a palabra kairaba proviene de la lengua africana mandingá, que significa gracias. Pero en Navarra es mucho más que eso, Kairaba es una asociación que trabaja a nivel social en el empoderamiento de las mujeres, la familia africana, y con profesionales en orientación y asesoramiento. Las cuatro integrantes son Fátima Djara, procedente de Guinea Bisau, Farmata Watt, de Senegal, Maya Liwonde, de Malawi, y Oumoul Khairati, de Guinea Conakry. Todas llevan entre 17 y 10 años viviendo en Navarra. Estas mujeres forman parte del movimiento Flor de África, donde más de 70 mujeres africanas en la Comunidad Foral realizan actividades de empoderamiento.

“Kairaba es un pétalo de Flor de África, nace desde ella y queremos llegar hasta donde Flor de África no llega”, explica Djara. Su proyecto lleva en marcha desde enero, aunque todavía no se ha dado a conocer públicamente. Para promover la idea hablaron con distintas instituciones, como centros y servicios sociales y las unidades de barrio de Pamplona. “Ya hemos hecho nuestra propuesta y ha tenido buena acogida en Derechos Sociales, Educación, Política Migratoria y Servicio Navarro de Empleo”, señala.

“Nuestro principal objetivo es la inserción sociolaboral y para ello vamos a ponernos en contacto con los centros formativos y la empresas”, detalla Fátima Djara; “aunque nosotras estamos empezando en esta labor, queremos ayudar a otras personas. Es nuestro objetivo desde Kairaba”. Para arrancar este proyecto mantienen conversaciones con el Servicio Navarro de Empleo, quienes les orientan sobre esta labor social.

Actualmente, en Navarra las oportunidades para las mujeres africanas quedan aisladas a “las labores de cocina, limpieza y plancha”, como se quejan las integrantes de esta asociación. “Nosotras no queremos quedarnos en simples tareas del hogar que hacen sentirnos inútiles y como que no podemos llegar a nada más”, enfatiza Djara. “No queremos menospreciar esos trabajos, pero hay mujeres dotadas de formación que no pueden quedarse estancadas en ese tipo de profesiones”, destaca Farmata Watt. Todas ellas cuentan con diversos estudios superiores relacionados con la integración social y han colaborado en diversas ONG, como Médicos del Mundo.

Otra de las patas del proyecto, explica Maya Liwonde, se centra en la educación. Cuenta que hoy en día, “muchos padres y madres africanos que viven en Navarra no tienen la orientación adecuada para entender la importancia de la formación académica de sus hijos”, y que “esto puede provocar”, explica, “un elevado fracaso escolar entre los jóvenes africanos”. Según Liwonde, “muchos de estos menores dejan sus estudios al finalizar la ESO, y no aspiran a llegar a la universidad”, lo que también cree que se puede deber a su sentimiento “de falta de oportunidades laborales por ser negros”.

“La primera generación vino directamente en busca de trabajo, no tuvieron tiempo para formarse, debido a que tenían que hacerse cargo de los gastos familiares”, apunta, “aunque hay una segunda generación, nacida aquí, que tiene mejores oportunidades de vida que sus padres”.

“Kairaba”, destacan, “ya ha dado el pistoletzo de salida y ha comenzado a trabajar con el Colegio de San Jorge en la realización de talleres para mejorar el entendimiento entre padres y profesores”. “Una vez al mes nos reunimos todos juntos, con unas siete familias, y tratamos de que los docentes hablen y entiendan a las familias, y que estas a su vez comprendan la situación del colegio”, señala Oumoul Khairati.

Hay otros talleres, como los de infancia, en los que se dedican a mostrar a los padres y madres las diferencias entre la infancia que vivieron ellos en África y la que se vive en Navarra. “Allí el castigo físico es normal, y surgen problemas entre el colegio y las familias por este motivo”. Ellas, asegura Khairati, “tratan de hacer entender a las familias que si recorren miles de kilómetros buscando una nueva vida, no puede ser solo para cambiar su nivel económico, sino que también deben cambiar algunas partes de sus hábitos culturales por los del lugar de destino”. Además, realizan acompañamiento en casos específicos.

Una de las cosas que quieren cambiar es la percepción de África que conciben muchos en la sociedad navarra. “África no es solo pobreza, como se muestra casi siempre en los medios, tenemos gente que ha estudiado y ha luchado por su futuro”, añade Farmata Watt. Por ello, quieren promover la cultura africana en las escuelas y mostrar los referentes africanos. “Nuestro continente, formado por 54 países, cuenta con una gran variedad cultural, tanto en gastronomía, danza, arte y literatura. Esto queremos darlo a conocer tanto en las instituciones como en la población navarra”. Precisamente, un deseo que comparten estas cuatro mujeres es que exista una Casa de la Cultura de África en Pamplona. “Nos gustaría participar en la creación de un centro cultural así, como tienen otras comunidades como Canarias y Cataluña”, agrega Djara. “Es nuestro sueño, ojalá algún día podamos hacer conciertos e invitar a cantantes africanos aquí”, puntualiza Khairati.

Otra iniciativa que buscan promover es la acogida por parte de familias africanas de los menores no acompañados que llegan aquí. “Allí, en nuestros países de origen, existe una percepción de la acogida distinta, porque la gente te recibe en sus casas con los brazos abiertos”, subraya. “Si un niño emigante llega a un hogar de paisanos, vamos a lograr que se siente como en casa”, remarcan.

Las cuatro quieren agradecer a la fundación Caja de Navarra por creer en el proyecto y cederles un local para que puedan reunirse y trabajar. “Sin embargo, solo podemos utilizarlo hasta diciembre y pedimos si alguien nos puede ceder un nuevo espacio para continuar con esta labor”, manifiestan.

“No queremos que a las africanas lo único que se les ofrezca sea plancha, limpieza y cocina”

Cofundadora de Kairaba

“Hay que promover la cultura africana en las escuelas y mostrar nuestros referentes”

Cofundadora de Kairaba