a grisura de una Nochevieja covid -a la falta de confeti, de jarana y de achuchones- todavía se torna más sombría, callada y ausente entre las paredes de un hospital, aún más en el bajo C del hospital San Juan de Dios de Pamplona, donde están aislados, y así lo estuvieron en Nochevieja y Año Nuevo, los 17 pacientes ubicados en este espacio, la planta especializada en el tratamiento del coronavirus. Si para los profesionales sanitarios, todos los años por estas fechas el trabajo requiere -además del esfuerzo habitual- dosis de empatía y de trato amable, ahora, tanto para dar ánimos en el vestuario propio de compañeros, como para hacérselos llegar a los pacientes, los profesionales se empacharon de moral para transmitir esperanza y positividad a aquellos a los que tratan a diario.

Francisco Aguinaga, en la habitación 32 de San Juan de Dios, atendido por dos enfermeras que le ayudan a meterse en su cama.

El menú contribuyó para alimentar el optimismo y que así la soledad tuviera al menos que rivalizar con el buche. Para empezar el año, los pacientes degustaron alcachofas con gambas, consomé, cordero, flan de queso y un surtido de dulces navideños con turrón y mazapanes.

Uno de los que no pierde el apetito, y que mejora conforme amaina la tormenta, es José Gómez Vargas, inquilino de la habitación 25. 82 años contemplan a este palentino que llegó a Alsasua hace más de tres décadas y que trabajó en Valvulería Industrial. Gómez es un hombre de buen humor y de una mente de lucidez extraordinaria. Fue responsable de cadena de la fábrica y al hospital, al que llegó hace dos meses, se llevó varios libros de física cuántica para seguir cultivando la inquietud. Le gusta el ajedrez y salir a pasear, y aunque ha andado renqueante, cada vez se le ve más suelto. Tiene cuatro hijos que viven entre Madrid y Salamanca, con los que habla a menudo y a través de videollamadas.

José Gómez Vargas, paciente que contrajo el coronavirus y ahora ya es negativo, en la habitación 25.

Gómez contrajo el coronavirus en el propio centro hospitalario después de que, al parecer, un compañero de habitación diera positivo. No se queja y, agradecido, expresa que "me han tratado de maravilla". Preguntado por su opinión respecto a la covid, se deja de zarandajas: "Madre de mi vida, el coronavirus es algo que nos ha hecho una putada a todos". Ahora, ya es negativo al bicho, y continúa su recuperación para volver pronto a su hogar. Despidió el año zampándose las uvas a las ocho. Y a la porra.

En el mismo pasillo, en la habitación 29, entraba la tarde del 31 como un rayo, con un táper de pescado al horno con cebolla, Khoudia Diop, de 66 años, de origen senegalés y que reside en España desde hace tres décadas. Tuvo un restaurante africano frente a los frontones de la Rochapea y por allí pasó más de un día Souare Mballo, de 38 años, que se ha convertido en su ahijado. Ambos son musulmanes, compatriotas y conocidos.

Souare Mballo, de 38 años, en la habitación 29 del hospital mientras Khoudia, que se ha convertido en su madre adoptiva, le trae la cena

No fue hasta noviembre cuando Khoudia supo cómo le iba a Souare. Se enteró a raíz de que uno de sus hijos ingresara en el hospital para una intervención rutinaria cuando supo que Souare llevaba desde marzo hospitalizado, en una situación delicada. Desde entonces se encarga de visitarle a diario y de acercarle comida de su gusto. Ahora es su madre adoptiva: "Le estoy ayudando como si fuera mi hijo, le corto el pelo y le llevo comida. Pero está muy mal".

El joven, que llegó hace 13 años, trabajó en Traperos de Emaús y ahora lo hacía en una granja de ovino cerca de Irurtzun. Contrajo el coronavirus hace un mes y aún es positivo. El covid ha agravado su estado que, ya de por sí, era preocupante. Llevaba hospitalizado desde marzo. En el momento de realizar este reportaje su estado era muy débil. Ayer empeoró. Ojalá el fin de esta historia fuera otro. Retratar la pandemia es así.

SOUARE FALLECIÓ ESTA NOCHE

El senegalés Souare Mballo, casado y con una hija, falleció la madrugada de este sábado a las 3.30 horas. El desenlace fue mucho más fulminante de lo previsto. Con varias patologías infecciosas de importancia, se contagió de covid en noviembre tras seis meses hospitalizado y no ha podido superar la enfermedad. Le recuerdan como un hombre muy trabajador y dispuesto a todo, incluso a jugarse la vida para venir a Europa y buscar lo mejor para los suyos. No tuvo tampoco problemas para que se le tomaran las fotos de este reportaje, la última tarde noche del año. Es el peor final posible, el más cruel, a una historia que trataba de retratar cómo es ese drama a diario en una zona cero. Gracias infinitas a Souare y Khoudia por permitirnos contarlo.

17

Pacientes se encuentran actualmente ingresados en el bajo C del hospital San Juan de Dios de Pamplona, en la planta especializada para positivos en coronavirus o que ya lo han superado pero se están recuperando poco a poco de la enfermedad. El máximo número de hospitalizados que ha tenido con coronavirus fueron 70 durante la primera ola de marzo y 30 a partir del mes de septiembre. Durante la primera oleada, el hospital se transformó prácticamente en un centro de atención covid. En la segunda ola se ha mantenido el resto de las actividades propias del centro sanitario y se ha dispuesto dicho bajo para el tratamiento de la enfermedad, El hospital permite visitas a familiares de una persona, siempre la misma. El perfil de los enfermos que son atendidos en San Juan de Dios es el de personas mayores, enfermos crónicos y subagudos y, por eso, durante este tiempo tampoco ha variado dicho perfil tipológico.