En 2018 el cirujano Carlos Bardají Pascual puso en marcha la ONG Hope & Progress para operar en países de África a niños y niñas con diversas patologías. Gracias a su larga experiencia como cooperante -ha impulsado tres ONG-, el jefe del servicio de Cirugía Pediátrica del Hospital Universitario de Navarra (HUN) ha aprendido que "hay que hacer un proyecto que sea materializable, visible, tangible y dedicarse en cuerpo y alma y no dejarlo a medias, porque entonces se decepciona todo el mundo, los de aquí y los de allí. Una vez que el proyecto funciona, si se puede hacer crecer ese modelo, que es lo que hemos hecho, hay que seguir por ese camino". Y es que este facultativo con 44 años de trayectoria y más de 40.000 cirugías practicadas hasta la fecha aboga por la seriedad en la cooperación, porque "lo que hay que hacer es infinito. Somos una micropartícula dentro de lo que hay en África, pero cuando uno decide hacer algo tiene que hacerlo bien y no parar". De hecho, comenta que le dice a su mujer: "Yo moriré en África, pero por dos razones que son lógicas. Porque cada vez estaré más allí y, como mi edad ya es respetable -67 años-, cuando tenga un problema de salud me moriré fácilmente allí porque no habrá nadie".

Esta ONG comenzó realizando una expedición al año, pero ahora desarrolla ya tres. En cada una participan 14 profesionales voluntarios, que se sufragan todos sus gastos, y allí operan a destajo con dos mesas de quirófano simultáneas -de 8.00 a 19.00 horas-, de manera que intervienen a unos 14 niños cada día -alcanzando un promedio de 70 en cada viaje-. La próxima expedición parte el 9 de abril al sur de Senegal. Por primera vez Hope ?& Progress ha organizado este jueves una gala benéfica para recaudar fondos para sufragar todo el materia fungible (batas, guantes, mascarillas, gorros, suturas, sábanas, apósitos, jabones...) e inventariable.

Lleva unos 25 años viajando a países de África para intervenir a niños y niñas con diversas patologías.

-Más o menos 25, pero no en el formato actual. Mi primer contacto con la cooperación fue cuando vi llegar niños saharauis en verano. Entonces ya era jefe de servicio en el Hospital Juan XXIII de Tarragona e hicimos programas para operar en fin de semana, sábado y domingo. Un pediatra solidario, el cura del hospital y yo montamos una ONG, que se llamaba Forum Solidario. Después de hacer este proceder durante varios años, en 2000 me fui al Sáhara y allá vi las penurias que hay y que había que hacer un plan con otro formato y otras dimensiones. Estuve un año pensando cómo y entonces un amigo mío dentista que había ido a Burkina Faso el año anterior con un grupo me dijo que ese país ya empezaba a ser peligroso, como luego se demostró, y decidió ir a Senegal. Me dijo por qué no te vienes y así por lo menos lo ves.

Y, entonces, decidió viajar con él.

-Cogí a un anestesista muy valiente que vino conmigo, a una sobrina mía que estaba en Primero de Medicina, y su madre, que es mi hermana, le dio miedo y quiso venir también. Éramos un cuarteto extraño, pero llegamos allí y efectivamente empezaron a salir enfermos. Me había llevado dos maletas llenas de material, aunque no tan voluminoso como ahora, solamente guantes, no había batas ni nada, y operamos 34 niños en ese primer viaje.

¿Qué tipo de intervenciones quirúrgicas suelen realizar?

-La palabra sería todo; ahora decir todo es como no decir nada. Vamos a concretar un poco. Son todas las malformaciones congénitas que nadie ha operado porque no hay un sistema público gratuito. Hay un sistema público que provee estructura, o sea paredes, profesionales muy básicos, pero luego lo que es el servicio hay que pagar. Son Estados pobres. Entonces, un ciudadano puede ir a un hospital y le ve un médico de familia, le puede ver una enfermera o una comadrona, pero se paga la visita. Si hay que intervenir, se financia la operación. Entonces claro, si hay que hacer por ejemplo un escáner o una resonancia ya no hay quien lo pague y la cirugía menos. ¿Qué se encuentra uno? Se encuentra problemas que aquí a los tres meses ya están resueltos, porque la cirugía infantil tiene un calendario, por ejemplo un labio leporino a los 3 meses tiene que estar resuelto y allí te encuentras niños de 10, 12, 14 años y hasta hicimos una vez un adulto. Nosotros vimos que había un enorme nicho de salud donde había que trabajar y, además, no hay cirujanos pediátricos. Entonces, nosotros teníamos que operar todo aquello que está sin operar, que es todo, y ya descendiendo al detalle son malformaciones congénitas de la cara o cuello, grandes hernias abdominales, de la ingle, tumores del resto del cuerpo, espinas bífidas que dicen vulgarmente o mielomeningocele.

¿Qué diferencias hay entre los niños que opera en Pamplona y los que interviene en África?

-Yo diría que los niños allí son más robustos, son más alegres y tienen muchísima mayor resistencia al dolor, aunque evitamos el dolor, pero sí que es verdad que a pesar de poner analgesia algún niño se queja. Allí yo he visto niños que he tenido que frenarlos porque por la tarde querían ir a jugar a fútbol y les decía pero no ves que eres un inconsciente. ¿No ves que te van a dar un pelotazo en los testículos, que te los acabamos de operar? -sonríe-.

¿Cuáles son los mayores logros que ha conseguido la ONG?

-Cuantitativamente, llevamos ya cerca de 1.200 niños operados; es una barbaridad, cuando lo pienso me estremece, porque suponen 1.200 vidas que viven mejor, 1.200 familias que no han tenido que gastar ni un duro, porque todo lo hemos dado nosotros -los fungibles, los aparatos y las manos-. Es un dinero que no ha circulado, pero pensemos que una intervención media en Senegal puede valer 1.000 €. El sueldo de un año de una familia modesta son 1.000 €; no lo podrían ahorrar ni en 20 años. Entonces, si llevamos 1.200 operados a 1.000 cada uno ya es 1.200.000 € que nuestras manos han puesto ahí.

¿En estas expediciones cuáles son las mayores trabas o problemas que debe afrontar la ONG?

-Los problemas son que para operar esto con esas condiciones que no existen hemos de crear unas mínimas condiciones. Por ejemplo, no hay agua. Hay sitios que hemos hecho un pozo, le hemos puesto una bomba, hemos instalado tuberías, hemos llevado agua al quirófano para poder lavarnos antes de operar, asear a los pacientes si no están limpios o luego fregar el suelo. Antes de tener agua teníamos que ir a sacarla de algún pozo lejano, traerla con garrafas, lo cual es mucho peor. Luego, por ejemplo, hace falta oxígeno y en África es carísimo. Hay que proveerlo para toda la campaña, hay que ser también un poco mecánico, porque hay que hacerse uno mismo las conexiones, que las hago yo. Entonces, cuando tenemos agua, tenemos oxígeno, tenemos un techo... Cuando uno llega a operar se encuentra que no hay UCI, no hay sangre y entonces tienes que hacer las cosas perfectas. No te puedes permitir un desliz y nunca nos ha pasado nada, jamás. Entonces, para que esto sea un éxito hay que llevar a gente muy experta -recalca-. No puede ir uno que aquí sea un crack pero allí le tiemblen las piernas, como cuando tiras un penalti en un partido. El que más ha fallado es Messi y ¿Messi es malo? No, es muy bueno, pero es el tío que más ha fallado penaltis de los que hay actualmente en activo. Los que yo llevo tienen que ser todoterrenos, que no se quejen de nada, que no digan esto lo haría yo de laparoscopia, ¿dónde está el laparoscopio?... Pisa con los pies el suelo.

De las 1.200 operaciones, ¿hay alguna que recuerde especialmente?

-Muchas. Podíamos decir todas, pero tenemos un caso que fue extraordinario. Era un niño que me presentaron en una expedición logística previa de las que hago para ver niños a los que operar. Tenía un tumor torácico que era tan grande que le había salido ya del tórax, pero claro el problema era lo que no veíamos, que estaba dentro, y gracias a que abrió las costillas y salió fuera del tórax, hizo una expansión. Si no llega a abrir las costillas, la comprensión lo hubiera matado. Este niño se moría, no se podía evacuar, nadie tenía dinero, a Europa no se puede enviar un niño africano y entonces dijimos vamos a operarlo. De las dos mesas que yo tengo, paré una, nos dedicamos solo al niño y estuvimos todo el día. Claro, no teníamos sangre, no teníamos UCI y no teníamos un sistema de drenaje del tórax mediante un vacío. Entonces pudimos hacer la operación, lo sacamos todo entero y tuvimos que hacer unos artificios para tener al niño vigilado, dormíamos con él por turnos, le pusimos un drenaje que lo aspirábamos a mano hasta que dejó de salir, lo paseábamos al sol todos los días, empezamos a darle de comer poco a poco y el niño está magníficamente bien. Me envió unas fotos dos años después de la operación y no se ve ni la cicatriz, porque luego para cerrar el agujero tuve que coger un músculo de la espalda, ponerlo delante... Este es un caso que quizá ni en España hubiera sido fácil de operar.

¿Considera que su experiencia como cirujano en África le ha hecho ser mejor profesional?

-Yo creo que me ha hecho ver la vida de otra manera. Sabes quitar muy bien el grano de la paja. Yo me río para adentro cuando veo los problemas que me plantean aquí la gente, ¿no? A mi me viene gente que tiene un niño que hay que operar, que tiene 2 años, que está en una escuela maternal y que le ha dicho la psicóloga que le operemos en Semana Santa porque si no el niño va a perder clases, se va a frustrar y le va a repercutir negativamente en la salud. O sea, estamos hablando de un niño de un parvulario, que ya va a una psicóloga, que nos da lecciones acerca de una operación que no conoce, que la hacemos ambulatoria, porque el niño va a perder clase, como si estuviera preparando oposiciones para abogado del Estado. Cuando uno ve eso y ves al otro lado que hay gente que su principal problema es que no saben si van a comer, porque no tienen ahorros, dices algo se está haciendo muy mal. No vamos bien; esa madre va mal, la psicóloga va mal, algo falla...

Han hecho al menos tres expediciones durante la actual pandemia de la covid-19. ¿De qué manera ha afectado a África la pandemia?

-En 2020 fue el fuerte de la pandemia, y el decreto de alarma se impuso el 14 de marzo. Entonces, África hizo lo mismo, hizo un sistema de protección porque al no tener medios las medidas fueron más duras, con toques de queda y tal, pero qué ocurrió. Que en África no hubo nada. Los alarmistas decían África va a desaparecer y yo dije No, no va a desaparecer. Han tenido pandemias peores que la nuestra, epidemias peores, han tenido el ébola, tienen el sida y no les ha pasado nada. Por qué. Primero porque la población vive muy dispersa, no viven hacinados como aquí, no se concentran y, por otra parte, aquí los que han muerto verdaderamente son los de las residencias y gente pluripatológica. Estos ya no existen en Senegal, porque ya han fallecido, porque en Senegal la esperanza de vida media son 66-67 años y la mitad de su población está por debajo de los 18 años. Entonces, quiero decir que los que hubieran tenido que morir ya estaban fallecidos. La mitad son jóvenes, que no les ha afectado tanto, y los que van de 18 a 60 años, como viven dispersos, no se han infectado.

Gala benéfica

Recaudación para cubrir 3 viajes

-Donaciones.

La ONG Hope & Progress ha organizado este jueves una gala benéfica que tendrá lugar a las 20.30 horas en el Hotel Tres Reyes. La reunión pretende "ser una reunión agradable con amigos, simpatizantes, cooperantes, sponsors...". El precio de la cena eran 100 euros, si bien ya no es posible apuntarse al evento. No obstante, se pueden hacer donaciones a la asociación llamando al teléfono 948 98 01 05. "Con el dinero recaudado probablemente podamos pagar todos los fungibles de tres expediciones completas de 2023", indicó Bardají.