a vida del periodista comprometido con la dignidad humana y el derecho a una información veraz siguen corriendo peligro en nuestros días. Por ello, debe valorarse en su justa medida aquello de lo que Europa Press informaba el domingo 23 de agosto, pues, durante “el juicio al presunto asesino de la periodista mexicana Miroslava Breach, realizado este miércoles, un testigo protegido, de nombre `Mila´, ha señalado que la mataron por publicar una investigación sobre crimen organizado”.

Todo ello nos recuerda la situación real del informador, oculta bajo páginas y páginas de bulos magnicidas y pseudonoticias de escaso interés: “Una decena de periodistas murieron asesinados en México en 2019, una cifra que mantiene a este país en cabeza de la lista negra elaborada por la Federación Internacional de Periodistas (FIP), en la que América Latina se erige como la región más peligrosa para el gremio de informadores”, concluía Europa Press en dicha nota.

El caso es que, ese mismo día, la dirección digital de Reporteros Sin Fronteras ofrecía, en su barómetro de este 2020, cifras tan inquietantes como las que nos informaban acerca de 17 periodistas y 3 colaboradores asesinados y 244 periodistas encarcelados. Y el día 25, El Nuevo Siglo recordaba que, desgraciadamente, “Quedaron en libertad por vencimiento de términos los implicados en el asesinato de los periodistas ecuatorianos del diario El Comercio Paul Giovanny Rivas Bravo, Juan Javier Ortega Reyes y Kelly Efraín Segarra Abril, en hechos ocurridos en marzo de 2018”.

Desapariciones forzadas

Para entonces, “El comunicador Andrés Eloy Zacarías y Víctor Torres, hijo del dueño de la televisora pro oficialista La Guacamaya TV, murieron el 21 de agosto en una `presunta ejecución extrajudicial´ en el poblado occidental de Cabimas, en el estado de Zulia, indicó el fiscal general Tarek William Saab”, según recordaba ese mismo día otro medio digital: La Calle.

La situación, en cualquier caso, sigue siendo insostenible a día de hoy, razón por la que “Reporteros Sin Fronteras” pide, entre otras urgencias, “el fin del acoso a los medios de comunicación en Bielorrusia tras el arresto a más de 60 periodistas en los últimos días”, según la página de RSF el 1 de septiembre, dos días antes de anunciar que “El Tribunal Penal Especial de Eslovaquia ha absuelto a Marian Ko?ner y Alena Zsuzsová, acusados, respectivamente, de ordenar y contratar el asesinato del periodista de Aktuality.sk Ján Kuciak. Sin embargo, el caso permanece en situación de impunidad”.

Por otra parte, un tribunal de Arabia Saudí condenaba el lunes 7 de septiembre “a penas de cárcel a ocho personas por su papel en el asesinato en 2018 del periodista Yamal Jashogi en el interior del consulado saudí en la ciudad turca de Estambul, reduciendo así la pena de muerte dictada en diciembre contra cinco de ellas”. Este otro reportaje de Europa Press estaba presente en muchos medios desde ese día pero también recordaba que “la relatora especial de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales, Agnes Callamard, que realizó una investigación del caso, dijo en junio de 2019 que las pruebas sugieren que Bin Salmán y otros altos cargos serían responsables del asesinato”.

Así pues, la realidad es tenaz, tanto como para contar, el martes 8, con un nuevo y desesperante conjunto de cifras en el barómetro de RSF para este año: son ya 20, los periodistas asesinados a principios de ese mes. Entonces, ¿cuántos son los días que separan al 23 de agosto del 8 de septiembre de un mismo mes? Al parecer, demasiados. Y la triste historia, para colmo, parece no tener fin: “Encuentran decapitado en el estado de Veracruz al periodista mexicano del Diario El Mundo Julio Valdivia”. Según EFE, la agencia de noticias Quadratín “reportó que pobladores de Tezonapa hallaron el cuerpo decapitado de Valdivia y dieron aviso a la Policía local. Personal de la Fiscalía Regional de Justicia acudió al sitio y ordenó el traslado del cadáver al Servicio Médico Forense”.

Muerte de un periodista: larga película realista.