alimos en pijama y zapatillas de estar por casa, a las 5.30 de la madrugada, con la niña en brazos, las escrituras de la casa y alguna medicina y nada más, con medio metro de agua esperando en la calle y los pies ya cubiertos dentro de la vivienda. Nos acogió el vecino del segundo, nos dio comida, ropa y alimentos y nos pasamos toda la mañana en su casa. Y fue gracias a ellos, a los vecinos, que lo oiga bien claro la alcaldesa de Burlada, fueron ellos quienes nos salvaron la vida porque nos avisaron a tiempo por teléfono de la riada ya que estábamos dormidos. Aquí no pasó ni un policía municipal a preocuparse por nadie y a la alcaldesa ni está ni se le espera, porque su dejadez es absoluta con los que lo hemos perdido todo". Así claman, un mes después de aquello, Adriano Becerra Gallego, de 50 años, y vecino del bajo del portal número 6 de Burlada, y su pareja Maite Barbarin Hermoso de Mendoza, de 39 años, al recordar aquella maldita noche del 10 de diciembre. Su niña, Anne, de 4 años, vivió entonces su peor pesadilla y, desde aquello, para ellos todo esto ha supuesto "un tsunami emocional". Necesitan incluso ayuda psicológica para enfrentarse a este shock, porque "es muy difícil de gestionar quedarte absolutamente sin nada. Es muy duro emocionalmente y tenemos un nivel de ansiedad y de angustia muy alto", detalla Adriano. "No tenemos nada, nos hemos quedado vacíos. Tenemos una casa porque hay suelo, paredes y techo, pero nada más, porque hay que tirarlo todo", recuerdan Adriano y Maite, una de las cuatro familias de los bajos de la calle El Soto que tuvieron que ser desalojados cuando el río tragó sus viviendas. Ahora viven de alquiler, en un piso que se han buscado por su cuenta tras pasar unas semanas en la Txantrea, en casa de la madre de Maite. La alcaldesa, Ana Góngora, de Navarra Suma, les prometió ayuda, pero esta solo se tradujo en el ofrecimiento de un piso con cocina y sin un solo mueble al que podían ir de alquiler. "La alcaldesa no nos ha dicho ni una verdad. No da la cara y su gestión es pésima y nefasta. Entendemos que fenómenos así a veces son imposibles de frenar, pero hay que reaccionar de alguna forma. Nos ofrecieron un alojamiento en el que no teníamos ni una silla para sentarnos. Nos dijeron que eso corría de nuestra cuenta. Ahora no quiero ni hacer las cuentas, pero gastamos unos 1.200 euros entre la hipoteca, el gas y la luz de nuestra casa, y el alquiler y los gastos del piso alquilado. Pero es que hasta verano no podremos volver al hogar, que sigue igual de anegado. Levantas el parquet y solo hay agua debajo. La casa tiene más de un 50% de humedad, no tenemos ni muebles, ni ropa, ni enseres, ni electrodomésticos, no se puede vivir ahí hasta dentro de varios meses. Y nos inundan muchos sentimientos encontrados, porque nadie nos orienta ni nos dice qué podemos hacer. Se prometen ayudas, pero aquí nadie anticipa nada". El único buen recuerdo que saborean es la ayuda de los voluntarios de Gora Burlata y del vecindario que se volcaron con ellos para limpiar todo lo que pudieran su casa.

En madrugadas como la del lunes esta familia no pega ojo. Esa intranquilidad no cesa. "La intensidad de ese recuerdo la tenemos ahí dentro y más en noche como la que hemos pasado. Eso no se olvida".

"Salimos de casa en pijama, con medio metro de agua en la calle, y solo con

las escrituras

de la vivienda"

Vecina del bajo calle Soto 6 de Burlada

"La gestión de la alcaldesa ha sido pésima. Los vecinos nos salvaron la vida y nuestra casa está arrasada, vacía"

Vecino del bajo calle Soto 6 de Burlada