la Federación Española de Ciclismo ha decidido suprimir la obligatoriedad de pasar un reconocimiento médico para la obtención de la licencia. No sé dónde leí u oí que era una manera de denunciar la situación de dicho reconocimiento en la mayoría del deporte español.

La legislación vigente deja en manos de las federaciones deportivas la reglamentación sobre el tema y estas a su vez tienen tal disparidad de criterios que para conocer los requisitos médicos a la hora de federarse hay que preguntar invariablemente en la federación que nos interese, ya que prácticamente son como los maestrillos, cada una tiene su librillo.

La de ciclismo era una de las pocas que, hasta ahora, tenía las cosas claras y pedía la presentación de un visto bueno médico previo a la obtención de la licencia. A partir de la presente temporada se une al caos en el que están sumidas la mayoría, con el peregrino pretexto de que así, quizás, alguien se dé cuenta de la situación y se decida de una vez por todas a reglamentar el asunto.

Es curioso como el propietario de un coche o una moto (independientemente de lo mucho, poco o nada que los usen) está obligado a pasar periódicamente una revisión de determinados elementos de seguridad de su vehículo y, sin embargo, cuerpos que llegan a hacer más kilómetros anuales que las máquinas mencionadas puedan plantarse en las carreteras sin que nadie compruebe la aptitud o la capacidad para ese esfuerzo.

Llama asimismo la atención cómo la inmensa mayoría de automovilistas cuidamos nuestro vehículo y pasamos las correspondientes revisiones, cambios de aceite, filtros, correas y todo tipo de accesorios que nos digan en el taller y, sin embargo, una gran parte de los deportistas desdeña una revisión similar de sus propios cuerpos, que suelen tener muchos más años de desgaste que sus medios de transporte.

Estos días se veían anuncios de un conocido híper de material deportivo ofreciendo una revisión de no sé cuántos puntos de control de la bici por la módica cantidad de 25 euros. Por poco más, en la consulta de un médico especialista te controlan los factores de riesgo cardiovascular, el peso, el porcentaje graso, la situación basal de los aparatos respiratorio y cardiovascular, te hacen un electrocardiograma basal y te someten a una prueba de esfuerzo, que equivaldría a que el operario del centro comercial se montase en tu bici y le diese una paliza para comprobar que responde adecuadamente en las condiciones más extremas.

Sustituir una rueda, las zapatas del freno, las calas, los pedales o, incluso, el cambio entero de bicicleta nos podrá parecer más o menos caro, pero lo que no hay que perder nunca de vista es que en nuestro cuerpo los recambios son escasos, difíciles o imposibles de conseguir y, sobre todo, no tienen precio. El deporte es salud siempre y cuando se haga con cabeza y control.