Si pones ante un joven aficionado al ciclismo un recorrido del Tour de los de antaño, le parecería todo puro exceso. Por ejemplo, el primero que ganó Induráin, en 1991, con cronos de 73 y 57 kilómetros, y con tres etapas por encima de los 250 y seis más por encima de los 200. Pero el ciclismo evoluciona –o involuciona, según los gustos– yéndose del gran fondo hacia la explosividad. Y, así, el Tour 2026 solo supera los 200 kilómetros con una etapa de 205. Y la única crono individual larga es de apenas 26 kilómetros, quizás para que apenas influya en la general. Lo llaman ya guillenizar el Tour, porque Javier Guillén, director de la Vuelta, rebajó los kilómetros de la ronda española cuando pasó de abril-mayo a agosto-septiembre. Y no diremos que es peor ni mejor ciclismo –aunque la épica y las pájaras escasean cada vez más–, pero desde luego es muy diferente al del siglo pasado.
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