puede organizar el trabajo adaptándose, siendo flexible y utilizando los medios telemáticos de manera que favorezca la conciliación y adecuación a las circunstancias de la enfermedad", ha explicado.

La enfermedad inflamatoria intestinal, principalmente Crohn y colitis ulcerosa, es una patología que afecta de manera diversa, desde casos leves hasta otros que necesitan cirugía, y que suele discurrir "como una montaña rusa", con periodos de brote y otros de remisión. Es un colectivo que combate la patología en estos tiempos de coronavirus con un riesgo mayor de contagio para quienes toman medicamentos para bajar las defensas y una cierta "incertidumbre" en el resto, ya que "los datos que se disponen actualmente sobre su incidencia son limitados".

Con motivo del día mundial, ACCU Navarra ha explicado que la edad media de diagnóstico se sitúa en torno a los 30 años, provocando "un gran impacto físico y emocional en una etapa importante a nivel personal y laboral". "Estas enfermedades tienen un impacto personal, social y laboral en el día a día de muchas personas, comenzando por la dificultad para encontrar un aseo ante una situación urgente de incontinencia, habitual en bastantes pacientes", explica Martinez.

Estos problemas se trasladan a la vida laboral, donde "muchas personas tienen el tabú a contar sus bajas recurrentes en algunos periodos para acudir al especialistas o justificar sus visitas al baño, además de temor a ser despedidos si hablan sobre la necesidad de adaptar el puesto de trabajo en cuestiones tan sencillas como acercarlo a un cuarto de baño".

La asociación ha señalado que, además de los síntomas que cursa la enfermedad, los pacientes se tienen que enfrentar a otros no tan visibles como "el desconocimiento social y los tabúes a la hora de hablar sobre la enfermedad". "Son enfermedades no visibles externamente, lo que genera cierta incomprensión e incluso dudas sobre su existencia o el sufrimiento de los pacientes. Más aún con la dificultad de lograr el respaldo de un certificado de discapacidad que reconozca la enfermedad", ha apuntado.

Por ello, la asociación ha apostado por un mayor reconocimiento "social" de estas enfermedades, además de "unos criterios de valoración de la discapacidad más justos" y "mayor flexibilidad a nivel laboral para las personas afectadas".

Asimismo, ACCU ha demandado más recursos en investigación, así como "una mayor implicación a nivel gubernamental para defender los derechos e intereses de los pacientes, a través de convenios con las asociaciones de pacientes para ampliar el abanico de servicios que ofrecen a los pacientes, especialmente niños y jóvenes".