Han sido muchas las muestras de cariño y los homenajes que David ha recibido en estos meses. Este jueves la Universidad de Navarra le entrega a título póstumo el premio Luka Brajnovic por una trayectoria profesional "impecable marcada por la defensa de la libertad, los valores humanos y la dignidad de las personas". Como madre, ¿qué siente con estos reconocimientos?

-Siento mucho agradecimiento, sería una ingrata si eso no lo pusiese por delante, pero no es una de las cosas que me eleven o que diga mira qué hijo más maravilloso he tenido, porque quizá él también me decía muchas veces que los premios ni quitaban, ni ponían. Que estaban bien cuando te los daban, pero ya está. Hombre, a mí el que se lo den ahí donde se gestó su vida y donde él entró a trapo en la Universidad sí me emociona, mucho, pero también me emocionó mucho que el Gobierno de Navarra le diese la medalla, pero no me emocionan hasta el punto de decir me ahueco como una clueca y fíjate; no. Quizá algún día tome más conciencia de esto, pero hoy por hoy prefiero quedarme ahí, prefiero que recuerden a David como una buena persona, como una persona comprometida con la vida. Sé que todo esto va a pasar, Maite; esto llegará un día que se va a olvidar.

No lo creo.

-Sí, se va a olvidar porque todo se olvida. Yo no, porque antes iré con él, y para nosotros siempre va a ser él, pero el mundo lo olvidará.

No olvidaremos a David porque permanecerá en cada una de las personas que le conocimos.

-Todo el mundo olvidamos.

No. Por otro lado, David siempre mostró un claro compromiso con la formación de los jóvenes periodistas. ¿Qué mensaje le gustaría transmitirles?

-Uno muy claro: que hagan un periodismo comprometido, sobre todo con la justicia, con la verdad, con la pobreza, que para hacer otros programas ya hay quién lo haga. A mí me gustaría que fuese un periodismo inquieto, comprometido, de luz, de denuncia, de voz de los de sin voz.

Estos días, al ver las noticias que vienen de Ucrania, ¿qué siente?

-Que los hombres no vamos a aprender nunca y que no hay derecho. Que en esta humanidad tan culta, tan prepotente, con tantos recursos, con tanta preparación, que nos comemos el mundo, que somos capaces de permitirnos un viaje a la Luna o riquezas impresionantes, cómo hoy hay que solucionar el conflicto con la muerte. Es algo que me parece que la historia nos tendrá que juzgar muy duramente.