Un hito que, de haber tenido continuidad, habría hecho de Pamplona un referente cultural a nivel mundial. Un hito que, en este sentido, se quedó en hecho aislado. Pero de los que marcan. De los que no se olvidan y, aunque se sabe que nunca se repetirán, es bueno rescatar, porque haciéndolo se recupera parte de la memoria de aquel 1972.

A cuatro días de que abra sus puertas en el Museo de Navarra y la Ciudadela la exposición que, organizada por el Reina Sofía, rinde homenaje a los Encuentros, artistas locales y otros participantes navarros en aquella cita que reunió a 350 creadores y provocó muchas y muy diversas reacciones valoran el sentido que tuvo en su momento, y el eco que ha llegado hasta hoy.

xabier morrás

El ansia de libertad y la censura

La participación de Xabier Morrás (Pamplona, 1943) en los Encuentros estuvo marcada por muchos de los ingredientes que caracterizaron aquel evento de vanguardia de 1972: el ansia de libertad de creación y expresión, la diversidad, la ilusión ante la apertura hacia nuevos lenguajes, pero también la censura de la dictadura franquista. Morrás no olvida que se vio obligado a sustituir su instalación Cristo amordazado, que colocó en el exterior del Museo de Navarra y en el marco de la muestra de Arte Vasco Actual, por otra que molestase menos. "Podría haber salido indignado, pero prefería que los Encuentros se celebrasen, sobre todo porque pensaba que iban a tener una continuidad", dice hoy el artista, para quien aquella cita "fue algo insólito en su momento, y en todo el Estado". "Si los Encuentros se hubiesen celebrado en Barcelona, Madrid o París, en un ámbito universitario, habrían estado dentro de la normalidad. Pero fue en Pamplona, y eso resquebrajó la normalidad del país", añade. El pintor navarro destaca "la gran originalidad de planteamiento" que tuvieron los Encuentros, y que se debió en gran parte, dice, al hecho de que fueron ideados por dos artistas, José Luis Alexanco y Luis de Pablo, y no por comisarios de arte ni por empresarios. "Mezclaron lo inmezclable hasta entonces. Lo autóctono con lo de fuera, lo tradicional con lo vanguardista, la poesía con el cine, el teatro con la danza y el deporte... La propia concepción de los Encuentros fue una obra de arte", afirma. Y subraya que "el arte se sacó de los museos y las galerías a la calle, algo insólito porque en ese tiempo era propiedad del Estado, la cultura se desarrollaba de puertas adentro. Y los Encuentros nos redescubrieron a los navarros la Ciudadela, un espacio hasta entonces cerrado, a espaldas de la ciudad". Xabier Morrás se lamenta de que aquel hito se quedara en un hecho aislado. "De haber tenido cierta continuidad, el panorama cultural de Pamplona sería hoy diferente", sostiene. Sobre la muestra Fin de fiesta del arte experimental que llega el jueves a la capital navarra y que el artista ya visitó en el Reina Sofía, comenta que "está bien, pero es una exposición un tanto improvisada. Aunque lo fundamental está, hay muchos matices y aspectos que se echan en falta", cuenta. Él, personalmente está "un poco dolido" porque, de nuevo, no ha podido mostrar al público la obra que en su día fue censurada. "Me habría hecho mucha ilusión que se expusiera. Pero cuando lo propuse me dijeron que ya era tarde...".

isabel baquedano

Impresiones "irreflexivas"

"Los momentos con amigos artistas y las situaciones lúdicas que se sucedieron". Son los recuerdos más vivos que tiene de los Encuentros de Pamplona a día de hoy Isabel Baquedano (Mendavia, 1936). Fue la única pintora navarra participante en la muestra de Arte Vasco que albergó el Museo de Navarra, pero de esta exposición lo que le ha quedado con el paso del tiempo es "una impresión irreflexiva, de aturdimiento... no la recuerdo bien", dice. Sobre aquel evento de vanguardia que transformó Pamplona en la antesala de los Sanfermines de 1972, opina que "fue algo único que supuso el despertar hacia nuevos lenguajes de una ciudad en la que todo era bastante provinciano, muy de los de casa".

Sin embargo, Baquedano cuestiona la importancia que, pasados 38 años, se le da hoy a los Encuentros. "Que se les dedique una exposición hasta cierto punto está bien, pero tal vez reciben una atención exagerada. Se les da una importancia excesiva. Parece que han sido algo trascendental para Pamplona, y yo creo que fue un evento más bien lúdico para la mayoría de la gente. Aunque es cierto que para una serie de artistas fue muy importante, sobre todo para los artistas conceptuales, y que el apoyo de los Huarte a la creación fue una iniciativa muy buena y valiosa, recordar hoy cada dos por tres los Encuentros no sé si tiene ya mucho sentido", comenta.

pedro osés

Una ventana al mundo

"Fue como abrir una ventana y vislumbrar lo que había en el panorama mundial". Así define hoy Pedro Osés (Pamplona, 1942) los Encuentros del 72. "Aparte de las actividades en la Sala de Cultura de la CAN, que llevaba Morrás, y alguna que otra rareza, en Pamplona se desconocía lo que tuviera que ver con las vanguardias artísticas del momento", dice el pintor navarro, que participó junto con Morrás y Baquedano en la citada muestra de Arte Vasco Actual. Sus tres nombres fueron los únicos de creadores navarros que figuraron en el cartel anunciador oficial de dicha exposición, a la que posteriormente se invitó a algún artista más de la Comunidad Foral. Según Osés, "pocos habían oído hablar de la mayor parte de la gente que participó en los Encuentros, y las propuestas, o muchas de ellas, parecían cosas rarísimas". A él le pareció "interesante" lo que vio y oyó durante aquella semana, "especialmente lo relacionado con la música y la danza, la integración del sonido y la imagen", cuenta. Y todo aquello que vivió le "estimuló para poner en práctica años más tarde algunas iniciativas relacionadas con el trabajo en equipo, que siempre me ha interesado", reconoce. Respecto al hecho de que la cita no volvió a repetirse, Pedro Osés opina que "seguramente algunos se asustarían al ver a la gente en la calle y otros lugares públicos participando", y que "el experimento se cerró para evitar mayores problemas, teniendo en cuenta la situación política del momento. También los opositores quisieron manipular y dirigir la cuestión hacia sus intereses", añade.

pedro salaberri

El arte puede con las barreras

Pedro Salaberri (Pamplona, 1947) vivió los Encuentros "más como un acontecimiento sociológico que artístico", dice. "Tengo recuerdos imprecisos y mi percepción entonces era que aquel evento hacía evidente que había muchas maneras de entender el arte y que la dictadura en la que vivíamos nos había impedido desarrollarnos con naturalidad. Aunque no entendía el significado de muchas de las cosas que veíamos, todo aquello transmitía la sensación de que el arte podía ayudar a romper las barreras", comenta el pintor navarro, que junto con José Antonio Eslava, Joaquín Resano y el ya fallecido Mariano Royo, fue invitado de manera oficiosa a la exposición de Arte Vasco de los Encuentros. Sobre si aquel evento de vanguardia influyó posteriormente de alguna manera en su arte, Salaberri afirma que "supongo que mi pintura recibió algo de todo aquello, pero más que reportarme enseñanzas para lo que pintaba, los Encuentros me afirmaron en la necesidad de poder pensar y actuar en libertad", destaca.

josé antonio eslava

Faltó una mayor conciencia

La participación de José Antonio Eslava (Pamplona, 1936) en los Encuentros fue a última hora. "Estaba trabajando en mi estudio con mis alumnos y aparecieron un día Santiago Amón, Agustín Ibarrola y Pedro Manterola y me pidieron que les diera algún grabado para la exposición de Arte Vasco en la que no figuraba como invitado pero en la que querían que participase, aunque fuese fuera de catálogo. Y yo encantado de hacerlo", recuerda. El pintor, grabador y escultor navarro vivió aquel acontecimiento "como una cita a la que me asomaba después de mis obligaciones, de mis alumnos, de mi trabajo. Fue para mí algo adyacente". Pero en general para la ciudad de Pamplona, asegura, "fue algo insólito e irrepetible, que contó con una confluencia de figuras muy potentes, y que probablemente no ha tenido una continuidad por problemas internos que hubo", dice. Eslava cree que "no hubo calado de fondo ni conciencia suficiente de lo que se estaba gestando; quizá ahora, con esta exposición que se le dedica, se tome conciencia de lo importante que pudo haber sido una cita así con cierta periodicidad", comenta respecto a la muestra del Reina Sofía.

joaquín resano

Una sombra de lo que pudo ser

Para el artista Joaquín Resano (Pamplona, 1948), "los Encuentros se quedaron en una sombra de lo que deberían haber sido". El recuerdo que tiene de aquel acontecimiento es que "al principio había mucha ilusión, pero enseguida empezaron los recortes. Christo iba a envolver el Monumento a los Caídos y no le dejaron, hubo problemas con las películas de Warhol, a Morrás le hicieron quitar su Cristo amordazado y a mí uno de los dos cuadros que llevé a la muestra de Arte Vasco, sobre la Primera Comunión, por ser crítico con la religión... Se querían hacer muchas cosas pero se dio de frente con el sistema", dice Resano. En su opinión, los Encuentros sí propiciaron "una pequeña convulsión en la ciudad de Pamplona, pero fue momentánea, no dejó poso ni influencia posterior en el sentido de la cultura. Fue un hecho absolutamente aislado. Es como si te encuentras con un perro muerto de hambre y le das un trozo de pan". Reconoce que "a nivel popular funcionaron cosas, como las cabinas telefónicas de Lugán en el Paseo de Sarasate, y es que es normal porque aquí no había nada, todo suponía una novedad". Lo mejor de aquella iniciativa, dice Resano, "es que se hizo con bastante dinero diario para gastos como, por ejemplo, el alojamiento de los artistas".

fermín urtasun

El Orfeón llenó la Catedral

Entre los grupos y artistas que aportaron música a los Encuentros estuvo por la parte local el Orfeón Pamplonés, que, dirigido entonces por Carmelo Llorente, actuó en el marco de dicho acontecimiento de vanguardia. El concierto fue el 1 de julio en la Catedral de Pamplona, y acercó al público obras polifónicas de Tomás Luis de Victoria. Fermín Urtasun (Pamplona, 1922) cantó en aquel recital y, a sus 87 años, recuerda que "la catedral estaba llena". Incluso guarda una diapositiva del evento. De lo que no guarda impresiones concretas es de los Encuentros en sí, aunque haciendo memoria recuerda que "en las calles de la ciudad había mucho movimiento aquellos días". Para el Orfeón Pamplonés, el concierto que ofreció en el marco de los Encuentros fue una cita ineludible y central, por su gran relevancia. Lo dicen las actas de la institución coral, que dan cuenta de que el Orfeón renunció a dos compromisos importantes para los que se le reclamaba, uno en el mes de junio en Bilbao para interpretar el Elías de Mendelssohn y otro en Pamplona justo antes de las fiestas de San Fermín. Además de dar cuenta en actas de estas renuncias "por el gran compromiso en los Encuentros", el maestro Llorente envió en su día una circular a los cantantes del Orfeón recomendando "a todos la máxima asistencia y puntalidad" a dicho concierto en la Catedral, pues, decía, "nos han de oír críticos de todo el mundo".

arantza zozaya

En la calle día y noche

"En aquella semana estábamos en la calle día y noche... ¡Lo pasamos fenomenal!", recuerda con entusiasmo Arantza Zozaya. Cuando se celebraron los Encuentros, ella dirigía el mítico Cine Club Lux, ejercía de crítica de cine en Radio Pamplona y trabajaba como redactora en la Editorial Salvat. "La ciudad vivió aquel evento con naturalidad, cortesía y curiosidad ante una transgresión que reconocía unida a la fiesta de San Fermín y que ahora se le presentaba con otras formas y otros lenguajes. Participó toda Pamplona como paisaje, algunos miles itinerantes, unos cientos acudimos activamente a las citas desordenadas y sucesivas... y en momentos-punta, como la proyección del filme de Isidoro Valcárcel La celosía, trascripción literal de la novela homónima de Robbe-Grille, ¡llegamos a quedarnos solos! Nunca sospechamos que la alternativa al Mayo del 68 iban a ser para algunos los Encuentros de Pamplona, y que íbamos a decir aquello de Yo estuve allí", relata Zozaya. Ya como dinamizadora sociocultural del Ayuntamiento de Pamplona, cargo que ocupa en la actualidad, recuerda que hubo "muchas intentonas de recuperación" de aquel evento, de aquel espíritu. "En septiembre de 1985, durante la primera ocupación cultural de la Ciudadela, heredera de la que se había hecho en los Encuentros, con motivo del montaje Crónicas de Juventud, abrimos el primer debate retrospectivo de los Encuentros; más tarde, en 1997, hubo otro revival... Ahora los Encuentros han llegado al Museo Reina Sofía", dice. Y se pregunta: "¿Su destino?... Desde Pamplona mejor será no seguir mirando hacia atrás, no sea que nos convirtamos en estatuas de sal".

francisco javier zubiaur

Una intensiva puesta al día

"Aquella fue una puesta al día intensiva que cuestionaba muchas cosas y que indicaba rutas para un arte que se mostraba vivo". Con estas palabras resume Francisco Javier Zubiaur la esencia de los Encuentros de Pamplona, que vivió "con la pasión de los 22 años que tenía", dice, y que puso los cimientos de su posterior interés por la investigación del arte contemporáneo y su didáctica. "Desde entonces mi inquietud no ha cesado", asegura el técnico y ex director del Museo de Navarra. Su mayor curiosidad en los Encuentros se dirigió al cine. "Entonces estaba muy vedado por la censura y los límites puestos a la distribución, de modo que aquellas películas que se exhibieron en los cines Avenida y Príncipe de Viana constituyeron una verdadera novedad, y eso que algunos realizadores proyectados eran, como Méliès, pioneros del cine. Recuerdo las salas abarrotadas, y eso que lo que vimos era del todo experimental, difícil de digerir". En aquella semana "verdaderamente sorprendente", destaca Zubiaur, "los pamploneses nos convertimos en mirones. Mirábamos con ojos estupefactos, sin entender mucho. Pero el atractivo era grande". Él cree que sí había conciencia de la importancia de los Encuentros, "de que traerían cola". "Ese mismo 1972 nuestro Ayuntamiento creó el Premio Ciudad de Pamplona, y hasta el 82 no hubo un intento serio de recuperarlos con los Topaketak que dirigió Tako Pezonaga. Su espíritu en parte se incorporó a los Festivales de Olite y al concurso de Pintura que llevó su nombre, pero en conjunto no se ha podido repetir aquel formidable esfuerzo de organización y patrocinio", comenta. Sobre la exposición que les dedica ahora el Reina Sofía, opina que "es muy oportuna, y se explica porque vistos con las condiciones existentes entonces, los Encuentros hoy se aprecian como un hito, pero también como un mito".

pío guerendiáin

Golpe de cambio estético y ético

Para el fotógrafo Pío Guerendiáin (Pamplona, 1946), los Encuentros fueron, sobre todo, "un golpe muy importante de cambio estético y ético para el que pocos estaban preparados". Cuando se celebraron, él estaba en contacto directo con la actividad artística de la época, tanto en París como en Pamplona, a través de la Sala de Cultura de la calle de los Mártires de la Patria, hoy Castillo de Maya. "A través de este canal, llegó mi nombre a oídos del grupo Alea, organizador de los Encuentros. Contactaron conmigo y me encargaron la reproducción de obra gráfica que luego se expuso en las cúpulas de Prada Poole, así como una serie de tomas fotográficas de los espacios donde iba a haber actividades, para ponerlas luego en el catálogo", recuerda el fotógrafo navarro y director de la galería Contraluz de la AFCN. Detrás del objetivo de su cámara, Guerendiáin se convirtió en observador y capturador de escenas inolvidables, de momentos míticos y de colectivos y personajes que no volverían a pasar nunca más por Pamplona: John Cage, Merce Cunningham, Steve Reich, el grupo artístico Kathakali de Kerala, el ballet de Laura Dean... "Fue algo absolutamente rompedor y vanguardista, una revolución para la época de los últimos años de la dictadura, a la que ya entonces se llamaba dictablanda...", relata. Treinta y ocho años después, que el Reina Sofía rescate los Encuentros cree que es "muy interesante porque supone recuperar la memoria, aunque el ambiente no se recupera...", apunta. La exposición en sí, en la que se exhibe una treintena de fotografías suyas, le parece "exhaustiva y amplísima, pero de digestión difícil. Es muy avanzada incluso para muchos de los espectadores de hoy".

pedro manterola

Perplejidad, la reacción general

"Un acontecimiento notable en el que, sin embargo, la mayoría de la gente experimentó cierta perplejidad". Así describe Pedro Manterola los Encuentros de Pamplona de 1972. En aquel año, él ejercía como crítico de arte en Diario de Navarra. Fue un observador de la vanguardia que invadió Pamplona, del espíritu de libertad, de las contradicciones y los incidentes que se sucedieron, y por supuesto, de la reacción ciudadana. "La mayoría de la gente oyó y leyó que aquello era importantísimo, que se reunían en Pamplona artistas venidos de todo el mundo..., pero no entendía bien lo que estaba ocurriendo", comenta. Recuerda que hubo "algunas actividades muy hermosas", sin embargo, apunta, "la exposición de Arte Vasco del Museo de Navarra, que en sí misma estaba bien a pesar de ausencias y accidentes, resultaba un tanto incongruente con la idea que animaba el conjunto de los Encuentros". Un acontecimiento que, a pesar de la relevancia que tuvo en su día, según Manterola "artísticamente influyó poco". "El ambiente artístico de la ciudad experimentó escasas variaciones. Los Encuentros duraron demasiado poco para producir otro efecto. Además, el ambiente urbano se enrareció muy pronto: la bomba, la profusión de octavillas que nada tenían que ver con la fiesta, alguna censura de más y algunas obras de menos, falsearon el sentido que los Encuentros perseguían al precio de darles una estéril resonancia espectacular". En opinión del presidente de la Fundación Museo Jorge Oteiza, "el propósito que animaba a los organizadores a debatir públicamente y al más alto nivel sobre las nuevas vanguardias artísticas y de la cultura moderna, se frustró por completo". En ese sentido, sostiene, "los Encuentros fueron una oportunidad perdida".