No era la primera vez que José Luis Moreno tenía problemas con alguno de sus actores, ni tampoco el primer reclamo de pasta que le llegaba al histórico productor de televisión. Pero sí fue el desencuentro público más sonado de la época. Un hecho que años después se repetiría en el plató de Hable con ellas, cuando Yolanda Ramos (sin pelos en la lengua) le reclamó 25.000 pesetas que todavía le debía de un trabajo como bailarina sin bonificar, o desde el piano de Serafín Zubiri, a quien Moreno también dejó al debo una actuación del cantante navarro en uno de sus especiales de fin de año.

Y en esta misma línea, la actriz Loles León también tuvo sus más y sus menos con el ventrílocuo desde que se incorporó a las grabaciones de Aquí no hay quien viva. Lo hizo como Paloma Hurtado, recuerden, la divertida y posesiva mujer de Juan Cuesta, el presidente de esta, nuestra comunidad. Y su trabajo convenció desde el principio al público, a quien conquistó a lo largo de más de 30 episodios, hasta que, tras un incidente con La hierbas, cayó por la ventana al patio interior. Un siniestro cuyas causas se elevaron a secreto nacional debido a las perlas públicas que tanto León como Moreno se dispararon durante meses en público.

Pues han tenido que pasar 18 años para que se desvele, de boca de la propia protagonista, el motivo por el que abandonó la exitosa producción. El caso es que Loles comenzó a trabajar en el formato bajando su caché a cambio de que el productor se lo subiera si se rodaban más episodios. Algo que, a pesar de las peticiones de la artista, nunca ocurrió. Y como Moreno le daba largas, pues decidió irse sin ofrecer más explicaciones. Punto y final.