l recuerdo de la riada que inundó Tafalla aquel fatídico 8 de julio sigue estando muy presente un año después en los vecinos y vecinas de esta localidad navarra, no solo por las consecuencias visibles que dejó en viviendas o comercios, sino porque temen que vuelva a ocurrir algo parecido. En el día a día el ambiente es tranquilo y el Cidacos apenas lleva agua, pero, cuando comienza a llover, automáticamente algo hace click en la cabeza de quienes vivieron este momento histórico.

"A veces sí tengo la preocupación de que vuelva a pasar. Mi casa da al río y, por ejemplo, cuando empezó la pandemia hubo un día que llovió bastante y le saqué una foto y se la mandé a mi hija. Me dijo: 'Mamá, no fastidies que va a pasar otra vez'", recordó riendo María José Ramírez, que vive en la calle Martínez de Espronceda, una de las calles más afectadas. Para ella, ese día "fue horrible".

Martínez apuntó que "hay gente que dice que era mejor que hubiera árboles porque así paró la fuerza del agua, otra, que fue peor. Yo no tengo ni idea, quizá limpio hubiera sido un poco menos, pero creo que habría pasado de todas formas. Lo que está claro es que, si limpian el río y no hay agua, en cuatro días se vuelve otra vez una selva", aseguró.

Los trabajadores del taller Rufino Ojer, que está situado al lado del Cidacos y el cual se vio muy afectado por la riada, también mantienen esa sensación de alerta cuando caen algunas gotas de más. "Hace dos semanas hubo una tormenta, y no quiere decir que se vaya a volver a inundar, pero crece el río y se te crea una paranoia en la cabeza. El miedo es lo peor que hay", apuntó Alejandro Ojer.

La corriente se llevó seis tractores, de los cuales ha recuperado dos, aunque irreparables, y deterioró la estructura de las instalaciones. "La nave ha sufrido muchos daños y se ha deteriorado con la riada y no podemos seguir trabajando aquí. Nos vamos a una zona donde la otra vez no llegó el río", explicó, para asegurar que todavía se le ponen los pelos de punta al recordar lo que vivió.

En cuanto al mantenimiento del río y de las medidas adoptadas, Milagros Muro, que vive en el Camino Macocha, se mostró crítica y señaló: "Si canalizasen la zona y pusiesen capas de hormigón en su paso por la ciudad... pero todo es la falta de dinero. Mi madre me decía que nunca vivirían en estas casas, y yo aquel día me acordé de ella", aseguró.

Su marido, Fermín Marco, coincidió con ella en que "lo ideal sería que pusieran canales de hormigón porque el Cidacos no está diseñado para esos casos". Aún así, se mostró contento por las medidas que se han aplicado de limpieza del río en los tramos donde el agua lleva más fuerza. "Si hubiera tenido esa limpieza el agua cogería más velocidad, pero aquí se sobró por todos lados", apuntó. A diferencia de su mujer, indicó que no tiene preocupación por que vuelva a ocurrir algo así, pero confesó que, desde entonces, "cuando hay una tormenta miramos, cuando antes no hacíamos ni caso".

En lo que respecta a las ayudas recibidas, Muro explicó que solo recibes ayuda si tienes seguro, "si no, date por fastidiado", mientras que Marco señaló que "el Consorcio de Compensación de Seguros se ha portado bien. Algunas personas tenían más seguro que otras, pero por aquí estuvieron haciendo visitas y se portaron bien". Después de la riada, el matrimonio ha ampliado la zona asegurada de su domicilio y su parte exterior por si acaso.

Una vecina de Olite de la calle Garínoain, que perdió todos los muebles de su domicilio por las inundaciones, se mostró crítica porque "el Ayuntamiento no te dice nada. Además, nos dijeron que nos iban a quitar la contribución y al final la hemos pagado". Asimismo, recordó que "la gente dio dinero para ayudar a los vecinos y no hemos visto un duro". Este descontento, sumado a la opinión de que "tienen que limpiar el río, porque no podemos estar toda la vida con la incertidumbre de qué va a pasar", ha hecho que incluso esta semana hayan comentado por un grupo de WhatsApp, formado por personas que viven en la zona, la posibilidad de ir hablar con el Consistorio.

Varias personas coincidieron ayer, día en el que se cumplía un año de las inundaciones, que tanto el Ayuntamiento como la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) "tienen unas competencias y dicen que otras no son suyas", lo que provoca que "algunas cosas se queden sin hacer", indicaron. Lo que más les preocupa ahora es que el río se mantenga limpio para que no vuelva a suceder lo mismo.