- La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Navarra condenó ayer de conformidad a dos años de prisión por un delito de estafa a un ciudadano holandés, de origen turco, que fue el destinatario -probablemente solo se trataba del peón de una organización criminal- de 313.000 euros procedentes de una empresa de conservas de pescados ahumados de Bera, quien estaba en la falsa creencia de que estaba enviando el dinero para el pago de unas facturas a un proveedor de Noruega.

El acusado, que llevaba dos meses en prisión después de haber sido extraditado de Holanda y que estaba procesado junto a un primo suyo, en rebeldía, aceptó ayer la pena y se comprometió a pagar en 13 meses los 100.000 euros de indemnización como responsabilidad civil.

La estafa protagonizada por el acusado fue posible gracias al método man in the middle (traducido como el hombre interpuesto), un delito informático que consiste en el hackeo de las comunicaciones por email de dos empresas con objeto de tener conocimiento de la operativa de ambas. Así, la organización criminal actúa a la hora de reclamar una factura impagada, simula hacerse pasar por el proveedor real (varía solo una letra del correo electrónico real, por lo que es imperceptible) y facilita un número de cuenta bancario distinto con la finalidad de ingresar los pagos de los pedidos. Así, ese nuevo número de cuenta conduce a una cadena interpuesta de empresas tapadera, muchas de ellas sin actividad y con la única intención de distraer el dinero.

En el caso juzgado ayer, la novedad reside en que los investigadores de la Guardia Civil pudieron dar con el paradero del acusado, administrador de una mercantil ficticia. La mayoría de las veces la sede de esas tapaderas radica en países donde resulta imposible seguir la pista del dinero. Los investigadores recomiendan en estos casos de estafa que las empresas traten de verificar los cambios de cuentas bancarias por otras vías y contactar a través de un contacto físico o telefónico con la proveedora para corroborar que el email es verídico.

Los hechos ocurrieron en noviembre de 2015, cuando el acusado y sus colaboradores lograron acceder a los servidores informáticos de la empresa noruega Nova Sea, dedicada a la venta de pescado, y obtuvieron datos sobre sus relaciones con la empresa Vensy España, dedicada a las conservas de pescado y con fábrica en Bera. Por ello, los hackers remitieron un correo electrónico desde una cuenta falsa que simulaba la de la proveedora nórdica. Comunicaba que había realizado un cambio de entidad bancaria y facilitaba un nuevo número de cuenta, en el banco holandés ING.

Pertenecía dicha cuenta a una empresa, administradora a su vez de una mercantil de los acusados. Luego, estos localizaron tres facturas pendientes de pago por parte de Vensy y pidieron que se les abonara en la nueva cuenta. La empresa navarra creyó que dicha reclamación era legítima y realizó en diciembre de 2015 los pagos: dos de 98.000 euros y otro de 116.769 euros. Tales cantidades fueron retiradas de inmediato de la cuenta sin que la empresa de Bera conociera la operativa fraudulenta hasta que recibió un correo auténtico de Nova Sea en enero de 2015. Dos años más tarde, ambas empresas decidieron asumir la mitad del perjuicio sufrido y Vensy pagó 156.585,12 euros a Nova Sea.

"Me pusieron dinero sucio, no era mi intención". El acusado en el juicio de ayer en la Audiencia navarra necesitó un intérprete para entender los términos de la condena y el acuerdo alcanzado por su defensa. Para hacer uso de la última palabra, declaró que estaba "arrepentido" y que sentía "mucho lo ocurrido, porque no era mi intención. No lo hice adrede, me pusieron dinero sucio y robado en mi cuenta y no era consciente de ello". Este acusado, que fue capturado en Holanda con una orden europea de detención, que permitió que fuera extraditado, quedó ayer en libertad tras el acuerdo y se comprometió a pagar la indemnización. Tenía asuntos de estafa y delitos fiscales pendientes en Holanda.