Desde el viernes 21 de julio y hasta el 6 de agosto, Olite, como epicentro, pero también Tafalla, Beire y, por primera vez, San Martín de Unx alojarán las actividades de un festival que apuesta firmemente por las producciones lideradas por mujeres, la diversidad de temáticas, lenguajes y formatos, la inclusión, la formación y el encuentro de artistas con el público. Así lo defiende María Goiricelaya, que dirige el programa junto a Ane Picaza

¿La segunda vez se tienen las cosas más claras? ¿Han podido trabajar con más tiempo para dijar objetivos e intenciones? 

–Sí. El primer año estás un poco de observadora, cogiéndole el pulso al festival, viendo qué funciona y qué no... Y después de eso, haces una valoración para implementar mejoras. Yo creo que este segundo año las dos estábamos más tranquilas y pudimos avanzar la programación con tiempo más que nada porque teníamos claro los espacios que queríamos mantener y también que teníamos que ampliar a otros nuevos. Así que hemos trabajado con un margen un pelín mayor y con un conocimiento que antes no teníamos. 

Parece que alejar un poco el festival de los Sanfermines es mejor. 

–El año pasado coincidió que arrancamos con el Pobre de mí y este año nos ha parecido que espaciarlo un poco iba a ayudar al festival no solo a nivel comunicativo, que también, porque San Fermín lo fagocita todo, sino sobre todo al público. Le damos un respiro durante una semana y así se coge el programa con más ilusión, más descansados todos y con otras ganas.

Tenemos, al menos, esos días para cambiar el chip festivo y disponernos a disfrutar de otro tipo de ocio. 

–Sí, vendrán bien para prepararnos para otro tipo de fiesta, quizá no tan salvaje como los Sanfermines, pero muy divertida también. Es otro tipo de ocio muy valorado. 

"Ane y yo no perseguimos mucho esta cosa del estreno dentro de los festivales. Nos parece que si hay espectáculos que están funcionando bien o que tienen un mensaje o contenido que aporta, merece la pena incluirlos en la programación"

Ya lo dijeron el año pasado, durante su primera edición como directoras, y lo subrayan este: la paridad es una apuesta fundamental de su proyecto para Olite. Incluso se diría que este año hay más espectáculos dirigidos por mujeres que por hombres.

–Sigue siendo nuestro objetivo prioritario. Uno de nuestros objetivos principales es que la mirada y la influencia femenina estén muy presentes. Queremos que este sea un festival donde las creadoras quieran exhibir sus trabajos. Pese a las dificultades, nos sentimos muy orgullosas de haber podido encontrar estos grandes trabajos que van a verse este año. 

¿A qué dificultades se refiere?

–A que queda mucho trabajo por hacer. Por ejemplo, cuando buscamos para el escenario principal, la Cava, es complicado encontrar espectáculos creados por mujeres. Muchas veces, tenemos menos apoyos a la hora de ser producidas; todavía cuesta que se confíe en nuestro trabajo. Siempre digo que el pececito crece si la pecera es grande. Hace falta que se apueste por las grandes producciones con mujeres al frente. Parece que siempre nos quedamos en el formato pequeño y mediano, y creo que tenemos que seguir saltando y encontrar esos grandes trabajos no solo por su contenido, que casi todos los que dirigen mujeres lo son, sino también en cuanto a la factura final.

¿Cómo diseñan la programación? ¿Hacen un rastreo por festivales, por premios...? ¿Cuántas funciones llegan a ver en persona y por video a lo largo del año?

–A través de video vemos muchísimas, todas las que no podemos ver en persona. No sabría decir cuántas funciones vemos en total, trescientas quizá... Luego sí que es verdad que nos desplazamos a ver cosas que nos han generado un interés concreto. A veces vamos Ane y yo juntas, otras vamos por separado y luego las comentamos. En función de eso vamos estableciendo un ranking que se ajuste a nuestras prioridades y objetivos y poco a poco vamos configurando el diseño global de festival. Hay muchos trabajos que nos gustan, pero no se ajustan a lo que el programa exige; hay otros que querríamos meter, pero se quedan fuera porque sobrepasan el número de espectáculos que podemos meter... Y luego sí que hay espectáculos que por su propia naturaleza van más con lo que Olite está buscando ahora.

Hemos hablado de paridad, ¿cuál serían las otras premisas que articulan su proyecto y que veremos plasmadas en la programación de este año?

–Queremos ofrecer una mirada contemporánea, diversa, plural, inclusiva, participativa. Junto con la paridad, estos serían los grandes pilares de Olite. Queremos que sea una propuesta en la que la experiencia sea importante y donde compartir sea una prioridad. Es verdad que el apellido ‘clásico’ que Olite llevó durante muchos años aun sigue coleando y estamos intentando distanciarnos de él para llevar el festival a otros lugares donde también podremos acercar el teatro a las nuevas generaciones. 

Cuando asumieron la dirección del festival comentaron que querían que Olite tuviera su propia idiosincrasia. Se trata de un festival que primero fue de teatro clásico, luego de teatro a secas y ahora alberga teatro, danza, circo... ¿Cuál sería su personalidad? ¿La diversidad?

–Sí, diría que sí. El feminismo y la diversidad son las dos grandes señas de identidad de Olite. A Ane y a mí nos encanta el clásico, pero creemos que Olite necesitaba otra cosa. Necesitaba tener una identidad y un carácter propios en el marco de los festivales de verano. Están Mérida y Almagro, pero creo que Olite es más hermano del MiT de Ribadavia, por ejemplo. 

¿Y qué lugar ocupa lo contemporáneo?

–Nos interesa todo lo que tiene que ver con nuevos lenguajes, nuevas dramaturgias y nuevas formas de expresión.

Es verdad que este año no asoman muchos autores clásicos; quizá el que más se acerque sea Miguel Delibes (’Las guerras de nuestros antepasados’).

–El festival quiere tener en cuenta a todas las generaciones y Miguel Delibes es un autor muy conocido, no tanto entre los jóvenes como entre los más mayores, y había que reivindicarlo. Queremos apostar por una una creación que es joven, innovadora, contemporánea y fresca, pero a la vez también recoger parte de la tradición teatral tan magnífica que tenemos.

¿Cuáles diría que son los grandes temas de esta edición del festival?

–Los espectáculos son muy diversos, aunque creo que todos tienen una línea social que les atraviesa. En general, son temáticas que sacuden. En Casa, por ejemplo, está el tema de los desahucios; en La infamia, la persecución a una mujer periodista; en Solo me acuerdo de eso está claramente la injusticia cometida contra el joven asesinado en una manifestación... Estos niños a los se les prometió ver el mar en la obra de Conejero; las nuevas masculinidades, en Man Up; la memoria en Eclipse total... Todas las propuestas abordan grandes temas que agitan, conmueven y mueven. No hay un único tema o hilo conductor, hay pequeñas dosis de cosas que nos tocan de alguna manera.

Ha mencionado la obra ‘El mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca’, obra de Xavier Bobés y Alberto Conejero que ha sido cancelada por el ayuntamiento burgalés de Briviesca aludiendo, dicen, a problemas en la infraestructura escénica. Sin embargo, Bobés ha hablado abiertamente de censura. La historia habla de Antonio Benaiges, maestro fusilado por milicianos falangistas en 1936, y, afortunadamente, en Navarra vamos a poder verla. Sin embargo, es terrible que hoy en día pasen estas cosas.

–Lo que está pasando es gravísimo. Solo deseo que lleguemos al 23J con toda la fuerza del mundo para que nuestros derechos y nuestras libertades no se vean mermados. Es inaudito e inexplicable que existan estos tipos de censura. No doy crédito de lo que está sucediendo y del lugar al que estamos volviendo. Para mí era impensable que pasaran estas cosas y ahí estamos. Tenemos que salir a votar más que nunca y que nuestros derechos no retrocedan, que siempre avancen si acaso.

Uno de los primeros ámbitos en ser atacado con cancelaciones y censura ha sido el de la cultura. ¿Les da miedo?

–La cultura es molesta, sale a las calles, se queja... Somos un sector incómodo y por eso somos los primeros en ser cercenados. Es un derecho que grita y que muchas personas quieren silenciar. 

Volviendo a la programación de este año, varias de las obras ya se han representado en Navarra, casos de ‘La infamia’, ‘Las guerras de nuestros antepasados’ o ‘Man Up’, entre otras. ¿Se trataba de dar una nueva oportunidad tanto a las funciones como al público que se quedó sin verlas?

–Sí. Ane y yo no perseguimos mucho esta cosa del estreno dentro de los festivales. Nos parece que si hay espectáculos que están funcionando bien o que tienen un mensaje o contenido que aporta, merece la pena incluirlos en la programación. Así que sí, por un lado se trata de dar una nueva oportunidad a personas que quizá no pudieron ver algunas obras en otros espacios de la comunidad, y, por otro, de reivindicar el hecho de que las giras tienen que ser más largas y sostenibles.

Un festival siempre puede ser una ocasión para acercar públicos que de otra manera igual no se meten a un teatro.

–Un festival como este es un marco precioso para acercarse al teatro, ya que aúna el turismo vacacional de pleno julio y agosto, el ocio que rodea de por sí a Olite y el plus de encontrar en un pueblo maravilloso un festival con grandes espectáculos. Para muchas personas, y no solo a las más cercanas a las artes escénicas, que también, es un plan muy atractivo. Yo recibo semanalmente mensajes de personas que ya tienen el plan de venir y pasar un fin de semana o varios días aquí. Por supuesto, también viene gente del sector, que aprovecha y hace un curso y de paso asiste a algunos espectáculos que no había visto.

Precisamente, han reforzado la línea de la formación para distintos públicos y edades.

–Sí, dentro de la pluralidad y la diversidad, considerábamos que un solo curso como el que hicimos el año pasado se quedaba escaso. Nos apetecía no solo tocar la dramaturgia contemporánea, sino también la formación actoral y dar oportunidad a los más pequeños, que son el público del futuro. Así que este año tenemos tres talleres liderados por cuatro mujeres muy comprometidas con el teatro del momento. Creo que será una experiencia muy grata para profesionales y para personas que de pronto quieran probar qué es esto de las artes escénicas.

Hay ocho espectáculos de compañías navarras programados.

–Esta es una de las citas escénicas más importantes que tiene la comunidad y, evidentemente, tiene que impulsar la escena navarra. Los encuentros también este año van dirigidos a compartir y a formarnos en distintos aspectos, también en el ámbito de la sostenibilidad. Creo que esto puede ser de interés para las compañías navarras de cara a la creación futura, a la petición de subvenciones, a las giras... Hay que adaptarse a los nuevos tiempos a todos los niveles, no solo en creación, sino también en producción y gestión.

En 2022 comentaron que querían hacer actividad también el resto del año, pero aun no la han planteado. ¿Siguen con este plan?

–Es nuestra idea, sí, y estamos explorando las posibilidades de cara al año que viene. La mediación es importante y la participación ciudadana de Olite tiene que ir a más dentro del festival. En la medida en que Olite lo sienta como suyo tendrá otra naturaleza. Nuestro plan es que sea una experiencia para la gente del pueblo, no solo un evento puntual que sucede en el verano. Que tenga más presencia el resto del año y genere expectativas, ganas... 

El festival se va extendiendo por el territorio, repiten Tafalla y Beire y se incorpora San Martín de Unx por primera vez. 

–Y nosotras seguiremos intentando extenderlo más. Eso hace comunidad. Nos parece que es preciso hacer partícipes a los pueblos colindantes de un festival que puede ser tan acogedor. Así que mantenemos Beire y Tafalla, donde hay más espectáculos, y se suma San Martín de Unx. La idea es que exista un territorio festivalero que vaya creciendo poco a poco.

"Queremos ofrecer una mirada contemporánea, diversa, plural, inclusiva, participativa. Junto con la paridad, estos serían los grandes pilares de Olite"

La inauguración correrá a cargo de un espectáculo de danza y fútbol. Sorprendente.

La partida es uno de esos espectáculos que Ane y yo vimos hará ya unos 6 o 7 años. Es maravilloso y sigue la línea que comentaba antes de reivindicar la sostenibilidad y la vida de las giras. Ha estado en muchos espacios y festivales, también internacionales, y creo que merecía la pena arrancar con una pieza de danza tan jocosa, con esta visión tan particular de un partido de fútbol, antes de entrar en mundos más serios con La infamia, que ese mismo día 21 estará en La Cava.