el Ministerio para la Transición Ecológica ha encargado al grupo público Tragsa la realización urgente de análisis para "el control de la presencia de contaminación microbiológica en las aguas continentales, en particular en las residuales urbanas y en zonas de baño, con el fin de identificar la presencia del virus SARS-CoV-2". Navarra, sin embargo, ya realiza este control para detectar la presencia de coronavirus.

Según el pliego de prescripciones técnicas del Ministerio para la Transición Ecológica, la campaña de detección del coronavirus, que dispone de un presupuesto de 1.988.165 euros, cuenta con datos de las estaciones depuradoras de aguas residuales de todas las demarcaciones hidrográficas españolas y da prioridad a aquellas que "contengan efluentes procedentes de hospitales, zonas turísticas o aeropuertos", según ha sabido el diario El País.

El trabajo parte de las investigaciones ya realizadas que muestran "cómo una concentración del virus en el agua residual antes de su tratamiento puede ser un indicador importante de posibles rebrotes de la enfermedad". Aunque no hay evidencias de que el virus mantenga su capacidad de infección en aguas ya tratadas, el pliego de encargo a Tragsa considera necesario "el análisis del uso del agua regenerada en aquellos municipios con tratamientos de depuración insuficientes o en tramos de ríos, lagos o embalses susceptibles de usarse para el baño".

"Se han seleccionado zonas de aguas de baño con un elevado potencial de usuarios para estudiar los posibles efectos en estas aguas del virus. Este estudio es complementario al control en depuradoras, para reforzar una adecuada evaluación del riesgo existente", explica el ministerio.

El programa, en el que también participan los ministerios de Sanidad, Innovación (a través del CSIC) y Transportes (con el centro Cedex), añadirá, a los datos que ya facilitan las empresas de agua, los obtenidos en los nuevos puntos de muestreo, que "se están ultimando y se espera que empiecen a aportar información a primeros de julio". No solo se centrará en la detección de indicadores directos del coronavirus sino que también analizará la presencia de colífagos somáticos y E.coli, bacterias que son indicadores de contaminación fecal.

La selección de zonas prioritarias de análisis, según el explica el rotativo, se hará en función del grado de afección del coronavirus y riesgo de aparición de nuevos brotes. Del mismo modo, además de los indicadores mencionados (rastros de coronavirus, colífagos y E.coli), se añadirán otros parámetros que puedan estar relacionados con la covid o que permitan identificar la procedencia de nuevos casos.

La red suma, a las estaciones que ya están haciendo seguimiento, datos de dos o tres puntos estratégicos que señale cada comunidad autónoma. "Se realizará un análisis cada semana y queremos prolongar las pruebas durante nueve meses", detalla Morán.

Varias capitales y comunidades españolas, como Barcelona, Valencia, Sevilla, Murcia, Navarra o Asturias, ya realizan estudios de las aguas para rastrear el coronavirus. Aunque la Organización Mundial de la Salud y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas ya han determinado que el patógeno no sobrevive en las depuradoras ni se transmite por sistemas de alcantarillado, con o sin tratamiento, el SARS-CoV-2 deja rastro de su presencia en las aguas residuales, como otros muchos virus. Esta huella no tiene capacidad de infección por el tipo de envoltura del nuevo coronavirus, que lo hace menos estable en el medio ambiente y más susceptible a los tratamientos de desinfección.