En la última quincena, coincidiendo con la caída del estado de alarma y la eliminación de las medidas restrictivas más severas como pueden ser el toque de queda y el cierre perimetral, las casas rurales de Navarra han percibido un significativo aumento en las reservas de julio y agosto, especialmente en fines de semana, que ya se sitúan en torno al 70%, aunque esperan alcanzar el 90% de ocupación que ya se registró el pasado año, así como en ejercicios anteriores pre-pandemia. Ese pequeño margen para llegar al completo se corresponde con que durante los meses de verano "habitualmente no se demandan las casas grandes, que suelen quedar muchas vacías, mientas que en otros momentos del año se ocupan al 100%", explica Beatriz Huarte, secretaria general de la Asociación Navarra Pequeña Empresa de Hostelería (Anapeh), integrada en la Federación de Turismo Rural de Navarra.

En este segundo verano tan atípico a causa de la covid-19, lo que los clientes más están demandando para unos días de relax son alojamientos más bien pequeños, de pocas habitaciones, y no hay una zona de la Comunidad Foral en concreto que esté más solicitada debido a que "en una hora te pones en cualquier sitio de Navarra. Los destinos se buscan dependiendo de las preferencias por un turismo más cultural, gastronómico, de naturaleza o la contratación de actividades como rutas en bici, a caballo, senderismo, nordic walking, turismo de estrellas, etc.".

Por el contrario, las casas rurales que más se han resentido a lo largo del año han sido, "lógicamente, los alojamientos de alquiler íntegro de más de 6-8 plazas debido a la limitación de personas y unidades convivenciales", comenta Huarte. A la contra, los que menos han sufrido la caída de reservas han sido los de cuatro plazas, que "han podido trabajar algo más".

Si algo ha beneficiado al turismo rural este año de crisis sanitaria ha sido el cambio de preferencias de los viajeros que ahora buscan "lugares tranquilos, sin aglomeraciones y no masificados donde la atención sea personalizada y permita un mayor y mejor control de los flujos de gente".

En cuanto al perfil de la clientela de las casas rurales, los turistas vascos, riojanos, madrileños o catalanes son unos clásicos a los que también se espera ver mayormente este año, aunque desde Anapeh advierten de que "poco a poco el turista europeo está comenzando a asomar por Navarra".

sin grandes ofertas A pesar de las complicaciones que ha tenido el sector turístico debido a la pandemia, los precios de los alojamientos rurales no ha oscilado mucho y las tarifas se mantienen estables en la mayoría de opciones, e incluso se ha podido ver incrementos en el precio en algunos casos para hacer frente a los gastos de derivados de las medidas de seguridad. "Desde la Federación no somos partidarios de entrar en una guerra de precios y de ofertas, resta valor a la calidad y el servicio de nuestros alojamientos, además de no estar condiciones de hacerlo con todo lo que hemos perdido", manifiesta Huarte.

Si bien las agencias de viajes y las aerolíneas están flexibilizando su política de cancelación frente a un panorama de inestabilidad, desde la Federación de Turismo Rural apuntan que, en su caso, "las cancelaciones tienen que darse con un mínimo de antelación y justificando el motivo, si es que tiene relación con la pandemia y quieren tener alguna consideración especial. De no ser así, lo que se aplica es la política de cancelación habitual".

Por último, desde la Federación lamentan el transcurso de este año para el sector turístico que venía "de un 2019 con datos de ocupación altos y con unos meses de enero y febrero de 2020 que hacían presagiar un muy buen año en el turismo rural y también en la hostelería", hasta que la llegada del estado de alarma en marzo los hizo parar en seco. Ahora, esperan que, con la llegada de la vacuna, la situación sanitaria se estabilice para no retroceder y que las restricciones vuelvan a limitar la capacidad de trabajo del sector.