Pidió de madrugada un Uber desde el centro de Madrid hasta Vitoria, aunque por el camino se le ocurrió reconducir la marcha hasta Olazti. Si pensó algún momento en pagarlo, el caso es que la idea se le esfumó pronto de la cabeza. Se trataba del viaje de regreso después de haber invitado a dos amigos a irse un fin de semana de marcha intensa. Manejaba dinero en metálico y se quería dar un homenaje. A fe que lo hicieron.

Pero, cuando decidieron regresar, ya había demasiadas piedras para enderezar el camino y ni blanca en el bolsillo. Así que, al llegar a su localidad, el ideólogo de la fiesta le manifestó al conductor del VTC (Vehículo de Transporte con Conductor) que le esperara en el vehículo porque iba a subir a casa a por los 1.093,70 euros que le adeudaba. Cerró su domicilio con llave y el chófer ya no les volvió a ver.

Esta mañana, el cliente que protagonizó el sinpa, J.J.M.G., de 33 años, ha aceptado una condena de 6 meses de prisión por estafa en el Juzgado de lo Penal número 4. Ya consignó en sede judicial 730 euros de responsabilidad civil y el resto lo deberá pagar en tres meses. Además, debido a que tiene varios antecedentes penales, en caso de que quiera que se le aplique la suspensión extraordinaria de la pena y no ingrese en prisión, no podrá cometer ningún delito en el plazo de dos años y tiene que realizar 36 días de trabajo en beneficio de la comunidad. Este acusado asumió toda la responsabilidad del delito y el otro encausado quedó absuelto. El tercer implicado es un menor de edad al que no se ha juzgado aún.

Los hechos ocurrieron el 22 de diciembre de 2019 y la investigación de la Policía Foral terminó por deternerles en febrero. Los tres jóvenes habían acudido a Madrid en el vehículo del condenado, pero fueron interceptados en un control policial en el que los agentes observaron que el acusado no podía conducir al tener en vigor una condena por el que perdía el permiso hasta 2020. Fue entonces cuando tuvieron que reinventar su plan. Se dirigieron hasta el intercambiado de la Estación de Autobuses de Madrid en la Avenida de América. El procesado envió entonces un mensaje a las 3.30 a la plataforma Uber, propiedad de la mercantil Ares Capital S.A., solicitando que les recogieran allí. Cuando llegó el vehículo alquilado, el conductor les informó que el coste del trayecto ascendía a 1.093,70 euros, señalando el procesado que no había problema y que le pagaría en destino simulando una solvencia de la que carecían, ya que no tenía intención alguna de abonar dicha cantidad.

Al llegar a la altura de Olazti, el procesado y sus acompañantes le dijeron al conductor que ese era el destino, dirigiéndose a un enclave del pueblo en el que abandonaron el vehículo y le dijeron al chófer que les esperara, que iban a por el dinero. Los tres subieron al domicilio del acusado y ya no salieron de allí.