La pornografía es, hoy en día, más violenta y accesible que nunca. Educadoras, pedagogas, sexólogas y organizaciones dedicadas a la infancia están dando la voz de alarma sobre un fenómeno que cosifica a la mujer y que normaliza la violencia sexual. "El porno mainstream es un porno hecho por hombres para hombres, es un porno salvaje, violento, de fácil acceso y absolutamente agresivo", resume Mabel Lozano, autora del libro PornoXplotación, que ha escrito junto Pablo J. Conellie, policía experto en trata y explotación de seres humanos.

"Me preocupa especialmente la normalización de la violencia sexual. En este tipo de plataformas, se da una confusión total entre qué son relaciones sexuales y qué es violencia sexual, se dan por válidas conductas de violencia sexual como, por ejemplo, violar a una chica que está sin conocimiento", explica Anna Salvia, psicóloga especialista en educación y salud sexual.

Esta erotización de la violencia supone un grave riesgo porque "el cuerpo aprende que este tipo de escenas le excitan". "Cuando un niño, una niña o un adolescente ha recibido muy poca educación sexual, la pornografía afecta a la construcción de la sexualidad, a la idea de qué significa hacer el amor, qué son las relaciones sexuales y es aún más grave en los niños, niñas y adolescentes jóvenes porque no han tenido relaciones sexuales y no han visto a nadie hacer el amor", sostiene Salvia.

La pornografía se convierte entonces en el principal educador sexual y este tipo de conductas se presentan como "una fantasía normal que puedes tener". "El tipo de relaciones sexuales que presenta son muy sexistas. Es decir, el hombre es el que manda en el cuerpo de la mujer. En el porno mainstream siempre se repite la misma historia: un hombre o varios que satisfacen sus deseos sexuales con cuerpos de mujeres. Y es un porno cada vez más violento, estamos viendo un incremento de la violencia en las escenas que salen en estos portales de internet".

Un estudio reciente de Save The Children concluye que algo más de la mitad de los adolescentes cree que la pornografía da ideas para sus propias experiencias sexuales y le gustaría poner en práctica lo que ha visto. Con (Des)Información sexual: pornografía y adolescencia, la organización analiza el consumo de pornografía en adolescentes y el impacto en su desarrollo y las relaciones con sus iguales, y destaca que para un tercio de los adolescentes es su única fuente de información sobre sexualidad.

Según el informe, la pornografía mainstream enseña "a los chicos a menospreciar a las mujeres, a sexualizar el dolor femenino, a no cuestionar el deseo y convertir el sexo en una obligación que implica la dominación de la mujer".

"A las chicas se les ofrece una única opción en la que su placer pasa a un segundo plano y su disposición es incondicional y en muchas ocasiones sumisa". Según la investigación, el deseo sexual de la población adolescente se construye, en gran medida, sobre el consumo de pornografía grauita que es machista y violenta. De hecho, los propios chicos encuestados mostraron su preocupación por el hecho de excitarse con prácticas sexuales violentas o que denigran a la mujer.

Accidentalmente

El fácil acceso a la pornografía hoy en día hace que, en muchas ocasiones, niños, niñas y adolescentes jóvenes lleguen a este tipo de páginas de forma accidental. "Tenemos niños que se quedan muy impactados con este tipo de escenas, que no pueden quitárselas de la cabeza y que, en algunos casos, han necesitado alguna terapia", advierte Salvia, que lleva 12 años trabajando la educación sexual con familias y colegios.

"Mi objetivo ahora es robarle poder al porno, que no se convierta en el principal educador sexual de las próximas generaciones. El porno va a estar ahí, pero que no sea la única fuente, que no tenga tanto poder", señala. La psicóloga destaca como algo positivo que las familias cada vez muestran más interés por la educación sexual.

"Las familias se encuentran muchas situaciones en el día a día con sus peques y no saben muy bien qué hacer, la buena noticia es que la mayoría quiere hacer educación sexual y quiere hacerlo bien. Hay que darles las herramientas".

El acceso a internet desde edades muy tempranas ha despertado esta preocupación e interés en las familias. "El incremento se ha dado en los últimos años, desde que dejamos a los niños con un móvil. En los últimos años, todas las preguntas tienen que ver con el porno, cuando antes no era un tema recurrente en las familias de primaria; ahora sí", analiza.

Para las familias, Salvia da tres pautas. En primer lugar, dar una buena educación sexual desde que nacen. "Que cuando llegue el porno, ya tengan ese cajón del cerebro lleno y que este tipo de escenas les pueda rechinar, que puedan tener esta visión crítica".

En segundo lugar, limitar el acceso a internet con aplicaciones y barreras en todos los dispositivos y navegadores del hogar. "Además de eso, no es conveniente que un niño o una niña menor de 10 años esté solo con una pantalla que tenga acceso a internet, porque esas barreras no son infalibles, eso es como dejar a tu hijo solo en Nueva York", sostiene.

Y, por último, hablar de pornografía con los hijos. "No es necesario que hablemos de porno con un niño o una niña de cinco años si tenemos a esta persona bien protegida y le estamos dando una buena educación sexual. Si pasara algo, ya nos lo explicaría porque tiene un canal de comunicación abierto. Pero con diez años sí habría que hablar con todos los niños y niños porque el porno está ya en el grupo de clase. Si es tabú, no pueden contrastar esa información y lo que necesitan saber es que eso es una película, que el objetivo del vídeo es ganar dinero. Hay que desmentir la idea que está vendiendo ahora la industrial del porno de que es una pareja que se está grabando con una webcam o con su móvil", concluye.

Salvia reconoce, no obstante, que además de las simulaciones de agresiones sexuales, en estas plataformas se cuelan vídeos de violaciones o agresiones sexuales reales, que escapan al control y que cualquiera puede verlas.

Los chat en vivo

En su libro, Mabel Lozano investiga y saca a la luz otro fenómeno de la industria pornográfica: los chats en vivo. "El porno mainstream es un porno hecho por hombres para hombres, es un porno salvaje, violento, de fácil acceso y absolutamente agresivo. Ese es el porno grande, de lo que hablamos extensamente en el libro es un fenómeno que todavía no se conoce bien en España: los chats en vivo, mujeres que están con su ordenador y están vendiendo su cuerpo y haciendo lo que los usuarios al otro lado de la pantalla les están pidiendo".

Lozano lleva años investigando y hablando sobre explotación humana y trata con fines de explotación sexual y el año pasado, durante un viaje a Latinoamérica, encontró una nueva conexión: la pornografía. "Es muy difícil hablar de prostitución sin hablar de trata y es muy difícil hablar de pornografía sin hablar de prostitución. Muchas de las mujeres que llegan ahí es por la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran", sentencia.

"En Colombia, me encontré que todo el tema de la pornografía en vivo, las cam girls, del sexo en vivo, del chat en vivo, son mujeres en muchos casos que vienen de la trata", advierte. "La pornografía en vivo y la pornografía amateur es lo que más vende ahora mismo y aquí hay mujeres que están siendo captadas igual que en la prostitución: ven aquí, vas a ganar mucho dinero, vas a ser famosa... pero, ¿cuántas actrices porno famosas hay en el mundo? ¿Diez? ¿Qué pasa con el resto de las mujeres? Se capta mujeres porque se necesita hacer muchos contenidos. Y cuando tú no tienes opciones, no tienes posibilidades, esto se convierte en una posible salida laboral", ahonda Lozano.

Una vez captadas, muchas mujeres ya no tienen escapatoria. "Y este es un fenómeno muy difícil de perseguir. ¿Dónde está la mujer? ¿Dónde está el usuario? ¿Dónde está el servidor? ¿Dónde está la plataforma? ¿El estudio? Es complicadísimo. Los pederastas están de enhorabuena. De repente, un hombre en Canadá puede estar entrando al azar donde un niño de ocho años del Sudeste Asiático y le esté diciendo qué quiere que haga con su cuerpo", explica.

Este fenómeno, además, ha experimentado un gran incremento durante la pandemia. "Se están captando chicas constantemente", alerta Lozano. La plataforma de moda, Onlyfans, por ejemplo, ha pasado de ser un servidor para influencers a un canal de porno a medida. De hecho, entre marzo y abril de este año, la plataforma experimentó un crecimiento de usuarios del 75%. Hoy en día son más de 30 millones de usuarios y 450.000 creadores de contenido.

"Muchas mujeres en situación de prostitución están usando Onlyfans para subir contenidos sexuales. Cuantos más contenidos sexuales subas, más seguidores tienes y más dinero ganas. Lo que no sabe la mayoría de las personas es que todos los contenidos que subes a Onlyfans pueden aparecer después en cualquier página pornográfica del mundo entero", lanza la cineasta y activista