- Ana Puig es médico en el centro de salud de Mutilva. Reconoce que los primeros días de la pandemia los vivió con preocupación por desconocer la enfermedad y por el miedo a llevarse a casa el virus. El estrés y el cansancio por las largas horas de trabajo también supusieron un reto importante a la hora de desempeñar su labor.

¿Cómo recuerda esos primeros días?

- La noticia fue impactante, cuando ya nos dimos cuenta de que esto ya estaba aquí, porque era una cosa que no habíamos vivido nunca, ni está generación de sanitarios se había enfrentado a algo así. Sí que habíamos oído hablar la gripe española hace un siglo, pero es cierto que antes había otro tipo de medicina. Además, parecía casi como que era una película de ciencia ficción, había confinamiento, las calles estaban vacías, y tenía mucho estrés, porque te enfrentas a algo que no conoces. Realmente no sabíamos que alcance sanitario podía tener y ni sabíamos bien todavía qué suponía, qué consecuencias podía tener, qué tratamientos eran posibles. Con miedo también, porque te planteas que tú estás ahí al pie del cañón, pero que puedes llevar a casa la enfermedad a tu familia, a tus hijos o a tus padres, también por los compañeros. Con estrés, porque trabajábamos muchas horas y porque había cambios continuos de protocolo conforme se iban teniendo distintos datos y evidencias. Realmente, se ha demostrado que tenemos mucha capacidad de reacción.

¿Recuerda cuándo atendió el primer caso de covid?

- No recuerdo el primer paciente, pero sí el primer día. Te pones el EPI y dices pues allá voy. Tengo en mente también la sensación de decir bueno, pues venga, empezamos, espero que todo salga bien y así ha sido. No me he contagiado, pero sí se contagió un familiar mío, que también es sanitario y se contagió tres o dos días antes de que ya nos dijeran que había ponerse mascarillas. Me acuerdo también la sensación entre riesgo, miedo y preocupación por estar haciéndolo todo lo bien que se tiene que hacer.

¿Cuáles eran las primeras indicaciones que recibieron?

- El primer protocolo era que teníamos que hacer un circuito, teníamos que dividirlo en dos partes, como está ahora. En una parte para ver a las personas que pudieran estar infectadas y otra para las personas que no consultaban por ese tipo de problemas. También había otra zona de urgencias, pues para cuestiones como los infartos, que tienes que tener una sala determinada en una consulta normal. Además, nos dieron unas pautas para saber los criterios clínicos que tenía que haber para ver si un paciente era más leve, moderado o grave, qué tendríamos que hacer en ese momento, cómo lo podíamos trasladar y los sistemas que había para ello. También nos advertían de que eso podía cambiar de un día para otro, dependiendo de la situación del momento y la evidencia científica. Fuimos día a día. Con lo que me he quedado de esto es que los profesionales hemos demostrado mucha capacidad de reacción, que hemos sabido cambiar de rumbo cuando ha hecho falta sin grandes historias. Creo que hemos trabajado con mucho coraje y con mucha entrega y por ello, estoy realmente muy orgullosa de todos mis compañeros de Atención Primaria.

"La situación parecía una película de ciencia ficción, porque había confinamiento domiciliario y las calles estaban vacías?