La ducha es una medida de higiene básica y además resulta ideal tanto para despejarse por la mañana como para relajarse a última hora del día. Frente a la creencia popular de que lo ideal es hacerlo a diario, expertos de la Universidad de Harvard (EEUU) señalan que lo más recomendable es hacerlo cuatro veces por semana, ya que ponerse todos los días bajo el chorro de la ducha no es del todo saludable desde el punto de vista dermatológico.

Sostienen que la ducha diaria puede resultar agresiva para el manto lipídico de la piel, esa especie de capa grasa que actúa como barrera natural frente a agresiones e infecciones. El uso frecuente de jabón puede dañarlo, pero podemos evitar que esto ocurra utilizando geles suaves y con un pH neutro y aplicando tras la ducha una crema hidratante.

Una buena ducha

La ducha permite asear el cuerpo a fondo, puesto que facilita una buena distribución del agua y del jabón por todo el cuerpo y un completo aclarado. En lo que sí coinciden los expertos es en que la temperatura del agua debe oscilar entre los 25 y los 35 grados, y que el tiempo de permanencia bajo el chorro debe ser de entre 7 y 10 minutos. También coinciden en la cantidad de gel que se debe usar (la correspondiente a una o dos cucharadas) y en que nunca se debe hacer más de dos jabonadas al día.

Dependiendo del momento del día en el que vayamos a ducharnos, existen fragancias energizantes con notas cítricas o más relajantes como la lavanda. Antes de aplicar el jabón es bueno emulsionarlo con las manos e ir lavando por orden las partes íntimas, axilas, cuello, pies y después el resto del cuerpo.

Con o sin esponja

Agua, jabón... y aquí se desata el debate: la ducha, ¿mejor con esponja o sin esponja? Pues bien, la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) señala que lo más recomendable es no utilizar la esponja porque puede perjudicar la piel al erosionarla.

El conocido farmacéutico Álvaro Fernández, con más de 2,7 millones de seguidores en TikTok, también lo tiene muy claro y asegura que “guantes de crin, cepillos y esponjas, mejor mantenerlos alejados de la piel porque al frotar pueden producir una erosión que cause irritación”. Así, las esponjas más duras irritan la piel y la descaman más de la cuenta, provocando daños en su capa más superficial.

Una mujer se enjabona con la mano bajo la ducha.

El farmacéutico asegura que las esponjas facilitan además la aparición de infecciones porque están llenas de células muertas y casi siempre húmedas. Por los tejidos y materiales con los que están confeccionadas retienen mucha agua y, si no se secan correctamente, se convierten en un caldo de cultivo ideal para bacterias y gérmenes, el escenario perfecto para que se alimenten y proliferen sin parar.

El experto considera que es muy curioso que un producto que precisamente es considerado de higiene sea el artículo que menos higiene tiene de toda la casa. Sostiene que “una esponja tiene más bacterias que un váter”, por lo que recomienda enjabonarse con la mano.

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Frente a sus detractores, quienes defienden el uso de la esponja señalan que esta actúa como exfoliante y, además, limpia e higieniza más en profundidad que la mano.

La ducha según la OMS

La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja que la ducha diaria no debería superar los 5 minutos. En España, país en el que más personas se duchan a diario, un 71,4% según un estudio de Euromonitor, la media de tiempo se sitúa en unos 10 minutos.

Así, la OMS calcula que tener el grifo del agua abierto durante 10 minutos puede llegar a consumir hasta 200 litros de agua y alerta de que, de media, hasta que empieza a salir el agua caliente, se pueden perder entre 15 y 20 litros de agua. Para evitar este derroche, recomienda recoger este agua y después tirarla a la cisterna del váter.