Las trampas al realizar trabajos escolares han existido siempre. Desde copiar textos de libros, revistas o de la enciclopedia en los tiempos analógicos hasta recurrir a El rincón del vago, coger un texto de internet o plagiar el trabajo de otra persona… Muchos métodos para evitar tener que esforzarse y tratar de engañar al profesor que no siempre salen bien porque los docentes se las saben casi todas.
Pero ahora ha surgido un aliado nuevo para los estudiantes, que es la inteligencia artificial (IA), a la que se le puede pedir que elabore un trabajo de la temática que queramos, y en cosa de unos segundos lo tenemos bien redactado y listo para presentar. Además, se le puede solicitar un estilo de lenguaje concreto, adecuado a la edad del alumno, para intentar que no levante sospechas.
El post de un profesor
Bien es cierto que los profesores ya están desarrollando métodos para detectar esos fraudes, pero no siempre son fáciles de probar. Eso sí, a veces los propios alumnos son los que dejan ver involuntariamente sus trampas por descuidos imperdonables que se evitarían con una simple revisión de lo que han copiado y pegado.
Uno de los casos más sangrantes lo ha mostrado un profesor, Pedro González, en Threads, que es una especie de Twitter de Instagram, y que ha escrito lo siguiente en el post: “La primera frase de un trabajo que me ha entregado un alumno de primero de Bachillerato… El problema en la educación no es la inteligencia artificial, el problema es la falta de dedicación de algunos alumnos”.
El descuido del alumno
Esa “falta de dedicación” se hace evidente en esa primera frase que aparece en el trabajo y que desvela sin ningún género de dudas la trampa del estudiante: “¡Claro! Aquí tienes una versión más sencilla y adaptada para alguien de 1º de Bachillerato”, está escrito.

Obviamente se trata de la respuesta de ChatGPT a la petición del estudiante. Probablemente en primer lugar solicitó que realizara un trabajo y después, al ver que el lenguaje era bastante técnico, le pidió que lo adaptara al de una persona de su edad.
A partir de ahí, copió y pegó sin ni siquiera darse cuenta de que había reproducido también la respuesta de la IA, dejándoselo facilísimo al profesor, que no tuvo ni que plantearse si el texto había sido escrito por el alumno.
Herramienta, no atajo
El post se ha vuelto viral en Threads y en menos de un día acumulaba más de 400 comentarios. A algunos de ellos responde el propio profesor, que afirma no estar en contra de que sus alumnos usen la IA. “Que aprendan a utilizarla es genial, pero que sea una herramienta, no un atajo para evitar trabajar y aprender”, dice.
Porque de ese modo cree que el futuro de esos alumnos estará comprometido. “Lo sorprendente no es que ni se molesten en revisarlo, es que de verdad creen que con preguntarle a ChatGPT y pegarme la respuesta va a estar todo bien. Yo intento explicarles que si lo único que hacen es eso, ¿por qué van a serles útiles a una empresa? ¿Qué les aportan que no pueda hacer la empresa directamente con ChatGPT? Pero se ve que el mensaje no les cala a todos por igual”, sentencia.