Julián José Jiménez Echeverría, hijo y hermano de las víctimas mortales del triple crimen de Cáseda, describió en su declaración ante el tribunal el pasado martes que los acusados, al menos el padre Juan Carlos, se vio tan apurado en la pelea que tenía con sus familiares que fue el motivo por el que cogió el arma de fuego y empezó a dispararles. El propio Juan Carlos padre testificó que él no había iniciado la pelea, pero que al ver que los tres luego fallecidos venían a por él, y le pegaban una paliza incluso usando una vara de gitano, fue cuando se le “nubló la vista” y empezó a disparar de forma instintiva. Ayer, los forenses trataron de arrojar luz sobre si las dos heridas que presentaba Juan Carlos Jiménez padre eran propias de una paliza. Tenía una erosión y hematoma en hemitorax izquierda posterior de 20 centímetros de longitud y 2 centímetros de ancho; y otra erosión y hematoma de 5 centímetros de longitud en hemitorax izquierdo en la región mamaria”. Señaló que podrían corresponder con lesiones realizadas por un bastón. En cuanto a Juan Carlos Jiménez hijo solo tenía mareos y náuseas, y un arañazo en la zona malar derecha. Sobre si los tres cadáveres presentaban alguna lesión distinta al arma de fuego, los forenses explicaron que José Antonio “tenía lesiones que podrían ser de arrastre”, Cristian una “erosión mínima en brazo” y Fermín, “lesiones en cuello que podrían ser compatibles con el efecto de presión en el cuello o deslizamiento tipo arañazo”. Precisaron que eran erosiones “superficiales”, de carácter leve según lo observado.