- Con una voluntad de servicio a la sociedad tras todas sus acciones profesionales, el pamplonés Jesús María Ezponda ha dedicado la mayor parte de su vida laboral a su “vocación”, al ámbito educativo. Primero lo hizo como secretario adjunto de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra (UN), de 1999 a 2001, y después como director del Colegio de Fomento El Redín a lo largo de 17 años, hasta 2018, cuando se reincorporó a la UN en el puesto de director Corporativo de Desarrollo Profesional, cargo que ocupó hasta el pasado 1 de septiembre. Fue en el inicio de este curso escolar cuando Ezponda recibió una “gran responsabilidad y reconocimiento” al ser nombrado secretario general de la UN, nada menos que el primer navarro en ocupar este puesto. Junto al rector, será quien tenga, entre las labores de gobierno y coordinación, “la visión global de la Universidad”. En definitiva, será “el jugador que está en el centro del campo, el que distribuye al resto de compañeros”.

Dicen que un gran poder conlleva una gran responsabilidad. ¿Qué le ha supuesto este salto en su carrera profesional?

-Cuando el rector me lo comunicó agradecí enormemente la confianza que había depositado en mí. También le transmití las dudas que tenía en cuanto a mis destrezas a la hora de afrontar el cargo. Sin embargo, en mis años en el colegio aprendí que el director es la cabeza visible, pero que cuenta con la paz de estar bien acompañado. Esta es una oportunidad de servir a los demás y de ser parte de un proyecto educativo que procura servir a la sociedad y lo afrontaré como mejor sepa hacerlo.

Cuenta con una amplísima trayectoria en el campo de la dirección. ¿Cree que su experiencia le puede ayudar en este nuevo cargo?

-La educación es mi vocación porque la veo como una palanca de transformación social. También es verdad que siempre me han gustado las tareas de dirección, de dar a la gente la oportunidad decrecer, de motivarles e ilusionarles, de dar autonomía y también responsabilidades. Yo concibo el trabajo directivo desde la humildad y la vocación de servicio, y para ello es imprescindible la capacidad de empatizar y saber escuchar a los demás.

¿Cuál a sido su experiencia en las primeras semanas de curso?

-Estas dos primeras semanas han sido intensas y alentadoras. Intensas porque al comienzo de curso se une la novedad de una tarea de gobierno desconocida y porque, además, este curso el covid-19 exige un esfuerzo para lograr la mayor normalidad posible. Y alentadoras, llenas de optimismo, porque en el Rectorado hay un equipazo que hace que uno se sienta integrado desde el primer minuto.

Su nombramiento ha llegado en un momento complicado que imagino que supondrá retos añadidos.

-Esta claro que estamos en un año de incertidumbres y, por ello, hemos procurado un plan de actuación que se adapte a la evolución de la pandemia. Apostamos por la presencialidad, aunque somos conscientes de que debido a los confinamientos tendremos que movernos en una forma híbrida. Por otro lado tenemos las medidas de protección sanitarias (distancia, mascarillas y gel) y, por último, hemos potenciado la política de becas. Es una universidad privada y eso supone unos costes de matricula, pero buscamos que cualquier familia que quiera pueda traer a sus hijos con independencia de su poder adquisitivo. Teníamos una cuantía anual de 4,5 millones de becas que hemos aumentado a 6,5 millones.

¿La pandemia ha tenido consecuencias en el número de matriculaciones para este curso?

-Afortunadamente hemos cumplido con el objetivo que teníamos e incluso se ha rebasado la cifra de alumnos del curso pasado con 2.200 nuevos estudiantes de primer curso.

Aunque se apueste por la presencialidad, la evolución de la pandemia podría obligar a cambiar esto. La experiencia del curso anterior puso de manifiesto que los centros, en general, no estaban preparados para ofrecer formación ‘on line’. ¿Cómo fue la experiencia en la UN?

-Fue muy buena teniendo en cuenta que tuvimos que adaptarlo todo de un día para otro. Hubo incidencias, lógicamente, pero medimos el nivel de satisfacción de los alumnos y fue muy alto. Se hicieron más de exámenes 68.000 y se dieron más de 24.000 clases de casi 1.900 asignaturas, y el curso se concluyó tal y como estaba previsto. Apostamos por la presencialidad porque ésta es una universidad presencial donde se atiende al alumnado mediante una docencia personalizada. No somos expertos on line, aunque nos hemos volcado en ello porque no sabemos lo que va a venir.

¿Cuál es la situación de la UN respecto al aumento de casos positivos?

-La Universidad mantiene su actividad normal. Está facilitando que tanto los alumnos positivos como los contactos estrechos, que se ven obligados al aislamiento domiciliario, puedan seguir la docencia on line y se procura seguir de cerca también las necesidades que se les puedan plantear.

Desde el inicio del curso, ¿cuántos alumnos han sido positivos por covid-19?

-Las 11.000 pruebas PCR realizadas en los campus de Pamplona, Donosti y Madrid nos han permitido identificar a 55 personas, un 5 por mil del total, que desconocían su capacidad de contagio. Afortunadamente, no hay ningún ingreso. Además, desde el comienzo de curso se han notificado desde los centros 19 contagios entre universitarios, cuyo origen no está en el campus, sino en el ámbito familiar y de relaciones sociales.

¿Cuál es la situación del alumnado extranjero? ¿Ha podido iniciar el curso de forma presencial a tiempo?

-Actualmente un 28% del alumnado es navarro, otro 28% procede de fuera de España, y el 44% restante de otras comunidades autónomas. La mayor parte de los estudiantes han podido llegar a la UN transcurridas las dos primeras semanas de curso. Tenemos 250 alumnos de los casi 8.800 de grado a los que se les ha facilitado la no presencialidad en este primer cuatrimestre, ya que por la pandemia no han podido desplazarse.

La UN anunció que tomaría medidas si los alumnos participaban en eventos sociales como pueden ser las fiestas en pisos de estudiantes. ¿Se ha registrado algún incidente?

-Hay que destacar la enorme colaboración que están teniendo los estudiantes para cumplir con las medidas de protección sanitaria, tanto en el campus como fuera de él. Sí que ha habido algunos incidentes aislados leves fuera del campus. Desde el Vicerrectorado de Alumnos se ha aprovechado para hablar con los estudiantes y hacerles ver ese comportamiento inadecuado, y los alumnos han reaccionado positivamente.

¿Cuáles serán los mayores retos a los que se enfrentará como nuevo secretario general en un escenario tan cambiante como el actual?

-La Universidad vislumbra ya en el horizonte su 70 aniversario. Esto, aunque en el ámbito de las mejores universidades internacionales, es una edad modesta, apunta a que la UN tiene un proyecto ciertamente consolidado de servicio a la sociedad en la docencia, investigación, transferencia del conocimiento y asistencia sanitaria con la Clínica Universidad de Navarra. Mi reto es ser una pieza más para ayudar a servir a ese propósito de mejorar la sociedad desde la educación, en este caso universitaria. Quizá un deseo sería lograr que del mismo modo que se aspira a que la UN sea el sitio más atractivo para estudiar, también lo sea para trabajar.