“Esta es la bici con la que Melcior Mauri ganó la Vuelta”, explica Jamie Anderson mientras nos muestra la máquina amarilla con la que el catalán del equipo ONCE logró en 1991 su triunfo más sonado, y la portada de Ciclismo a fondo que ilustró aquel éxito.
Anderson, australiano de nacimiento y flamenco de adopción, regenta junto a su socio Bernard Moerman el Hotel Flandrien, en la localidad de Brakel, en las Ardenas de Flandes. El establecimiento es una oda al ciclismo. Tiene una estética inconfundible, en la que se respira ciclismo por los cuatro costados.
Un vetusto coche del legendario equipo Peugeot-Michelin recibe a los huéspedes a las puertas de un hotel que recuerda a un parque temático de la bici. Las habitaciones están decoradas con retratos ciclistas, en el coqueto bar se puede disfrutar de las afamadas cervezas belgas mientras se presencia una carrera por televisión, hay un taller mecánico, una lavandería, libros para consultar, mapas…
De los techos del hotel cuelgan bicis, las paredes están adornadas con cuadros de pop-art sobre figuras del ciclismo creadas por el artista John Mettepenningen, y por toda la estancia se reparte la colección de 150 bicicletas de exciclistas profesionales que Anderson compra y vende desde hace años.
Entre el más de centenar y medio, hay bicicletas que en su día pertenecieron a Stuart O’Grady, Tom Boonen, Rigoberto Urán, Louis Meintjes, Aleksandr Vinokúrov, Mark Cavendish, Alejandro Valverde, Cadel Evans y un largo etcétera. Anderson las vende (cuestan desde 4.500 a 12.000 euros), pero también las alquila. Por 125 euros puede uno pedalear en una Specialized Sworks que utilizó Niki Tersptra (ganador del Tour de Flandes de 2018) y recorrer las innumerables rutas cicloturistas de Flandes, un territorio que es un paraíso para el cicloturista. En marzo, al calor del inicio de las clásicas de primavera, Flanders Clasicss, la empresa que organiza tanto las carreras para profesionales como las marchas cicloturistas, inicia el calendario de pruebas para los aficionados a la bici.
Arranca la temporada
Omloop Nieuwsblad
Miles de cicloturistas recorren los escenarios por los que corren los profesionales en unos recorridos que se adaptan a la condición física de los participantes. Puedes optar por hacer un trazado de más de 200 kilómetros, similar al de los profesionales, o trayectos de 60, 80 o 140 kilómetros.
La Omloop Nieuwsblad será mañana la primera de las marchas cicloturistas (los profesionales, hombres y mujeres, compiten hoy) y, un mes después, el 5 de abril, llegará el turno del Tour de Flandes (De Ronde van Vlaanderen en flamenco), la Meca del cicloturismo, en un fin de semana en el que toda la región sale a la calle para disfrutar de un deporte que es pasión.
Más de 16.000 personas de todo el mundo participan cada año en el Tour de Flandes cicloturista, una marcha que la organización cuida al detalle y que permite a los aficionados atravesar los lugares más icónicos de la centenaria prueba. El año pasado, 9.700 participantes fueron extranjeros de 65 países, la mayoría de Holanda (2.800), Francia (2.200), Gran Bretaña (1.400), Alemania (700) e Italia (600). No faltaron tampoco caras conocidas como el entonces primer ministro belga Alexander De Croo, o exciclistas como Johan Museeuw, Dirk De Wolf, O’Grady o Thomas Voeckler.
La sucesión de bergs & cobbles (cuestas y adoquines) por unos trazados sinuosos son un enorme poder de atracción para miles de aficionados que al día siguiendo disfrutan de las pruebas masculina y femenina de los profesionales.
Los tramos adoquinados de Koppenberg, Taaienberg, Oude Kwaremont y Paterberg son los más célebres, aunque toda la región está plagada de zonas de pavés, muchas de ellas en cuesta y con porcentajes que superan el 10%. No es nada inusual echar pie a tierra, más aún si las zonas de pavés están mojadas porque en algunos tramos el desnivel es de tal calibre que la rueda trasera resbala. El traqueteo encima de la bici es una constante en unos recorridos que alternan los caminos estrechos y adoquinados con carreteras amplias pero con sucesivas cotas, subidas cortas y con un desnivel más asequible que el del pavés.
En el caso del Tour de Flandes, la organización ofrece la posibilidad de hacer el recorrido completo o elegir entre otras tres distancias más sencillas. El trazado más largo (242 kilómetros) llevará este año a los cicloturistas (también a los profesionales) desde Brujas a Audenarde, si bien las cotas y el pavés se concentran en los 100 últimos kilómetros.
Las otras tres distancias (80, 144 y 179 kilómetros) atraviesan las zonas de pavés más conocidas y tienen su punto de salida y llegada en Audenarde, una localidad de 30.000 habitantes, a 30 kilómetros al sur de la preciosa Gante
Ni siquiera se establece un horario fijo de salida. Cada participante puede tomar la salida a partir las 7.00 horas en una amplia franja de horarios y dispone de tiempo más que suficiente para completar cualquiera de los recorridos, previa parada en unas copiosas zonas de avituallamiento.
Cuestas empedradas
Merckx echó pie a tierra
Cada cota y cada segmento de pavés está señalizado al principio y al final y, de entre todos, destacan el Koppenberg, Oude Kwaremont y el Paterberg. El Koppenberg son apenas 600 metros empedrados con un desnivel medio del 10,8% y rampas del 22%. El mismísimo Eddy Merckx tuvo que echar pie a tierra cuando en 1976 se subió por primera vez (el mito belga ganó dos veces el Tour Flandes, en 1969 y en 1975). Mantener la vertical en la bici resulta complicado en este mítico repecho, el mismo en el que Mathieu Van der Poel atacó el año pasado para lograr su tercer triunfo (este año puede hacer historia si gana porque sería el primero en hacerlo cuatro veces). No son pocos los que se bajan de la bici, sobre todo si el terreno está mojado, algo habitual en Flandes. Otro tanto sucede con el Paterberg (“muro de prado” en flamenco), que solo tiene 400 metros de longitud pero en el que hay que retorcerse en la bici para salvar un tramo al 18% y llegar entero a la cima. Es, además, el último segmento antes de llegar a la meta. Más asequible es el estrecho Oude Kwaremont, de poco más de dos kilómetros, con los últimos 1.600 adoquinados y rampas del 11%, y que el domingo de la carrera los y las profesionales atraviesan hasta tres veces, a toda mecha, para disfrute de las miles de personas que se agolpan en este tramo, reconocible también por las enormes carpas en las que se sirven cerveza y patatas fritas a destajo.
Pavés todo el año
Marchas y rutas
El Tour de Flandes es la prueba cicloturista con más fama, pero el calendario reúne, además de la mencionada Omloop Nieuwsblad que abre hoy la temporada, otras marchas como A través de Flandes, la Gante-Wevelgem, el Gran Prix de L’Escaut y la Flecha Brabanzona.
Como en Flandes es más que habitual que llueva en primavera, otras dos marchas se dejan para el verano: Ride Leuven y la Super 8 Cyclo.
En realidad, el pavés de Flandes se puede recorrer a lo largo de todo el año. La web www.cyclinginflanders.cc ofrece infinidad de rutas por decenas de segmentos adoquinados. Basta una aplicación de móvil para disfrutar de las decenas de recorridos que jalonan una región que tiene en el cicloturismo uno de sus ganchos turísticos y que ofrece todo lo que el aficionado a la bici necesita: desde locales para alquilar bicicletas a bares decorados con motivos ciclistas o touroperadores especializados en cicloturismo. El Tour de Flandes tiene su propio museo, el Centrum Ronde Van Vlaenderem, en Audenarde, en la que uno se empapa de toda la historia de una carrera que se vive como una religión.
Rutas con exprofesionales
En un ecosistema con tanta cultura ciclista, los profesionales de la bici brotan como setas. Flandes ha cincelado figuras de leyenda en la historia del ciclismo, pero pocas como Johan Museeuw. El León de Flandes, tres veces ganador de la carrera y otra tres de la París-Roubaix, ejerce ahora de guía para los aficionados más acaudalados. Por entre 500 a 1.500 euros, Museeuw enseña en bici los secretos de la rutas de Flandes. Thomas De Gendt, Mieke Docx, Sep Vanmarcke, Laurens De Vreese, Bert De Backer, Dirk De Wolf y Nikolas Maes también están en la nómina de exprofesionales que acompañan a aficionados al ciclismo que quieren conocer el territorio Flandes en bici y con guías de lujo.
Leyenda
59 cotas en 72 horas. Los flamencos acuñaron hace tiempo el término flandrien para denominar al ciclista que nunca se rinde. En 2020 se puso en marcha la Flandrien Challenge , un reto que ciertamente pone a prueba la resistencia. El desafío consiste en completar en 72 horas un total de 59 segmentos de ‘bergs & cobbles’(cuestas y adoquines) y registrarlo en la aplicación Strava. Cada ciclista puede elegir libremente qué ruta escoge para ir sumando los tramos, si bien la organización suele proponer tres itinerarios. Si se lograr el reto, el nombre se inmortaliza en un adoquín que se expone en el Muro de la Fama del Centrum Ronde Van Vlaanderen.