Esther G. se encontraba el jueves pasado a eso de las 14.00 horas en casa con siete de sus hijos, todos ellos menores, en Olave/Olaibar. El domicilio se sitúa junto al río Ultzama y la carretera pasa por encima de la vivienda. En ese momento ella observó cómo el agua que procedía del asfalto corría con fuerza por la calle junto a la puerta principal de su casa para posteriormente desembocar en el río. “La falta de limpieza de las cunetas provoca situaciones como esta”, indica Esther, madre de once hijos. Su pareja, G.F., profesional del sector de la climatización, tiene habilitada la planta baja para oficina y taller con herramientas. “Llamé al 112, primero, y posteriormente a la Guardia Civil”, cuenta Esther. Por la noche, una patrulla de la Guardia Civil se personó en el domicilio y auxilió a esta familia, a quien ayudó a retirar herramientas y mobiliario de las habitaciones de la vivienda, en las que iban a entrar el agua procedente tanto de la carretera como del río. A eso de las 22.00 horas, Esther recuerda que comenzó a inundarse el inmueble. “El agua superó el metro de altura en varias de las estancias. Entre las 4.00 y las 5.00 se produjo el nivel máximo, y a partir de las 8.00 horas del viernes ya fue bajando”, relata, aunque el jueves no desalojaron la vivienda.

La riada provocó el corto de luz en la casa, además de estropear la caldera de la calefacción. “Por primera vez nos hemos quedado sin agua, y desconocemos el motivo”, relata esta afectada, que finalmente toda la familia se desplazó en la tarde del viernes a un hotel para alojarse, hasta que no terminen de acondicionar la casa, en la que habitan desde hace casi 20 años. “Me gustaría felicitar a la Guardia Civil por su buena actuación, y denunciar la falta de limpieza de las carreteras y la escasa atención que les prestan sus responsables”, reitera Esther, quien ayer cumplió los años, y solo pensaba en poder limpiar su vivienda. “Con frecuencia padecemos una inundación en casa por el río Ultzama”, dice enojada.