Yabusele demostró ayer su mal perder en el Buesa Arena. El voluminoso jugador francés perdió los papeles y al término del partido de este domingo entre el Baskonia y el Real Madrid realizó un obsceno gesto mientras se dirigía al túnel de vestuarios que indignó a los seguidores baskonistas allí presentes.

Los fieles azulgranas se quedaron estupefactos ante la actitud del jugador blanco, que abandonó la cancha tocándose sus partes nobles. Las imágenes de un vídeo realizado por 'Kiroleros' corrieron ya desde pocos minutos después del partido como la pólvora por las redes sociales y causaron un enorme revuelo entre los fieles azulgranas contra el interior del conjunto blanco.

Un feo gesto. Sin embargo no quedaron ahí las acciones fuera de lugar realizadas por Yabusele a lo largo del encuentro. Y es que el pívot del conjunto merengue ya había mostrado con anterioridad otra actitud que no venía a cuento en varias ocasiones que había indignado tanto o más al Buesa Arena. La derrota acabó desquiciándole y por eso quizá se marchó 'manoseándose' sus testículos, pero durante el partido ya dio buenas muestras de estar pasado de revoluciones. De hecho, sus enérgicas protestas le costaron una técnica en el minuto 35 tras señalar desafiante a uno de los colegiados por no haber pitado una supuesta falta en una entrada que solo vio él. Pues bien, el jugador francés no contento con haber recibido esa sanción se mostró segundos después más desafiante con los colegiados y aplaudió el castigo con unos irónicos aplausos.

Un gesto de sorna y mensoprecio, que pese a ser realizado a escasos metros del trío arbitral quedó sin castigo. Se encaró con un colegiado en la final Da la sensación de que el jugador del Real Madrid es impune. De hecho, no es la primera vez que la tiene con un colegiado. Buena prueba de ello es que durante la final de la ACB de la pasada temporada también perdió los papeles a la conclusión del segundo partido y se encaró de forma enérgica contra el colegiado Pérez Pizarro. 

 Ese vídeo también corrió como la pólvora y pese a que fueron muchas las voces que en su momento clamaron un castigo ejemplar contra el jugador francés, se marchó de rositas. Por eso, parece difícil pensar que si aquella acción fue más grave y acabó siendo pasada por alto por la ACB, esta vaya a recibir algún tipo de castigo. Y es que tampoco lo tuvieron otra serie de acciones realizadas este domingo en el choque contra el Baskonia. Y es que antes de esa técnica y el siguiente menosprecio a los árbitros y el gesto obsceno del final del partido, el gigante Yabusele también se encaró con una parte de la afición baskonista situada detrás de una canasta. Para colmo de males justo a la conclusión del encuentro lanzó un balón contra un niño que estaba sentado en las sillas a pie de cancha. 

 Su actitud sorprendió incluso a sus propios compañeros. De hecho, como recogen muchos testigo que vieron la acción en directo, el propio Musa y otro miembro del staff técnico del Real Madrid obligan a Yabusele a pedir disculpas al pequeño seguidor baskonista. El bosnio fue el primero en acercarse para preocuparse por el niño y ya al final se acerca también Yabusele tras ser animado a hacerlo. Después llegó su ya comentada salida hacia vestuarios tocándose sus partes nobles. Un obsceno gesto contra el que clama el baskonismo.

   

El Baskonia ha vuelto

Existían serias dudas acerca de la valía del nuevo proyecto del Baskonia entre la masa social antes del pistoletazo de salida. Se fueron jugadores de primer nivel, algunos objetivos del club pasaron de largo y otros que llegaron a Vitoria quizá no llenaron de primeras a la afición. Pues bien, las dudas se han disipado por completo pese a que las expectativas no fueran muy elevadas.

Cuando ha transcurrido más de un mes de competición oficial ya existe licencia para soñar. El Baskonia había dejado muestras de lo que es capaz en partidos anteriores, pero el triunfo de este domingo ante el todopoderoso Real Madrid sabe a gloria por la forma de conseguirlo tras ese 0-8 inicial que hizo temer lo peor. Tal y como sucedió días ante el Olympiacos, los alaveses supieron rehacerse. Solo que esta vez les sonrió la fortuna en el cara o cruz final.

Este equipo tiene carácter, personalidad y, sobre todo, hambre. Joan Peñarroya ha sido el artífice de devolver la ilusión a una grada sufridora en los últimos tiempos. La exhibición de casta, buen juego, acierto exterior, ritmo y orgullo engulló al Real Madrid en un Buesa Arena de nuevo incandescente. Con una rotación mermada por las bajas de Howard y Enoch, el equipo vitoriano extrajo fuerzas de flaqueza para sumar un triunfo conmovedor y con tintes épicos.

Todos aportaron su granito de arena. Kurucs mejoró por momentos las prestaciones de Thompson en el timón, el cuestionado Díez dejó muestras de su buena mano en su mejor partido como azulgrana hasta el fecha, Hommes se presentó en sociedad con una actuación sobresaliente, Tadas fue de nuevo ese todoterreno total y Giedraitis recuperó su mejor versión de la primera campaña en Vitoria y el dúo Costello-Kotsar no se amilanó ante la poderosa rotación interior blanca. Todo salió a pedir de boca en una noche para el recuerdo.

Nada ni nadie pudieron con un equipo sostenido por una envidiable fortaleza mental. Pese a la clase de Musa, el poderío físico de Yabusele –que el voluminoso interior francés no fuera expulsado por los árbitros tras serle señalizada una técnica tiene delito– o el incansable trabajo subterráneo de Deck, el Baskonia rescató un triunfo de un valor impagable. Ese mate final de Giedraitis llevó el delirio al baskonismo tras un partido repleto de alternativas y en el que Peñarroya movió sus piezas con absoluta maestría

Queda mucho por delante, pero la gran certeza es que el equipo vitoriano tiene una sólida base con la que poder cimentar muchos éxitos en el futuro. Aunque, más que la buena dinámica de juego y resultados, lo mejor de todo es volver a contemplar un Buesa Arena enardecido, contagiado por la garra de los guerreros azulgranas y con las gradas cada vez más llenas. Ese es un síntoma inequívoco de las cosas van por el buen camino. Con Pierria Henry de camino a casa, cualquier cosa es posible ya.