Del David Beriáin periodista se pueden escribir perfiles ingentes, pero del David Beriáin amigo, compañero de fatigas y trastadas, hermano del alma, hay poca gente que lo pueda conocer y describir mejor que sus compañeros de cuadrilla, sus colegas de La Putada, quintos del 77 y algún rezagado del 76 que se reunían en Navidades, cada vez que venía David a prepararles migas y a unir al grupo. "Parece mentira pero el de más afuera era el que más nos unía", recuerda con una emoción que no le cabe en el pecho su amigo Mario Echecón, compañero de pupitre desde el colegio, cuando David era ya "lo siguiente a inquieto". "Una de sus tradiciones era hacernos migas en Navidades, no podían faltar. Tenía tantas ganas de ver a todo el mundo que para nosotros que viniera David era la excusa perfecta para reunirnos. Quería salir a cenar, ir al bar, aunque siempre llegara tarde porque le estaban llamando o porque le paraban por la calle porque en el pueblo le hablaba todo el mundo". Aunque la mitad de las ocasiones en las que escribía por Whats-app no supieran ni por dónde estaba, David como amigo solo reúne un adjetivo: "Impresionante, era un amigo impresionante".

Echecón, trabajador en Cinfa y el único soltero de la cuadrilla, describe con lágrimas cómo se quedó a la fiesta de su 40 cumpleaños. "Me organizaron una fiesta entre todos y, aunque cumplo en noviembre, la celebramos en junio. Y me llegó adentro cuando me dijo que había aplazado un viaje a Colombia porque no podía perderse mi fiesta". Mario dice que David habría recorrido el mundo entero, pero que "para él Artajona era su pequeño mundo de su gran mundo. Cuando venía aquí le sacaba chispas a todo. Jugaba a pala, le echaba una mano a sus padres, quedaba con la cuadrilla, se le quedaba corto el día". Mario se quedó en shock al llegar a mediodía a casa. "Un amigo del trabajo me ha escrito y me dice, ¿es verdad lo de tu colega? Ahí ya he empezado a mirar a buscar por todos lados, a mirar cosas, me han empezado a llegar mensajes y se me ha caído el mundo encima".