pamplona - El cocinero de Hondarribia aterriza en el canal temático con un programa que rompe los esquemas de su imagen en los fogones televisivos, siempre se le ha visto guisando. David de Jorge se siente encantado de esta nueva etapa de su vida. En la entrevista relata orgulloso su victoria sobre la báscula y cómo mantiene el peso a raya después de haber perdido 130 kilos y de haberse librado de todos los relatos de piel tras pasar de nuevo por el quirófano. Riendo satisfecho dice que se le ha quedado el vientre como el de Jon Kortajarena.

¿Plantea una cita a ciegas con el sabor?

-Algo parecido, es una cita a ciegas con el sabor y con cuatro concursantes muy divertidos. En las grabaciones me lo estoy pasando muy bien, me estoy riendo mucho y creo que es un buen síntoma.

¿Cómo es el concurso?

-Los participantes se enfrentan a dos recetas, ellos no saben qué van a cocinar hasta que están delante de los fogones y yo les anuncio que es lo que van a guisar. No les dejo probar mientras están elaborando los platos y luego hay una cata a ciegas. En cada programa hay un ganador.

Esta es su primera experiencia con un concurso de gastronomía. ¿Cómo se siente?

-Estupendamente, se graba con el culo muy prieto, nunca había hecho un concurso y, en minutos, cogí a la primera este autobús y lo estoy pasando muy bien; no tiene nada que ver con lo que hemos hecho hasta ahora, pero me divierte. Es una manera de enfrentarme a la televisión de una forma distinta. Estoy muy ilusionado.

¿A qué se ha dedicado en el tiempo en el que no le hemos visto en televisión?

-A dejar la televisión en barbecho para que en vez de que la gente acabe de mí hasta el moño me eche de menos. La televisión está llena de programas de cocina, eso es bueno, el objetivo que tiene un programa de cocina es el bien de la humanidad.

¡Qué profundo!

-Ja, ja, ja? Yo me lo creo. Tenía la sensación de que me tenía que ir una temporada para volver y que la gente me coja con ganas. He seguido trabajando durante todo el tiempo pero no en televisión. Ahora vuelvo a lomos de un formato que me gustó muchísimo desde el minuto 1 y aquí seguiré mientras los espectadores me dejen.

¿Sigue usted manteniendo el peso a raya?

-Estoy encantado, no he recuperado nada de lo que he perdido. Entre otras cosas, en este año y pico que no he estado en la tele, he dedicado un tiempo a una operación que tenía pendiente, quitarme los colgajos. Había adelgazado tantos kilos que me quedaba un montón de piel sobrante.

Ahora a lucir cuerpazo, ¿no?

-Exacto, es lo que voy a hacer, tenía muchos retales de piel. Estoy muy contento, con los kilos de menos y sin esa piel que me sobraba, tengo el vientre como Jon Kortajarena.

Así que está hecho un modelo.

-Estoy esperando recibir las ofertas. Ja, ja, ja? Sigo a raya con la dieta.

¿Sin tentaciones?

-¿Qué sería vida sin tentaciones? De vez en cuando me como un bocadillo de chorizo de Pamplona o le doy un poco al vino, pero sigo en esa pelea del deporte y de los kilos.

Refresquemos la memoria. ¿Cuánto pesaba y cuánto ha adelgazado?

-He perdido 130 kilos, pesaba 270, ese fue mi récord. Llevo en un peso estable una temporada muy larga y estoy feliz de poder llevarlo con mucha dignidad. Ha sido un proceso que en su día compartí con la gente a través de la televisión.

Me imagino que poder sentarse en cualquier silla o en cualquier terraza a tomar una caña es un lujo impagable, ¿no?

-Joder, cómo me acuerdo de antes. Tenía que andar con pies de plomo por el mundo, no me podía sentar en cualquier terraza, autobús o avión. Ya no reparo en ese detalle, pero es cierto que complicaba mucho mi vida. Me puedo sentar en cualquier silla, y conseguir esto, que parece una chorrada, en su momento fue duro, conseguir esta situación para mí es una conquista increíble.

Supongo que muchos no piensan en estos términos a la hora de sentarse.

-Antes, cuando salía con amigos, lo primero que miraba en una terraza era qué sillas parecían las más resistentes, que no tuvieran reposabrazos...

Me imagino que el los problemas con el vestuario también se habrán simplificado.

-Sí. Ahora puedo comprarme la ropa en tiendas, antes era hecha a medida. Voy a una zapatería y me puedo agachar a atarme los zapatos o me puedo poner un calcetín sin problemas. Estamos hablando de este tema y se me pone la piel de gallina; esto, que puede parecer una tontería a muchos, son cosas que las he ido incorporando en mi día a día y ya casi no reparo en ellas. Las he pasado canutas, son conquistas importantísimas para mí. Además, de vez en cuando voy al ambulatorio a hacerme análisis y no me salen asteriscos en nada.

¿Puede degustar la cocina a tope con restricciones para no ganar peso?

-Disfruto mucho más que antes comprando, disfruto más cocinando y disfruto más comiendo. Antes el exceso con la comida no te dejaba detenerte en el detalle y en el gusto por lo que estabas comiendo. Cuando echas el freno madaleno, un poco de queso y un vino hace que consigas tocar el cielo con las yemas de las manos. Ahora soy mucho más sibarita que antes.

¿Más selectivo?

-Por supuesto. Intento andar por la delgada línea que separa al gourmet del zampabollos. Estoy en un territorio muy agradable, combino la cocina saludable con algún que otro capricho; de vez en cuando me doy un homenaje y luego vuelvo a poner la dieta a raya. Esos caprichos son como un tipo de premio por haberme portado bien con la comida. Eso es lo que consigo, pequeños caprichos por mantener durante toda la semana a raya a ese gordo que vive en mí.

¿Qué caprichos se permite?

-Muy de vez en cuando me como ese bocadillo de chorizo de Pamplona que sabe a gloria; me tomo esa botella de vino que compartes con tu pareja y tus amigos o esas kokotxas que te las haces al pil pil en vez de hacértelas a la plancha.