Carlos San Juan De Laorden. El clamor social de las personas mayores que han quedado excluidas en un mundo digitalizado y que no garantiza la atención presencial en la banca tiene nombre y apellidos. El médico valenciano jubilado de 78 años ha entregado esta misma semana 600.000 firmas que ha reunido en la plataforma change.org con la campaña "Soy mayor, no idiota", para exigir "un trato más humano en las sucursales bancarias".

Tal es la repercusión que ha logrado, que ha conseguido encontrarse con la ministra Nadia Calviño y con entidades bancarias que han prometido revertir la situación. Sin embargo, asegura que seguirá con la campaña hasta ver que esas promesas se materializan y ve cómo no se excluye a los mayores y se les atiende "sea cual sea su edad".

Lo primero, enhorabuena. Más de 630.000 firmas que apoyan su reclamación. ¿Esperaba esta acogida por parte de la sociedad?

-No, en ningún momento. Me había quedado quieto con las 102 firmas que recogí a nivel personal, con amigos, familiares... Estaba satisfecho por no caer en el "este no es mi problema". Lo había intentado con mis medios. Pero luego, afortunadamente, change.org lo difundió. Y quiero dejar constancia también de la labor de los medios de comunicación, son los que lo han vehiculado con empatía, cariño y profesionalidad. Son los que han hecho que de una chispa salga un incendio, en el mejor sentido de las palabras. Espero que no se apague y siga.

El detonante para que naciera esta campaña fue un día en el que el cajero se tragó su tarjeta. ¿Cómo fue?

-Bueno, fue que la entidad donde llevo 51 años como cliente pasó de atenderme correctamente a blindarse tras una fusión. Cambió de personal, no conocía a nadie a través del cristal. Pasaron a tener la puerta cerrada y por mucho que tocaras el timbre, la puerta no se abría. Y no solo era yo. Había un montón de gente mayor, vulnerable, con muletas, silla de ruedas... que estaban de pie muchas horas, se mojaban bajo la lluvia€ había una falta absoluta de respuesta y un cartel de "sin cita previa no se atiende". Cuando pudimos establecer un diálogo con los trabajadores, que debo decir que se veía que no estaban haciendo lo que querían sino siguiendo órdenes, me instaron a que me cambiara de banco si no estaba conforme con la respuesta recibida.

¿Y cómo se sintió?

-En ese momento confieso que me quedé sin voz. Demuestra que tengo razón en que las personas mayores somos más vulnerables y débiles emocionalmente, y no supe reaccionar. Me vine a casa muy triste, emocionalmente afectado y con el recuerdo de las personas que estaban en una situación vulnerable. Y ahí es cuando inicié la recogida de firmas, motivado por esas personas que son un clamor silencioso, porque al no tener acceso a ningún medio digital no pueden transmitir su petición y quejas.

De hecho, usted admite que se sabe desenvolver con las nuevas tecnologías, pero representa a todo un sector de la sociedad, ¿verdad?

-Sí, me sé desenvolver pero tengo parkinson, y en un cajero no soy lo suficientemente ágil. Desde que empecé con síntomas de la enfermedad siempre he buscado cajeros sin cola y he ido en hora de oficina, porque a veces a lo mejor por culpa mía se ha tragado la tarjeta. Y antes tenía siempre una respuesta humana muy empática por parte del personal que me ayudaba. Pero ahora no es así. Me puedo manejar despacito en un ámbito de serenidad, pero si me están contemplando o tengo prisa soy un desastre nacional. No puedo desenvolverme bien, me pongo nervioso y me quedo el último en la cola porque dejo pasar a todo el mundo. Además, por ejemplo yo una transferencia no me atrevo a hacerla. Me manejaba bien pero desde que el banco se fusionó, la aplicación es muy difícil.

El nombre de la campaña refleja el sentir del sector: 'Soy mayor, no idiota'.

-Efectivamente, y el mío personal. Me puedes llamar viejo, anciano... lo comprendo porque lo soy. Pero lo que no soy es idiota, y el sentido que le doy es el real, el que conoce todo el mundo; el de ser molesto. Pero yo no molesto a la banca, no les estoy pidiendo a los banqueros dinero de sus bolsillos, estoy reivindicando mis derechos. La banca voluntaria o involuntariamente se ha convertido en un servicio público. Me obligan a realizar todas las operaciones relacionadas con el dinero en el banco. La pensión la tengo que cobrar a través del banco, y solo es un ejemplo que todos conocemos. Además, estamos pagando comisiones, y si este camino hubiera seguido nos hubiéramos convertido en trabajadores para la banca sin cobrar y encima, pagando.

¿Cuál es la solución?

-Yo no digo que el avance digital sea negativo, lo que digo es que tiene que ser una transición más suave, en dos velocidades. Una para las personas que se suban rápido a ese tren y otra para los que vamos a pasar de un carro a un tren de menos velocidad. Además, hay gente que no tiene medios económicos ni para pagar internet, porque apenas pueden llegar a pagar el alquiler y su manutención diaria. Que a esas personas les digan que tienen que pedir una cita para cobrar su pensión de 600 o 450 euros y que tienen que buscar a alguien que les ayude a través de una APP... es inhumano.

Esta semana ha tenido un encuentro con la ministra Nadia Calviño. ¿Confía en las palabras que aseguran que la banca garantizará la atención presencial?

-Sí que confío, sí. La ministra podía haberse escudado en que estaba en el consejo de ministros, porque así era. Además, podía haberme recibido en el despacho y yo le estaría transmitiendo una opinión subjetiva, pero lo hizo delante de todos los medios. De alguna manera ella lo hizo público y dijo unas palabras muy concretas, sin maquillar. Ahora no seré yo quien le diga: señora Calviño, no ha cumplido usted su promesa, serían todos ustedes los que le recordarían con la hemeroteca que lo dijo el 8 de febrero del 2022. La esperanza nace de eso, y de que antes de las 24 horas de entrevistarme con representantes de los bancos más importantes, el Santander ha anunciado que el 24 abre sus puertas con un gestor senior y Abanca, la banca gallega, se ha comprometido a abrir sus puertas y mantener las sucursales en el mundo rural gallego. Sabemos que es un mundo rural envejecido y con muchas personas vulnerables.

Y ahora, ¿qué? ¿Se da por satisfecho o continuará con la campaña?

-Continuaré con la campaña. Sigo pidiéndoles a ustedes, que han sido fundamentales, que sigan dando voz a esto. Yo involuntariamente me he convertido mediáticamente en protagonista de esta petición pero realmente los protagonistas y la razón de esto, ni conocen la campaña ni la han firmado. Si conseguimos dos millones mejor que un millón, así estamos diciendo que seguimos alerta y no nos conformaremos con una flor de un dia y que las palabras fueran maquilladoras y en la práctica se siguiera con la exclusión e imponer la digitalización.

¿Cuál es el objetivo final? ¿Pasar de las palabras a los hechos?

-Pues sí, evidentemente quiero llegar a esto, y que esos hechos se mantengan. El objetivo final es ver que no se excluye a nadie y se mantiene la atención humana, la atención directa y personalizada según la capacidad de cada cliente tenga la edad que tenga. Y también ir adoctrinando en el manejo de los cajeros. Y a partir de ahí, todo lo demás será bienvenido. Si quieren culturizarnos en el mundo digital, en el metaverso o en la realidad virtual, lo que quieran, pero de una forma voluntaria. Hay que tener en cuenta también que los mayores por muy buena voluntad pongamos tenemos el problema de que igual a la de tres días se nos ha olvidado; que no nos excluyan por eso. Que no nos exijan lo que no podemos tener ni lo que ellos podrán tener a nuestra edad.