l estado de alarma y el cierre perimetral ha supuesto mayores cambios en las rutinas para localidades fronterizas como el caso de Viana. Una ciudad que limita con Logroño, La Rioja, a sólo 9 kilómetros y con Moreda, Álava, a 4. La prohibición de desplazarse a estos lugares ha supuesto importantes cambios de vida para los vianeses. Muchos de ellos no sólo tienen sus puestos de trabajo en Logroño, sino también su vida comercial, lúdica, deportiva y familiar.

Y es que hay familias cuyos miembros residen a ambos lados de cada comunidad y que, estando tan cerca, no han podido encontrarse durante meses. Para los vecinos de esta ciudad ha sido complicado también cambiar sus hábitos en cuanto a tener que desplazarse 81 o 45 kilómetros, hasta Pamplona o Estella, para hacer determinadas compras que no podían realizar en Viana, en lugar de poderlas hacer en Logroño, a sólo 9 kilómetros. Por estos motivos, entre otros, el día de ayer, primero sin cierre de fronteras, era esperado por muchos para poder llevar a cabo los encuentros y actividades que les han estado prohibidas durante tanto tiempo.

La familia de Javier Ábalos y María Carmen Fernández es uno de los casos que ayer consiguió reunirse. Ambos viven en Viana y tienen una hija en la misma localidad, Sara, y otra que reside en Logroño, Nerea. Se da además la circunstancia de que ambos pasaron la Covid en enero. "Lo más duro fue saber que quizá podían hospitalizar a mi madre, que es quien peor lo pasó, y que no íbamos a poder estar con ella", explicaba Nerea. Después de que sus padres pasasen el coronavirus, Nerea consideró que había menos riesgo para ellos y utilizó el permiso para atender a mayores, para poder ir a Viana. Aunque siempre fueron visitas al aire libre y sin quedarse a comer, por precaución. Sin embargo, los hijos de Nerea, Alicia y Mario Juanes, no habían visto a sus abuelos, a sus tíos, ni a su primo desde el día de Nochebuena. Mario está estudiando en Zaragoza y tendrá que esperar, pero Alicia pudo visitarlos ayer. "Tenía muchas ganas de estar con ellos, porque nos veíamos por videollamadas, pero no es lo mismo", explicaba. Por su parte, María Carmen aseguraba que se ha tenido que poner al día con las nuevas tecnologías para poder estar en contacto con sus nietos.

La intención de la familia afincada en Logroño, a partir de ahora, es ir a Viana todos los fines de semana. "Vendremos, aunque seguiremos siendo prudentes, visitas al aire libre y sin quedarnos a comer. Pero hay que aprovechar, que no sabemos si nos cerrarán otra vez", añadía Nerea.

El caso de Rubén Sáinz fue el de una visita frustrada. Él, junto a su mujer, Elena García, y sus hijos, Eduardo y Nicolás tenían todo previsto para desplazarse desde su domicilio en Logroño hasta Viana y comer con su madre, María José Fernández y con otros miembros de la familia. Sin embargo, a las 11 de la mañana recibieron un aviso de que había un positivo en la clase de su hijo mayor y tuvieron que cambiar los planes. "Hemos venido a Viana, pero hemos visto a mi madre desde el balcón. No queremos correr riesgos", explicaba Rubén.

Con la excepción de una semana en marzo que, por motivos de salud, María José tuvo que ir a Logroño a cuidar a sus nietos, la familia no se ha reunido en los siete meses del confinamiento. "Ni tan siquiera nos vimos en Navidades, porque en Navarra cambiaron las normas y ya no pudimos venir", se lamentaba Elena.

Aunque ayer se quedaron sin comer la paella, ni el chocolate con churros que había preparado su madre, Rubén se lo toma con resignación y espera volver otro día, con más tranquilidad. "Cuando ya sepamos si mi hijo es negativo, vendremos a poder estar con mi madre. Y ella ya ha dicho que se queda con los nietos el primer fin de semana que puedan", añadía.

Hubo quien ayer aprovechó para salir a caminar y traspasar las fronteras que antes no podía. Es el caso de Conchi Olañeta, Santiago Pérez y Sara Ábalos. Desde que comenzó la pandemia, estos amigos quedan todos los domingos para caminar. Su problema era que muchas rutas pasan por localidades como Labraza, Oyón, o Moreda, todas provincia de Álava, o incluso La Rioja. "Esto nos hacía llegar hasta la muga y darnos la vuelta, para no tener problemas", explicaba Cochi. Ayer habían decidido hacer ruta hasta Oyón, donde vive una amiga, pero la lluvia les hizo parar en Moreda. "Aunque la ruta ha sido más corta, hemos entrado en el pueblo y nos hemos podido tomar un café con tranquilidad, sabiendo que no estábamos infringiendo ninguna norma", explicaba Santiago.

Su intención ahora es hacer esas rutas que habían quedado pendientes por el cierre perimetral. El fin de semana que viene volverán a intentarlo con Oyón y el siguiente, el tramo del Camino de Santiago hasta Logroño.

A pesar de que ayer los comercios de Logroño estaban cerrados, muchos vianeses, especialmente mujeres, no quisieron renunciar a hacer sus primeras compras en la capital riojana. Así pues, optaron por ir al mercadillo de las Norias, que pone sus puestos los domingos por la mañana.

El sentir ayer entre la población era de libertad y los vecinos ya planean sus próximas compras y visitas a las comunidades vecinas. Algo que van a aprovechar ante la incertidumbre de no saber si volverán a cerrar fronteras en breve.

"Tenía muchas ganas de estar con ellos, porque nos veíamos por videollamadas, pero no es lo mismo"

Nieta de Javier y María Carmen