- Agente de la Policía Foral desde hace 25 años, Damián Roku-Epitíe Monreal afronta con ánimo y energía su plena recuperación, aferrándose a su mujer y a sus dos hijas, de 20 y 14 años. De padre guineano y madre fustiñanera, sabe que el camino será largo.

¿Cómo se siente en estos momentos?

-Estoy en una situación nueva, en una fase importante, que es el camino hacia la recuperación. Con ganas de tirar para adelante. Aunque estoy cansado, estoy animado. Tengo que trabajar mucho la rehabilitación porque el virus me ha quitado todo: no podía hablar, no podía andar, no podía moverme, no podía respirar...

¿Cómo supo que estaba contagiado?

-A raíz de que en la Policía Foral, en la Brigada Asistencial a la que pertenezco, empezó a haber casos positivos, pedí hacerme la prueba en Refena y, aunque la primera me dio negativo, a los quince días volví a pedir hacérmela. Tres días antes de la prueba, el 15 de abril, empecé a tener problemas respiratorios y llamamos a SOS Navarra. Vino una ambulancia y vieron que tenía baja la saturación de oxígeno, así que fui a Urgencias y ya me quedé ingresado. En la prueba di positivo.

¿Cómo empeoró su estado de salud hasta que le llevaron a la UCI?

-Estuve en una planta con más positivos y notaba que el aire me faltaba cada vez más. No podía casi moverme y el 20 de abril me ingresaron en la UCI, donde me indujeron el coma. A mi familia le dijeron que me perdían.

¿Cómo fue su evolución en la UCI hasta que le despertaron?

-Me cuesta a pensar en ello. Es como si me hubieran borrado un montón de días. Al despertarme, vi que no podía moverme bien, que no podía hablar, lo justo emitía sonidos. Me trajeron unas láminas con unas letras para poder comunicarme. Pero no tenía fuerzas ni para levantar los brazos. Todo el personal de la UCI se vuelva, son una pasada, son muy profesionales.

¿A qué se agarró para salir adelante?

-Cuando eres consciente de la situación, es un momento muy difícil. Ahí hay gente que se abandona y se hunde. Te puedes desesperar. Yo busqué consuelo en el Señor, porque soy católico, y me he agarrado a mi familia y a mis hijas. Cuando vino la ambulancia vi a mi hija asomada por la ventana. Ese recuerdo lo tenía en mi cabeza.

¿Qué está deseando hacer cuando salga del hospital?

-Lo único que deseo es poder sentarme en el balcón con mi mujer y mis hijas y tomarme una cerveza. También tengo que decir que me han abrumado la cantidad de muestras de afectos de amigos, de personas anónimas, la cantidad de muestras de apoyo y de detalles. Te dirían que son cientos las personas que nos han apoyado y nos han dado fuerza. Estoy aquí por el cariño por la gente.

¿Cómo ve un paciente de covid que ha estado en una situación tan crítica el posible riesgo de rebrotes?

-Me preocupa la gente que no ha escuchado a los sanitarios. Me llena de tristeza, porque algunos no han visto la desgracia, piensan que es un catarro malo. Pero no han visto los enfermos en las UCI, los hospitales llenos, el desgaste de los sanitarios... Cuando oigo las noticias, me preocupa muchísimo que hay mucha gente por ahí que no parece estar mentalizada de la gravedad de la situación. Es frustrante conocer lo que he conocido y ver lo que veo. Desde la ventana de mi habitación veo gente por la calle que no lleva ni mascarilla. Es trabajo de todos evitar una segunda oleada. Yo estaba cumpliendo mi deber de policía y en tres días lo podía haber perdido todo, ya que pasé de estar relativamente bien, a estar al borde de morir.

¿Qué mensaje le daría a las familias que aún tienen a seres queridos en la UCI?

-Les diría que hay que tener mucha fuerza, que hay que entender la situación y tener esperanza. También les diría que hay que ser muy valientes, porque es muy difícil para los afectados y para los familiares asumir algo así, y que sigan a su lado. Hablarles ayuda'.

"El coronavirus me quitó todo: no podía hablar, no podía andar, no podía moverme, no podía respirar"

"Es frustrante conocer lo que he conocido y ver por la ventana gente en la calle que no lleva ni mascarilla"