"La sexualidad es contigo mismo y la afectividad es con los demás. Por esa razon el tema trans no es tanto una cuestión social, sino más bien una cuestión íntima y personal". Iván Garde es un hombre trans de 55 años que vive en Pamplona y lucha por los derechos y la visibilización de las personas trans.

Nació en "una familia navarro-vasca de toda la vida, donde la madre era la matriarca y el padre traía dinero a casa", explica. Desde pequeño sentía que tenía más afinidad con su padre o sus hermanos que con su madre y sus otras hermanas. "Miraba a mi padre afeitándose y tenía claro que algún día yo también tendría que aprender a hacerlo". Pero esa idea se fue desvaneciendo a medida que crecía, "poco a poco te empiezan a negar tu expresión con frases como 'esto no es de niñas' o 'no hagas esto que es de chicos', admite.

"De esa manera, cuando llegué a la adolescencia, tuve que escoger entre ser rebelde o conseguir el amor de mis padres, que significaba no ser en mi caso... metí para adentro mi identidad", relata. De esa manera, Iban decidió cerrrar la puerta a esa parte de sí mismo, y continuó "jugando con el papel de ser una chica".

A los 18 años se adentró en el mundo del activismo defendiendo los derechos de las mujeres lesbianas que, "en esa época, estaban totalmente invisibilizadas, porque nuestra sociedad es totalmente falocrática y falocéntrica", asume.

No fue hasta los 33 años cuando empezó a interesarse por la realidad de las personas trans, ya que los referentes que había encontrado hasta ese momento "no eran nada atrayentes". Tras trabajar durante seis años en la noche, aseguró que "mis referentes trans eran prostitutas y artistas maltratadas con las que coincidía y a las que tuve que sacar de muchas situaciones incómodas porque las agredían constantemente". Por ese motivo, y aunque sentía una "afinidad extraordinaria" con ellas, el sentimiento de miedo era muy superior, ya que "no sentía la fuerza para sobrevivir de esa manera".

Un miedo que poco a poco se diluyó, especialmente cuando vio un reportaje del National Geographic sobre comunidades trans en sus distintas etapas: "Era un documental estadounidense donde salian hombres trans antes, durante y tras todo el proceso". Un reportaje que "me visibilizó la invisibilidad. La posibilidad de llegar a un punto de cambio en el que todo el mundo me vea como hombre y nadie dude de mi identidad".

Aunque muchas veces esa visibilización es imposible, ya que "vivimos en una sociedad dictatorial donde tienes que pasar por el aro, tienes que seguir unas normas y donde tódo lo que destaca está indiscutiblemente mal", admite. Pero "hay quienes quieren sentirse reconocidas como ambiguos, intersex, no binarios y la sociedad tiene la obligación de reconocer todas estas identidades y reconocer el derecho al libre desarrollo de cada personalidad", añade.