“Preparando muchas cosas para arrancar con fuerza”. Así está María Goiricelaya Burón (Bilbao, 1983), codirectora del Festival de Teatro de Olite junto a Ane Pikaza, actriz y cofundadora de La Dramática Errante. La de este año será la cuarta edición de ambas al frente del certamen, aunque les gustaría completar seis, “que es cuando se pueden testar los objetivos de un proyecto”, de modo que este mismo año volverán a presentar su candidatura a la dirección artística del programa.
¿Qué es lo más difícil de los últimos días antes de que empiece el festival?
Los últimos días se dedican a comprobar que todo lo técnico funciona y que cada espacio tiene lo que necesita. En definitiva, a intentar que todo esté en su sitio. También chequeamos siempre la previsión del tiempo, claro...
El festival arranca cuando aun dura un poco la resaca de San Fermín. Toca cambiar de tono, de tema y de diversión. ¿Cuál diría que es la esencia de esta edición?
Diría que la comunidad, la creación y el encuentro son las palabras con las que esta edición de Olite se va a identificar más. El festival es un territorio en transformación constante y en el que se mezclan muchas cosas. Y también un espacio donde romper fronteras, conectar generaciones y generar diálogos. Por eso decía lo del encuentro y la comunidad.
Durante la presentación del programa en mayo, Ane Pikaza comentó que estos conceptos son formas de resistencia, ¿a qué cree que se refería?
A las piezas que ofrece el festival. Piezas que nos invitan constantemente a tener un pensamiento libre y crítico muy centrado en lo humano. El festival también nos invita a saber que el arte no sucede solo en el escenario, sino que es una conversación entre las personas que lo disfrutan. Olite es ese lugar desde donde desarrollar la capacidad de escuchar la diversidad de goces, de estilos, de géneros... Desde donde plantear temas que sacuden, que conmueven, que nos conflictúan. Ese modo de repensar la comunidad y de compartir nuestras experiencias es resistencia.
¿Qué puede hacer el teatro en un contexto como el actual, en medio de una realidad tan perturbadora que nos atraviesa todos los días?
Yo creo que tiene que generar un espacio de disidencia; entendida esta como ese lugar en el que podamos reflexionar e ir a la contra de todo aquello que nos parece injusto. El teatro sirve para reivindicar los diferentes pensamientos, ideas y todo aquello que engrandece al ser humano. Y para abordar no solamente aquello que nos duele, sino también para cuestionarnos a nosotras mismas y repensar dónde estamos, por qué y qué tipo de mundo queremos habitar.
“En este tiempo hemos reposicionado el festival y Ane y yo todavía tenemos la ilusión, la fuerza y las ganas para continuar al frente”
¿La cultura también tiene un papel que jugar en un mundo en el que consentimos auténticas barbaridades como si fueran ‘normales’?
Bueno, sobre lo que es normal o no habría que hablar mucho. La normalidad es otra cosa que yo llevaría a la disidencia, pero, sin duda, Ane y yo planteamos ya desde el inicio de esta dirección artística que Olite tenía que ser un espacio feminista y transversal, con una forma de organización lo más horizontal posible. Un lugar donde los equipos tuvieran mucha voz. Esto es algo de lo que nos sentimos especialmente orgullosas. Y también de que este sea un festival al que quieren venir las dramaturgas, directoras y creadoras y de su parte social y reivindicativa.
En principio, firmaron para desarrollar su proyecto de dirección durante cuatro ediciones. ¿Son suficientes?
Diría que un proyecto alcanza su apogeo a los 4 años. Ahora estamos en el zénit de lo que es nuestra forma de trabajar y de ver lo que hemos implementado en las tres últimas ediciones. Para mí, ocho años serían demasiados y seis, el número perfecto. Ese es el momento en que puedes empezar a testar si se han cumplido y asentado los objetivos de la dirección artística. Luego ya llega el tiempo en que alguien con fuerza debe tomar el relevo y seguir llevando al festival por distintos lugares.
¿Y María Goiricelaya y Ane Pikaza estarán cuatro o seis años al frente de la programación?
Nosotras tenemos la voluntad de volver a presentar proyecto de dirección artística porque nos sentimos con mucha fuerza. Creemos que en estos 4 años hemos llevado el festival a un buen lugar y que tanto las compañías navarras como el Gobierno foral están muy contentos con nosotras, y así nos lo han manifestado reiteradamente. Le hemos dado otro aire y lo hemos reposicionado a nivel estatal, que es importante y que a Ane y a mí nos hace mucha ilusión. Las compañeras y compañeros que acuden a otros grandes festivales del Estado quieren venir a Olite. Cuando vamos a otros foros , la gente viene enseguida a hablarnos, a preguntarnos por el festival y sobre el cambio que ha experimentado, del lugar hacia el que lo estamos llevando... En este sentido, creo que Ane y yo todavía tenemos la ilusión, la fuerza y las ganas de continuar al frente del festival. Otra cosa es que sabemos que esto es un concurso público, nosotras lo ganamos con nuestro proyecto y la elección debe ser libre y muy transparente. Hay que aplaudir al Gobierno de Navarra por esta forma de trabajar.
Parece que cada vez se habla más de Olite en todo el Estado.
Sí, y creo que en gran medida es por las actividades de capacitación y formación. Muchos profesionales de las artes escénicas hacen un hueco en sus veranos para venir a Olite a formarse. Cuando empezamos, había un taller, este año hay seis, y casi todos han agotado plazas. Creo que queda alguna en el taller para niños de Adrián Perea, pero en el resto no. Además, hemos ampliado los encuentros especializados con prensa y este año ha entrado a colaborar EITB por primera vez. Creo que este tipo de cosas son beneficiosas para que el festival crezca y para que sea cada vez más más conocido. Por supuesto, también lo es que vengan producciones de compañías tan importantes como el Centro Dramático Nacional o el TNC de Cataluña y que este año hayamos trabajado en red con otros festivales de verano.
¿Cuáles?
Hemos trabajado con el Grec de Barcelona y con el MiT de Ribadavia para traer propuestas internacionales. En definitiva, hemos intentado impulsar y empujar el festival hasta el límite y eso está dando frutos. Ya cuando vemos las listad de la gente que se ha apuntado a los talleres, nos damos cuenta de que el festival está resonando lejos y que hay profesionales que tienen ganas de venir a este entorno precioso para disfrutar del teatro y, además, aprender con un gran maestro o una gran maestra.
"En nuestro proyecto impusimos la no autoprogramación. Es un compromiso ético que queremos mantener"
Y se ha convertido en una cita a la que aspiran a venir las productoras, dramaturgas y directoras.
Eso lo teníamos claro y lo buscamos desde el principio. De las 40 funciones de 27 compañías programadas, hay 21 que han sido creadas, escritas o dirigidas por mujeres. Recuerdo que, cuando tuvimos que defender el proyecto de dirección artística, ese aspecto lo dejamos muy claro. Y hoy nos sentimos muy, muy, muy orgullosas, porque cuando vamos a Madrid o Barcelona, todo el mundo destaca eso de Olite y sabe que este festival es familia, casa y nido de creadoras.
También ahora es cuando hay más compañías navarras programadas que nunca en la historia del festival.
Siempre hemos creído que las compañías navarras debían tener un más que merecido espacio en la cita más importante de las artes escénicas en Navarra. Necesitan poder desarrollarse al máximo exponente y en su máximo esplendor, y para eso hace falta que tengan un sitio para crear, para investigar y para exhibir esos grandes trabajos que están haciendo. Olite es ese espacio. Y el hecho de ampliar la exhibición a lugares menos convencionales ha ayudado a que compañías más pequeñitas o que tienen otro tipo de formatos, consigan un lugar que es importante para ellas.
Ha mencionado el giro del festival, ¿en qué apuntalan su propuesta?
Yo la describiría como feminista, social y muy centrada en las nuevas dramaturgias. Salvo algún clásico adaptado, prácticamente todos los textos que se traen son de dramaturgos y dramaturgas jóvenes y contemporáneos. También destacaría que hemos un esfuerzo por buscarle un espacio al euskera. Este año, se exhibirá por primera vez en La Cava un espectáculo para adultos en euskera. Y, bueno, Olite también se define en este momento por la libertad, la pluralidad y la diversidad que ofrece.
¿Hay algún tipo de conexión o de hilo conductor entre las obras principales programadas en esta 26ª edición del Festival de Teatro de Olite?
No lo creo, aunque, transversalmente, lo social está presente en todas o en casi todas. Los temas que abordan los espectáculos son muy diversos. Hay viajes que hablan del autoconocimiento, de la madurez, del ego... Otros, de la belleza, del misterio, de aquello que es incómodo.. Y también celebramos mucho la búsqueda de identidad. Son asuntos muy distintos que, además, se tocan desde lugares, géneros y formatos diferentes, pero, por encima de todo, si algo es Olite, es un festival esencialmente humano.
¿Y podremos ver algún proyecto de La Dramática Errante en Olite?
En nuestro proyecto impusimos la no autoprogramación. Es decir, que si en los próximos años vemos a La Dramática en Olite, significará que no estamos en la dirección artística, y si seguimos en la dirección, la compañía no figurará en el programa. Es un compromiso ético que queremos mantener.