La humillación pública de los profesores a través de las grabaciones que sus alumnos cuelgan del Tuenti o en Facebook es uno de los juegos de moda de nuestros chavales. Los profesores se las tienen que ingeniar para no acabar de personajes forzados en las grabaciones de teléfono móvil que acaban en la red. Tienen dónde copiar: la humillación pública ha tenido esta semana dos personajes sorprendentes. El juez Baltasar Garzón, que primero aparece en la vista con toga y luego el presidente del tribunal le ordena que se la quite en directo. Y están también las imágenes de la detención del capitán del Costa Concordia, a las que se añade su declaración de que más que huir lo que pasó es que se cayó a un bote salvavidas. La humillación pública es la consecuencia de hacer que la tele sea el castigo para el personaje independientemente de que, tras los juicios, los incriminados salgan absueltos.

Absuelta sale siempre Mujeres desesperadas, serie que cuenta ya la friolera de 8 años. Qué frágil es la memoria. Si alguien preguntara, no les echaría más de tres o cuatro años. Pero esta producción del inclasificable Marc Cherry llega a su final desde que comenzara allá por 2004 e irrumpieran con fuerza los personajes de Felicity, Marcia Cross y Gabrielle Solis, interpretado por Eva Longoria, quien ha batido todos los récord de popularidad y notoriedad televisivos vinculados a una actriz de televisión. La novedad de este temporada es la incorporación del Sarah Faulkner, que hace de hermana de Lynette, la que siempre anda separándose de su marido. El arranque se vinculó a un nuevo asesinato, el que cometiera Carlos sobre el padrastro de Gaby, del que serán cómplices el grupo de mujeres. Ya ven, la misma fórmula con la que arrancó la serie sirve para cerrarla ahora. Vamos, como el juicio con destape de Garzón.