madrid. ¿Va a ser usted mismo en el concurso o va a cantar y bailar para sacar a relucir más su lado más interpretativo?
Soy yo mismo, lo que pasa es que varía la técnica y el tono. En este concurso igual somos más canallas que en Atrapa un millón, que somos más familiares, pero aquí más gamberros. Al final yo, aunque esté más guapo y más joven, soy el mismo.
Se ha consolidado como un gran presentador de concursos, ya es casi indisociable el género a su rostro. ¿Esto le gusta o le da respeto de cara a cuando quiera cambiar de género?
En su momento fue una elección que hice voluntaria. Hace años tuve la oportunidad de hacer otro tipo de cosas distintas, pero opté por el formato del concurso para el tipo de comunicador que yo soy y me viene como anillo al dedo, ya que soy un tipo muy cercano y campechano que tiende a improvisar. Sin embargo, para mí los concursos son una página en blanco, hay una mecánica, pero luego uno como presentador es libre para hacer y deshacer, y los concursantes como son distintos dan muchas alternativas. El concurso para mí es televisión en estado puro: espontaneidad e improvisación. Esto es tirarte sin red para ver qué pasa y eso me parece muy atractivo como comunicador.
Pero es actor y ese ámbito le llamará la atención.
Sí, pero por suerte estoy haciendo teatro, sigo con La guerra de los Rose dando rienda suelta a mi vocación.
'Atrapa un millón' en prime time fue una apuesta arriesgada. ¿Imaginó que triunfaría?
No, cuando Antena 3 me dijo que iría en el prime time de los viernes pensé que era una locura, sobre todo porque entonces estaba muy fuerte Sálvame, aunque ahora no lo está tanto. Me pareció arriesgado por su intención de explorar nuevos caminos y de volver a un tipo de televisión que parece que nadie quiere hacer, pero debo reconocer que cuando vi el formato me gustó.
Prueba de ello es que ha recibido numerosos premios…
Ha sido una barbaridad, nos ha caído todo: el Ondas, el TP…
¿Qué hace para combinar ahora mismo dos concursos y una obra de teatro?
Relativamente es fácil, lo más complicado es el teatro. Grabo lunes y martes Atrapa un millón y Avanti: que pase el siguiente los miércoles, y los fines de semana estoy en teatro. Cuando deje la obra, tendré una vida más cómoda (risas).
¿Y sigue viajando a Bilbao o está ya totalmente establecido en Madrid?
Yo soy como el baúl de la Piquer, estoy todo el día viajando. La familia a veces me sigue, pero a veces no puede. Mi hija está por aquí, mi mujer por allá, mi suegra por el otro lado y mi madre en Bilbao. Es un follón.
¿Su hija le ve en la tele?
Si (risas) ya ha cumplido cuatro años y me imita, le encanta decir: "¡Recogemos el dinero!".
¿Se ve como concursante?
No. Tengo un tremendo respeto por los concursantes y admiro esa capacidad para ponerse en el ojo del huracán y responder preguntas comprometidas, porque al final te retratas en ellas. Yo me pondría muy nervioso.
¿Qué formatos rechazó cuando se decantó por los concursos?
Magacines, realities… es que nunca me he visto cómodo en formatos que están muy sometidos a guion, jamás, no es mi estilo de presentador.
¿Cuál es su secreto para empatizar tanto en los concursos?
No tengo secretos porque si no, funcionaría todo lo que hago y no es el caso. Yo creo que cuando presentas un concurso tienes que ser un buen comunicador en el sentido integral de la palabra, una persona con capacidad de empatía con los demás, tienes que saber dibujar desde el punto de vista psicológico a la gente que te viene al plató en poco tiempo para saber qué puedes sacar de él.
A veces tiene ironía como presentador…
Eso es que viene de serie conmigo. Pero soy familiar y entrañable. A mí me llega tanto lo bueno como lo malo de los concursantes. Y si me llega lo malo, soy como los espectadores en casa, les cojo manía. Y si me llega más su lado bueno, me enrollo mejor. Pero siempre utilizo la ironía y el sentido del humor para relajar.
¿Con qué concurso se ha sentido más cómodo a lo largo de su carrera?
Yo con Atrapa un millón estoy muy cómodo. El problema es que estoy todo el rato de pie y como grabo cinco al día me paso muchas horas de pie. Tengo muy buenos recuerdos de ¿Quién quiere ser millonario?. Donde daba más rienda suelta a mi vena más gamberra y juvenil era en Date el bote. Ahí podía hacer cosas más irreverentes o decir tonterías.
Como presentador, ¿cuál es la pregunta más rara o tonta que le ha tocado hacer?
Recuerdo cuando pregunté qué era el punto G a una señora y ella simuló no saberlo y pidió el comodín del público y la llamada. Y una pregunta muy graciosa que recuerdo era qué problema había tenido Rocco Sifredi en uno de sus rodajes.