El Juzgado de lo Penal número 4 de Pamplona ha condenado este jueves de conformidad a cuatro años de prisión por cuatro delitos de vulneración de la intimidad al empleado de una hamburguesería de Pampona, Jonathan Patricio M.Q., de nacionalidad ecuatoriana y de 30 años de edad, por haber grabado a otras tantas compañeras de trabajo mientras se cambiaban de ropa en el vestuario.

El Ministerio Fiscal le pedía de inicio al acusado 60 meses de prisión aunque ya advertía que solo tendría como cumplimiento íntegro de la pena el triple de la mayor. Entonces proponía también la expulsión del territorio español que fue finalmente desestimada del acuerdo.

El acusado, que contaba con un antecedente penal previo por haber sido condenado por conducir bajo la influencia del alcohol, no ingresará en prisión al haberse suspedido la pena a condición de que no cometa un delito en cinco años.

Para formalizar el acuerdo, el juez escuchó la opinión de las víctimas que manifestaron su deseo de que el asunto se cerrara cuanto antes.

Tendrá que hacer frente en cuatro meses la responsabilidad civil de 3.000 euros a indemnizar a las cuatro afectadas y deberá cumplir 292 días de trabajos en beneficio de la comunidad. Además, tendrá que someterse a un programa de formación y educación sexual para corregir su conducta.

EN NOVIEMBRE DE 2019

Los hechos con los que se ha conformado el acusado exponen que "trabajaba como encargado en una hamburguesería de Pamplona, y que con intención de ver a sus compañeras de trabajo en el momento en que procedían a cambiarse de ropa, los días 8 y 30 de noviembre de 2019, y 1 y 8 de diciembre de 2019, colocó su teléfono móvil en modo de grabación en el vestuario donde ellas se cambiaban en los turnos de trabajo.

De este modo grabó a cuatro trabajadoras, de 23, 24, 27 y 36 años de edad, que "en los momentos en los que se quitaban la ropa que llevaban, se quedaban en ropa interior y se ponían el uniforme de trabajo", y a la inversa. Además del perjuicio moral sufrido por todas ellas por la invasión de su intimidad, una de las víctimas presentó síntomas de ansiedad, tristeza y alteración del sueño, entre otras secuelas.