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Muere a los 81 años Antonio Ozores, un "filólogo" del humor surrealista

falleció ayer en una clínica oncológica de madrid a causa de una larga enfermedad Deja atrás 7 décadas de carrera jalonada por 168 películas, cerca de 200 obras de teatro y varias series de televisión

Muere a los 81 años Antonio Ozores, un "filólogo" del humor surrealistaFoto: efe

madrid. El actor y director Antonio Ozores falleció ayer en una clínica oncológica de Madrid a los 81 años tras siete décadas de carrera jalonada por 168 películas, cerca de 200 obras de teatro y varias series de televisión en las que alumbró, surrealista y lúcido, un "idioma" del humor que sólo él hablaba.

Ozores, nacido en agosto de 1928 en Burjasot (Valencia) y miembro de una saga de cinco generaciones dedicada al mundo del espectáculo, murió por la mañana en la Clínica oncológica Anderson de Madrid a causa de "una larga enfermedad", según la Academia de Cine. Su cuerpo fue trasladado al tanatorio de La Paz de Tres Cantos, donde por la tarde se instaló la capilla ardiente y este mediodía se celebrará la misa funeral, una hora antes de que se proceda a la incineración de sus restos. Instituciones como la Academia del Cine y la SGAE y varios compañeros de profesión destacaron su talento interpreativo, su humor, capacidad de invención e improvisación, y, sobre todo, su humanidad y su sentido familiar, que hacía que "todo el mundo" le quisiera.

El mítico cómico era hijo de los también actores Mariano Ozores y Luisa Puchol, hermano del actor José Luis Ozores y del director y guionista Mariano Ozores, así como tío de la actriz Adriana Ozores, hija del primero, y padre de Emma Ozores, fruto de su matrimonio con Elisa Montes. Debutó en cine en 1951 a las órdenes de Edgar Neville en El último caballo, pero no fue hasta 1956 cuando empezó a perfilar su imagen de marca: la de la comedia con aroma de sainete, basada en su humor gesticulante y su atropellada verborrea. Los dos títulos de ese año fueron Viaje de novios y Torero de alegrías, comedias que se convirtieron en clásicos populares. Eran tiempos en los que se rodaba con rapidez y eficiencia, como demuestra que en 1959 apareciera en Quince bajo la lona, Tenemos dieciocho años, Los tramposos, Los económicamente débiles y Salto mortal.

Y en los 60 disfrutaría de su década dorada: La pandilla de los once, Su alteza la niña, Alegre juventud, Hoy como ayer o El turismo es un gran invento. A mitad de la década de los 80, dio un paso más allá en su popularidad gracias a la pequeña pantalla, en Un, dos, tres. Durante los 90, siguió trabajando en títulos de cine como El disparate nacional. El 16 de marzo de este año hablaba con Efe a propósito del estreno en teatro de El último que apague la luz y reflexionaba sobre la falta de relevo en el cine y el teatro español. "Hablo de los equivalentes de Paco Rabal, de Fernando Fernán Gómez, de (José María) Rodero... es que no hay ya equivalentes como ellos", reconocía. "He trabajado muchísimo y quedamos pocos, porque todos se han muerto. Me dan homenajes porque no estoy más que yo. Me da igual cómo vaya a ser recordado. Como no voy a estar, que piensen lo que quieran", llegó a decir.