Creadora y directora de obras como Yerma (Max 2023 a la mejor adaptación teatral), Altsasu y Nevenka, entre otras, María Goiricelaya (Bilbao, 1983) destaca el giro que el festival ha dado en los últimos tiempos hacia la inclusión de otros lenguajes, generando una programación claramente contemporánea. Y lanza una invitación al público para que “estalle” y “disfrute sin medida” de este 25 aniversario.
25 años ya son unos cuantos para un festival cultural. ¿Podríamos decir que Olite es ya una cita consolidada a la que compañías y artistas quieren acudir?
–Sin ninguna duda. En los últimos años, el festival tiene una identidad propia, contemporánea, que lo diferencia de otros festivales de teatro de verano. Y yo creo que, a día de hoy, es una cita que está en el calendario no solamente de artistas, teatreros y gente de las artes escénicas, sino también del público, que cada vez más se guarda unos días para visitar Olite y disfrutar de los espectáculos que le interesan.
¿Han notado, como dice, que cada año hay gente que repite?
–Sí, hay público que está afianzado y es muy fiel a Olite. Por supuesto, una parte procede del propio municipio y otra se acerca desde todas las zonas de Navarra y de comunidades colindantes. Por otro lado, los talleres y las conferencias también ha ido arrastrando a gente del sector que busca un nicho diferente para su trabajo.
Antes afirmaba que Olite tiene una identidad clara. ¿Cómo la definiría?
–En los años que Ane y yo llevamos al frente de la dirección del festival, le hemos pegado un giro importante. Ya lo había dado Luis (Jiménez), el director anterior, quitando la palabra ‘clásico’ del nombre, y Ane y yo le hemos dado una vuelta un poco mayor hacia la parte contemporánea y de nuevas dramaturgias, que, prácticamente, este año es el 100% de la programación.
¿Todos los espectáculos son contemporáneos?
–Todos presentan textos nuevos, originales, y muchos de ellos han sido escrito por creadoras y puestos en escena por directoras. Con este giro hacia los nuevos lenguajes y las nuevas dramaturgias, Olite se configura como un festival de corte contemporáneo muy centrado en estas nuevas formas de crear y en una línea temática que une o que atraviesa, mejor dicho, todos espectáculos. Una línea que tiene que ver con lo social y que es muy femenina. De alguna manera, hoy está identificado como un festival feminista, donde las creadoras, las directoras y las dramaturgas tienen un espacio importante de exhibición y de investigación.
Este festival fue impulsado inicialmente por el Ayuntamiento de Olite, que contó con Rafael Pérez Sierra, procedente del teatro clásico, para dirigir las primeras ediciones. Más tarde, tomó las riendas el Gobierno de Navarra, que siguió apostando por este ámbito hasta hace poco. ¿Se sienten también depositarias de este legado?
–Por supuesto. Desde que nació, el festival ha ido evolucionando y acompañando no solamente las vidas del entorno, sino que cada director artístico ha ido sumando un granito de arena a lo que es hoy. Ane y yo hemos cogido lo que nos parecía que era lo mejor para llevarlo un pelín más allá de nuestra mano. Y cuando lleguen futuras direcciones, esperamos que hagan lo mismo, que se queden con lo mejor y después le den un aire nuevo y sigan adelante con la propuesta.
"Son muchos los condicionantes y es verdad que las mujeres tenemos muchas más dificultades a la hora de encontrar soporte, sobre todo en lo que a producción se refiere, pero es nuestra gran apuesta"
Esta 25ª edición está muy centrada en el público.
–Sí. Es una edición con la que queríamos homenajear al público, gracias al cual el festival cobra sentido y tiene el poso que tiene. Queremos celebrar esto y también reconocer a los profesionales que han participado en la programación y a esos oficios colindantes que han estado a su alrededor de una u otra forma. Sin olvidar, por supuesto, el papel del pueblo de Olite, de sus gentes. Se trata, en definitiva, de poner en valor toda esta parte de comunidad que tiene el festival.
Lo ha apuntado y ya lo hemos hablado en otras de las ediciones que ha dirigido junto a Ane Pikaza, el tema de la igualdad, e incluso que haya más mujeres que hombres en el programa, es uno de sus objetivos desde 2022.
–Era una de nuestras líneas rojas dentro de los objetivos principales que presentamos con el proyecto artístico. El otro tiene que ver con la parte de nuevos lenguajes y con la parte social, por lo que podemos estar orgullosas de estar desarrollando nuestra propuesta tal y como la soñamos. Esto es algo que a Ane y a mí nos hace muy felices. Y sí, hay una parte que para nosotras era crucial: dar un espacio a las mujeres. Es difícil configurar un festival como Olite, con las exigencias, los estándares de calidad artística y los espacios de exhibición que tiene con trabajos creados, dirigidos o escritos por mujeres. Son muchos los condicionantes y es verdad que las mujeres tenemos muchas más dificultades a la hora de encontrar soporte, sobre todo en lo que a producción se refiere. Pero, bueno, esa es nuestra gran apuesta y es un estandarte con el que queremos llegar hasta el final de nuestra labor al frente del festival.
¿El hecho de ser una dramaturga y directora de escena en activo, actriz en el caso de Ane, influye a la hora de programar?
–Estamos muy en contacto con la profesión, lo cual para mí es muy rico. Más allá de que es verdad que diseñar un festival tiene también un componente muy creativo, la actividad que tenemos Ane y yo, tanto a nivel individual como con La Dramática Errante, es frenética. Esto nos facilita mucho configurar el festival, porque estamos constantemente viendo cosas y en contacto con otras creadoras y creadores en diferentes proyectos. Disfrutamos de una gran diversificación laboral, lo que nos permite desarrollar una mirada muy amplia sobre el espectro de espectáculos y de piezas que se están generando actualmente en el Estado. Y esto se traduce cada año en mejoras desde la parte creativa, de formación, de innovación y de sostenibilidad.
El próximo viernes, 19 de julio, inaugurará el festival ‘Forever’, de Kulunka, que ha sido la obra de la temporada.
–Y es una gratísima casualidad que La Dramática Errante y Kulunka seamos compañías hermanas. Para nosotras, son un referente desde hace años. Aparte de que queremos mucho a sus miembros, es una compañía a la que admiramos profundamente, y nos hace muy felices abrir Olite con el que, efectivamente, ha sido el espectáculo del año. Forever ha ganado el Premio Talía y en esta categoría y dos Max, uno de ellos a la mejor autoría, lo que para mí supone un precedente muy importante, ya que reivindica la dramaturgia desde un lugar más allá de lo puramente textual. Se trata de una propuesta de altísima sensibilidad, de una calidad artística excelsa, y lo que ha hecho este equipo es magia. Además, es precioso inaugurar el festival con un tema como el que tratan, con esta familia en la que no todo es tan bonito como pensamos que es, y con una obra en la que se suceden una serie de episodios capaces de tocar y de conmover al público. Para nosotras es una gran apertura.
¿Aunque Iñaki Rikarte le ‘quitara’ el premio Max a mejor autoría?
–(Ríe). Yo siempre me siento muy de la mano de Iñaki. Además, como decimos siempre, nosotros no competimos en los Max, sino que los compartimos y celebramos juntos. Él se lo merecía sin ninguna duda y para mí ha sido un honor ser finalista en la misma categoría porque Forever es un espectáculo increíble.
María Goiricelaya optó a ese galardón con 'Nevenka' y, hace apenas unos días, se anunció que Icíar Bollaín va a competir en el Festival de Donostia con su nueva película, 'Soy Nevenka'. ¿Es esta una historia que era necesario contar a través del teatro documento, la ficción cinematográfica... por todos los medios posibles?
–Hay muchos géneros y no reivindicaría solo el teatro documento como el necesario por excelencia. Sí que es un sitio donde yo me ubico y en el me siento muy cómoda. En este caso, además, parece que sí es una historia que hacía falta contar, ya que primero Ana Pastor hizo el documental con Newtral, luego yo me lancé con la pieza escénica para Histrión Teatro y, ahora, Icíar Bollaín va a estrenar una película que estoy deseando ver. Me parece fantástico, muy pocas historias se llevan a tantos soportes diferentes en tan pocos años.
¿En qué medida las temáticas de las propuestas, social en muchos casos, tiene peso a la hora de programarlas? ¿Van buscando un mosaico de asuntos que puedan reflejar la sociedad actual?
–Por supuesto, Ane y yo abrazamos el entretenimiento y también la ligereza y la comedia, pero es verdad que, por nuestra forma de sentir o por nuestra sensibilidad particular, nos gustan los temas que interpelan al espectador, que lo conmueven, que lo sacuden, que le hacen reflexionar y que proponen debate. Todos los que se presentan en esta edición tienen algo así, algo que de alguna manera atraviesa al ser humano por el mero hecho de serlo. Si los analizáramos todos en conjunto, veríamos una especie de friso de grandes temas sociales que actualmente sacuden nuestro entorno.
¿Qué hay de las compañías navarras, más presentes en los últimos años del festival?
–Olite es su cita referencial, la más importante de la comunidad y tiene que ser un espacio para que las compañías navarras despeguen, exploten y puedan no solamente exhibir, sino también investigar y crear en las residencias. Queremos que Olite sea un lugar donde las y los profesionales de aquí vengan a probar cosas, a descartar, hacer ensayos, a cometer errores, porque de ahí luego salen las grandes piezas. Para nosotras es diáfano que tienen que estar muy presentes. Este es su festival.
Este año se suma Pitillas como escenario. Antes ya lo habían hecho Tafalla, Beire y San Martín de Unx, ¿proyectan extenderse aun más por la zona?
–Nuestra idea es hacer que Olite se expanda abrazando a los pueblos de alrededor y haciéndoles partícipes. Es bonito que haya una especie de Olite expandido y un cierto eco o resonancia en estos lugares por parte de una programación que cada vez está tomando, ocupando, más las calles. En ese sentido, también hemos ido cambiando los espacios y los horarios principales de exhibición. Hacemos espectáculos por la mañana y por la tarde, de manera que la gente del pueblo e incluso el turista puedan disfrutar de algo que está vivo, de un festival que invade la calle, que la nutre y en el que constantemente están pasando cosas. Por supuesto que cuidamos los grandes escenarios, pero es positivo no centrarnos solo en eso y apostar por otros espacios donde se pueden representar propuestas de distintos formatos o site specific, por ejemplo.
El euskera también vuelve en esta 25ª edición.
–Sí, vuelve desde la propuesta familiar La niña 104 (104. Haurra), que dirige Jokin Oregi. Nuestra voluntad es ir manteniendo el euskera, una de las lenguas que se habla en el territorio, y hacer camino, porque también nos parece importante mostrar trabajos en las otras lenguas del Estado. Incluso nos gustaría exhibir algo en inglés, en francés o en alemán con sobretítulos. ¿Por qué no? El público cada vez es más experto y exigente y Ane y yo también hemos querido desarrollar la parte internacional para que el festival siga creciendo. Este año, por ejemplo, viene el chileno Guillermo Calderón con un espectáculo que se titula Villa y que ha girado prácticamente por todo el mundo y creíamos que el público de Olite también tenía que disfrutarlo.
"Forever' es una propuesta de altísima sensibilidad, de una calidad artística excelsa y lo que ha hecho su equipo es magia"
Los talleres giran en torno a distintos motivos, pero llama la atención el de abuelos y nietos.
–Como decía, esto tiene que ver con la comunidad y con el disfrute compartido. También tenemos la mirada puesta en esto y teníamos claro que nos apetecía mucho hacer algo intergeneracional. De ahí que contactáramos con Miguel Oyarzun y Juana Ayala, que vienen directamente de desarrollar varios proyectos de este carácter en el Teatro de la Abadía o en el Museo Reina Sofía. De hecho, acaban de estrenar De tal palo en la sala Cuarta Pared. Se trata de una historia donde nietas, nietos y abuelas y abuelos se juntan durante varios días para hablar de diferentes cosas, algunas pueden parecer poco trascendentales, como la comida, pero se utilizan para llegar a otros temas como pueden ser la Transición o brecha tecnológica. El espectáculo en Olite se va a ir franguando entre estas parejas de nietas y nietos y abuelas y abuelos, que plantearán al público qué les separa, pero también dónde están sus puntos de unión. Creo que va a ser una de las experiencias más bonitas del festival por esta cosa tan fresca de tener a estas personas ofreciendo lo mejor de sus vidas.
Para terminar, María, ¿un deseo para este 25 aniversario del festival?
–Lo que deseo es que el público estalle. Este año tenemos este lema de Somos Olite y tenemos que seguirlo más que nunca y disfrutar sin medida.