La ducha es uno de los hábitos de higiene personal que llevamos a cabo a diario. Bien para despejarnos a primera hora de la mañana o para relajarnos por la noche, resulta muy agradable pasar unos minutos bajo el chorro del agua caliente.

La ducha ideal es la que tomamos con el agua a una temperatura de entre 25 y 35 grados centígrados, con un gel de pH neutro y a poder ser sin esponja. La ducha es más económica y más higiénica que el baño; el agua corre continuamente y junto con el jabón se distribuye mejor por todo el cuerpo.

Aunque esto se podría considerar la base de una ducha correcta, aparte cada uno tenemos nuestras pequeñas manías y aunque no lo creas estas dicen mucho de nosotros. Si cantas en la ducha, eres una persona divertida y con una gran confianza en ti mismo y, si te duchas rápido, eres noble y antepones las necesidades de los demás a las tuyas.

Si eres de los que te cepillas los dientes mientras te duchas, eres impaciente y sacas el máximo provecho a cada instante, mientras que si te metes a la ducha antes de abrir el grifo, sin duda, eres una persona aventurera, amante del riesgo y muy valiente. Y es que no hay nada más atrevido que poner un pie en la ducha sin saber si el agua que te va a salpicar va a estar congelada o hirviendo.

Por su parte, la experta en estilo de vida Anu Mukherkee explica en The Sun que la parte del cuerpo que te lavas primero revela ciertos aspectos de tu personalidad. A continuación, repasamos qué significa cada una:

- Pelo. Romántico empedernido, ordenado, disciplinado y firme. Muy práctico, artístico, soñador y con mucha imaginación. Si algo te interesa, luchas y trabajas duro para conseguirlo. Tienes muchas amistades y mucho talento.

- Cara. Egoísta y preocupado por lo que piensan los demás de ti, necesitas agradar y recibir cumplidos. Amante del dinero, tienes dificultad para aceptar críticas y para relacionarte con otros por tus puntos de vista difíciles de entender. La ducha es el momento de quitarte la máscara’.

- Brazos. Atento a tus emociones, solidario y empático. Los brazos nos permiten relacionarnos con el mundo, defendernos o atacar.

Un hombre de espaldas se enjabona los brazos.

- Piernas. Lógico, racional y con los pies en el suelo. Las piernas nos permiten caminar, andar, movernos y nos arraigan al suelo.

- Axilas. Popular, confiable y atento, puedes parecer a veces un poco ingenuo y sufrir algún que otro desengaño. Seguro de ti mismo, transmites seguridad y comprensión.

- Zonas íntimas. Tímido, reservado, introvertido y con pocos amigos, cuando quieres algo tiendes a darte por vencido enseguida.

- Pecho. Honesto y leal, pero un poco estresado; quieres que todo te vaya bien, pero no siempre puedes conseguirlo. Intrépido, sencillo, con confianza y determinación. Independiente, cariñoso y pendiente de las personas que te importan. Práctico y muy seguro de ti mismo. Realista, no te dejas influir por los sentimientos y no toleras que te contradigan.

- Hombros. Leal y fiable, te echas todo sobre los hombros y no cejas en tu empeño hasta conseguir lo que quieres, aunque te resulte agotador.

- Espalda. Muy profundo, sensible, desconfiado y con tendencia a sentirte solo.

Si a la hora de la ducha no sigues ningún orden concreto, Anu Mukherkee asegura que esto también dice mucho de ti. Eres una persona humilde y aventurera a la que no le gusta aburrirse, y mucho menos en las relaciones.

Ya lo ves, párate un momento a pensar cuál es la parte del cuerpo por la que comienzas a ducharte y comprueba si tu personalidad encaja con la que te asigna esta experta. Si no es tu caso, siempre podrás presumir de ser la excepción que confirma la regla.