pamplona. No está la cosa como para tirar cohetes, que diría aquél, y mucho menos en el balonmano, un deporte venido a menos en nuestro país y que, a día de hoy, debe reinventar su presente y futuro en cada paso que recorre. Tiempos convulsos que se traducen en dos selecciones nacionales en el cajón más alto del podio, aunque con la cruz de dos ligas en la élite que caminan hacia la oscuridad de la práctica no profesional.
Quizás, el oasis del balonmano español se desgrane en las categorías inferiores de los clubes, bastión al que se agarran muchos como a un clavo ardiendo. Este es el caso del Balonmano Ardoi, un ente que emana su práctica a este deporte desde el patronato de Zizur Mayor, si bien es cierto que su gestación hace ya una década partió desde la decisión de unos pocos locos que quisieron traer el balonmano al municipio navarro. Una década después, Zizur cuenta con diez equipos y unas 160 fichas federadas repartidas en seis categorías, y para celebrar estas exitosas cifras en tiempos de vacas flacas, el Balonmano Ardoi celebró su fiesta anual el pasado sábado envuelto por un ambiente festivo y familiar, que contó con juegos y partidos amistosos a lo largo de toda la mañana para acabar poniendo el broche con una comida fraternal.
En la actualidad, el balonmano en Zizur está comandado por Gonzalo Plágaro, persona que hace ya diez años tocó en la ventanilla del consistorio zizurtarra en busca de una licencia que permitiese jugar a un grupo inexperto de vecinos a balonmano en Navarra. Aquel equipo contó con la fortuna de ingresar entre sus filas a varios jugadores que provenían de la Universidad de Navarra y Anaitasuna, además de la cabeza visible y padre del proyecto, Federico Díaz-Guerra. El Ardoi aterrizó en la Segunda Estatal en la 2003/2004 e incorporó al plantel a varios jóvenes talentosos del Anaitasuna que no entraban en los planes del primer equipo. "Dimos un salto de calidad con Javier Murúa y después con Javi Tati Azpíroz, en 2 años ganamos la Liga y subimos a Primera Nacional", comenta Plágaro, jugador de aquel equipo y actual mandatario del Balonmano Ardoi. "Por aquel entonces contábamos con un convenio de filiación con Anaitasuna, lo cual nos proporcionó la oportunidad de progresar y tener más medios, la gente empezó a creer en ello y pudimos contar con entrenadores contrastados en Navarra, como Murúa, Azpíroz o Aramendía", explica.
ascenso en 2008 En la temporada 2007/2008, después de arrasar en Navarra, el primer equipo del Ardoi logró el ascenso a la categoría de bronce del balonmano español.
Aquel debut a nivel estatal supuso un cambio de mentalidad y un paso al frente en cuanto a objetivos y ambiciones, pero sobre todo supuso un reto enorme para la estructura interna del Ardoi, principiante y sin experiencia previa. No obstante, pese a que el equipo logró la permanencia en la categoría de forma agónica en una temporada convulsa -sufrió la dimisión de su entrenador poco antes del inicio liguero-, el Ardoi tuvo que renunciar a disputar sus partidos en Primera por la caída de varios de sus patrocinadores.
Tuvo que ser Mikel Idoate, exjugador del San Antonio y Anaitasuna, quien devolviera al club a la categoría a la cual renunció dos años atrás, y lo hizo de la mano de un plantel curtido en mil batallas. Aquel inesperado ascenso de categoría fue sufragado por el San Antonio, de quien pasaron a ser filiales en la 2011/2012, pero tras la desintegración de esta sociedad, el Ardoi tuvo que volver a reinventarse, dando un golpe de timón que le orientó totalmente hacia su cantera. En ella se baten el cobre preparadores de gran experiencia como Txema Senosiain, Oleg Kisselev, Iñaki Elizondo, Jokin Elizari, Pablo Gamboa, Carlos Alonso o el propio Idoate. El fruto de este trabajo se ve plasmado en el primer equipo, que ya cuenta con la calidad de cinco de sus jóvenes promesas.
Una década después, aquel viejo sueño nacido en la sobremesa de una cena de cuadrilla ha dejado de ser a día de hoy una utópica realidad.