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'A divinis' o más

'A divinis' o más

LA aparición de oficio del derecho canónico en la vida pública siempre da un poco de miedo. Por un lado, las críticas que ha recibido Soraya Sáenz de Santamaría por parte del arzobispo Blázquez de ser la presentadora de la Semana Santa al estar casada por lo civil. En realidad, buena parte de este país vive la Semana Santa con cierto tono festivo alejado en muchas ocasiones del fervor original que pudo ponerlas en marcha. En el arranque de Gran Hermano 12+1, también la Iglesia ha entrado de oficio castigando al concursante padre Juan Antonio Molina. Le han suspendido desde Roma a divinis, algo que así oído suena como muy mal. Pero la Iglesia siempre se ha caracterizado por tener hijos díscolos en su seno. Yo le entiendo a Molina: si en algún sitio podría tener trabajo un cura en nuestros días ese es un reality de televisión. Un plató donde se plantean de manera intensiva casi todos los pecados que se recogen en los catecismos. Aunque haya sido suspendido, ninguna Curia Romana, salvo la decisión del público que lo pueda poner en sus nominaciones, le podrá impedir que nos diga misa mirando a una de esas cámaras ocultas o que absuelva de sus pecados a la pareja de concursante que unos minutos antes jadeaba debajo de una colcha.

Ya lo menciona el Apocalipsis: "Pobre de mí, porque yo vi al ángel del Señor cara a cara". Esa es la frase que me ha sugerido la muerte del personaje de Crónicas Marcianas Manuel Reyes, al que todo el mundo conocía como el Pozí. Este ángel de la noche televisiva lo rescataron un día de su indigencia cuando los de Sálvame fueron a su casa a grabarle su absoluta miseria. Hasta en aquella ocasión él estuvo en su papel. Que Roma aproveche sus emisarios para suspender a divinis a quienes solo vieron material televisivo en su diente y la miseria de este persona.