usto en el verano entre 5º y 6º de Primaria, con 11 años, a Maitane Goñi Arce le diagnosticaron un linfoma de Hodgkin. Hoy, con 25 primaveras recién cumplidas y totalmente sana, concluye, al recordar aquella etapa, que "lo pasaron peor mis padres que yo", porque "claro, al final no dejas de ser un crío y, aunque te preocupan las cosas, también piensas un poco en tus amigos... Yo siempre he jugado a baloncesto y pensaba más en jugar que en lo que tenía". La presidenta de Adano, Mercedes Almiñana, recalcaba recientemente que "el cáncer no es sinónimo de muerte", sino que "hay muchas esperanzas" porque "cada vez sube un poco más la tasa de supervivencia del cáncer infantil" y, de hecho, se sitúa en el 75-80%. Con motivo del día internacional de esta patología, conocemos la historia de dos supervivientes.

La pamplonesa Maitane Goñi estuvo un año en tratamiento en la quinta planta del CHN B, en el hospital de día de Oncología, y "muchos meses" no fue a clase. "Es una época en la que estás muy arropado por tus amigos y dejar de ir a la ikastola y de estar con ellos para mí fue de lo más duro", relata. No obstante, "con un profesor en casa saqué el año adelante y ya el resto de cursos seguí con mis compañeros con normalidad". Gracias a esa larga estancia en el hospital fue consciente de que quería ser enfermera y hoy lo es. Con el paso de los años y la perspectiva de haberlo superado, Maitane considera que "fue un proceso de mucho aprendizaje", en el que asimiló la importancia de "valorar las pequeñas cosas, como poder estar una tarde con tus amigos, en vez de tener la mejor play station o la mejor tontería del mundo. Al final, valoras un poco la cercanía de las personas, que se preocupen por tí, las relaciones interpersonales más que los objetos y, sobre todo, conocer mucha gente que está en la misma situación, apoyarnos unos a otros y ver que, poco a poco, vamos avanzando. Sí que hay gente que se queda en el camino o, por decirlo de alguna manera, se queda con alguna secuela, pero en mi caso ha salido todo perfecto y, a día de hoy, muchas veces me preguntan si me gustaría borrar ese tiempo y sinceramente no, porque me ha enseñado muchas cosas. Me ha enseñado a valorar lo que verdaderamente quería hacer en un futuro, enfermería, y a ver la vida de otra manera".

Colabora como voluntaria y monitora en Adano -actividades interrumpidas ahora por la pandemia-, además de formar parte de un grupo de apoyo para supervivientes de cáncer infantil que se llama Kaskamotz -pelo rapado, en euskera-, el cual reclama que "tengamos un mayor seguimiento" por si aparecen secuelas, ya que "siempre te queda ese rum rum". Trabaja en una planta de hospitalización del CHN, aunque le gustaría hacerlo en Oncología Infantil, y mientras espera la segunda dosis de la vacuna anticovid, quiere dar "mucho ánimo y esperanza a todos los niños y niñas que están pasando" por este proceso, porque "al final se sale del agujero negro y somos personas normales".

"Es una niña perfectamente sana"

Elsa Izcue Martínez de Murguía recuerda el 31 de marzo de 2013 como "un día horroroso". Sin embargo, ahora lo celebran cada año. Aquel domingo de Semana Santa le diagnosticaron a su hija Ane Martínez Izcue, de tan solo 4 años, una leucemia linfoblástica. Una noticia que, reconoce, "no te la esperas bajo ningún concepto". Como señala avergonzada Ane al otro lado del teléfono, "yo no me acuerdo de mucho. Sólo recuerdo cosas buenas". Su madre destaca que "lo llevó muy bien. En todo momento colaboró, no puso pegas, nunca lloró por nada, ni por un pinchazo".

A pesar del "diagnóstico complicado", esta vecina de Gorraiz siempre pensó que su hija "iba a salir adelante. Nos hablaban de dos años de tratamiento y a mí aquello me parecía una eternidad, pero luego fue pasando el tiempo y ahora lo veo como algo que pasó muy rápido. Aprendimos a vivir de otra manera, a valorar las cosas mucho más y a que en esta vida te puede pasar de todo en cualquier momento, no estamos nadie libres", sostiene. Como explica, Ane fue entonces la primera niña a la que se le aplicó el actual protocolo para tratar la leucemia y ahora lleva seis años sin tratamiento. "No le quedaron secuelas y es una niña perfectamente sana", afirma su madre, si bien el proceso fue "duro. Pasamos momentos malos, muy malos, y luego buenos". Por eso, a aquellas familias que afrontan ahora este trance les aconseja que piensen que "las cosas van a ir bien, aunque a veces se tuerzan y pasen cosas que no esperas", como también les ocurrió a ellas, pero considera que "hay que tener confianza" porque "tenemos un gran hospital de día y un gran equipo médico en Navarra. En su momento estaban el doctor Molina -ya jubilado- y la doctora María Sagaseta, que los dos fueron un apoyo súper importante, porque nos hablaban claro y estuvieron en todo momento muy cercanos".

Y es que Elsa considera el hospital de día como "una gran familia". Por todo ello, con motivo del Día Internacional del Niño con Cáncer, reivindica que continúe el apoyo a Adano, que "hace una labor fundamental y fantástica", ya que en su caso, tanto los voluntarios como las madres de apoyo, "nos ayudaron muchísimo" y que "con todo esto que está pasando de la pandemia no nos descuiden, que es súper importante el diagnóstico rápido. Un día que pasa es un día que pierdes; es súper importante que se lleven los tratamientos al día, que yo creo que aquí lo están haciendo". Mientras, su hija Ane concluye animando a los nuevos pacientes para que "sigan adelante". Y no tiene dudas cuando se le pregunta ¿qué le gustaría ser de mayor?: "Enfermera". Se emociona.

"Recuerdo que mi familia lo pasó bastante peor que yo, porque, al final, no dejas de ser un crío"

Superviviente de cáncer y enfermera

"En todo momento colaboró, no puso pega a nada, nunca lloró por nada, ni por un pinchazo"

Madre de Ane, superviviente de cáncer