Bilbao. Es muy conocido por los espectadores de ETB, a la que siempre agradecerá que apostara por él cuando era un chaval. De su nuevo trabajo destaca que "es una serie que puede ver todo el mundo y muy bien enfocada al target de gente que está delante de la tele a esas horas".
Ha sido llegar usted a El secreto
(Se ríe) Me he llevado una sorpresa pero no creo que sea por mí, será por el trabajo que han hecho durante año y medio. Mi llegada coincidió con que el personaje de Carlos Serrano estaba herido y el drama siempre ayuda a subir audiencia.
Con 15 años debutó en una serie que entonces era diaria, Goenkale
Es un poco duro y exige mucha responsabilidad en el sentido de que no se puede perder ni un minuto, es exigente tanto para el grupo de actores como para la dirección y los técnicos. El secreto de Puente Viejo se hace en dos platós, once horas diarias de trabajo para sacar cincuenta minutos.
¿Le ha sorprendido el engranaje?
Sí, para hacerse una idea te digo que mi número de personaje es el 247. Eso quiere decir que en 420 capítulos habían pasado por esas tramas 247 actores, más figuración y todo lo demás. Entiendo que es otro mundo, en Euskadi todo es más humilde.
Casualmente, un poco antes que usted llegó a la serie otra actriz guipuzcoana, Loreto Mauleon...
Ya nos conocíamos, pero no habíamos trabajado juntos. Todavía no he tenido ninguna secuencia con ella.
Ella también estuvo en Goenkale
Nosotros decimos muchas veces que si uno es vasco y quiere ser actor, debe pasar por Goenkale.
¿Ha sido difícil integrarse?
En absoluto, es una gente muy abierta, dispuestos a ayudar. Hay muy buen ambiente y estoy encantado.
¿Qué puede contar de su papel?
Es un profesor de piano que desde muy jovencito era muy aficionado a la música. Da clases a Soledad y en ella encuentra el reto para sacarla del abismo, de la tristeza en la que está sumida. También se relaciona con Olmo, quien le contrata, y tendrá algunos problemas con él. Mucho más no puedo contar...
La trama transcurre más o menos hace un siglo. ¿Viajar en el tiempo requiere una preparación especial?
El propio contexto de la serie y la ambientación ayuda. Las relaciones eran mucho más frías y también era mayor la distancia entre hombres y mujeres. Yo lo noto en el lenguaje, es un castellano un poquito más antiguo. Lo que más cuesta es hacer naturales unas estructuras que no existen en tu mente.
¿Se ve guapo con traje y sombrero?
Me veo un poquito disfrazado, evidentemente, pero mal no me veo. Es bonito ver cómo viene vestida la gente y cómo se preparan para hacer las secuencias. Los primeros días veía llegar a María Bouzas (Francisca Montenegro) y no la reconocía. Es más joven de lo que aparenta.
¿Lo suyo fue una vocación precoz? ¿Hay otros actores en la familia?
No tenía a nadie. Estoy muy agradecido a mis aitas porque siempre me han apoyado; y a mis compañeros de ikastola y a los profesores porque los primeros años que te dedicas a esto es más un hobby que una profesión. Es un mundo tan inestable que no te deja planificar tu vida, siempre pendes de un hilo porque no sabes si vas a tener trabajo. O es vocacional o es difícil subsistir.
Usted ha explorado otros campos.
Empecé a estudiar Economía en Deusto, hice dos años y después me fui a hacer Comunicación Audiovisual a Pamplona. He coincidido con gente que me ha ayudado mucho y si estoy aquí ahora es por eso y porque ETB apostó por mí. Entré en Betizu con 20 años y me dejaron hacer un directo, tenía que corresponder.
¿Recuerda con nostalgia trabajar con niños y los años de Betizu
Es un público muy fiel y muy agradecido. También te dicen grandes verdades porque no tienen el filtro del rubor o de la educación. Me lo pasé muy bien. Igual no me quieren porque ya estoy viejo, pero no dudaría en hacer otro infantil.
Casi la totalidad de su trayectoria ha transcurrido en Euskadi y en ETB. ¿Lo pensó mucho a la hora de irse a Madrid?
Yo creo que siempre ha estado mal, la industria es muy pequeña y trabajar todo el año es complicado. He tenido la fortuna de presentar programas de televisión, producir documentales e incluso escribir guiones. Estar ahora en Madrid es un reto y una cuestión lógica porque si no tengo proyectos todo el año en Euskadi habrá que buscarlos en otro sitio.
Es multitarea, también se dedica a la producción...
Eso también está bastante difícil. Lo único que he producido ha sido dos pequeños documentales, pero me interesa esa faceta porque creo que puedo ser un profesional más completo cuanto más sepa sobre todos los ámbitos de lo audiovisual. Conozco el trabajo delante de las cámaras pero también necesito conocer el que está detrás para entender las necesidades de todo el equipo.
¿Y cómo se define?
Como un comunicador, que sería la palabra que aúna todos esos conceptos; pero más actor y presentador porque mi currículum de productor y de guionista es bastante pobre.
¿Qué piensa de la situación económica del sector cultural y de las repercusiones de la subida del IVA?
La merma de las partidas dedicadas a la cultura lleva a una situación peligrosa. La cultura es una industria, pero también son las raíces de un pueblo. Sin cultura no hay pueblo.